[caption id="attachment_16362" align="alignleft" width="1024"] (foto: FangXiaNuo/iStock de Getty Images)[/caption]
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Opciones para ampliar el impacto de la asignación de derechos especiales de giro (DEG) mediante la canalización voluntaria.
Una de las medidas más importantes introducidas por el Fondo Monetario Internacional en respuesta a la pandemia mundial ha sido la reciente asignación histórica de derechos especiales de giro (DEG). El reto es ahora garantizar que esta distribución se redirija —o canalice— hacia donde la necesidad sea mayor. A este respecto, exploramos tres opciones para facilitar un futuro económico más resiliente y sostenible para los países más pobres y vulnerables.
La respuesta del FMI frente a la COVID-19
Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, el FMI ha prestado cerca de USD 117.000 millones a 87 países. Hemos modificado nuestras políticas de concesión de préstamos para mejorar el apoyo a nuestros miembros y, recientemente, hemos reformado nuestro marco de política de préstamos concesionarios, en el contexto del Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza (FFCLP), para ampliar nuestros préstamos a los países de bajo ingreso. También hemos unido nuestras fuerzas con otras organizaciones internacionales para contribuir a acelerar el despliegue mundial de la vacuna y mejorar el acceso a posibilidades de diagnóstico y terapias distintas a las vacunas.
Pero no nos hemos detenido ahí. La histórica asignación de DEG, realizada en agosto y equivalente a USD 650.000 millones, estimuló la liquidez y las reservas en todo el mundo. Aproximadamente USD 275.000 millones de esos USD 650.000 millones se destinaron a países emergentes y en desarrollo, y los países de bajo ingreso recibieron aproximadamente USD 21.000 millones, equivalente a hasta el 6% de PIB en algunos casos.
Poner los DEG a trabajar
La tarea es ahora redirigir los DEG para lograr el mayor efecto posible. El Comité Monetario y Financiero Internacional y los líderes del G-7 y el G-20 han solicitado al FMI que explore formas en que los países con posiciones externas sólidas pudieran canalizar de forma voluntaria parte de sus DEG hacia países más pobres y vulnerables.
En este contexto, exploramos tres opciones (no mutuamente excluyentes):
Aumentar el tamaño del FFCLP, en lo que ya estamos realizando avances satisfactorios. Ya se han recibido, en los últimos 16 meses, los compromisos de USD 24.000 millones en recursos destinados a préstamos, que incluyen USD 15.000 millones de DEG existentes.
Aunque el proceso está lejos de haber terminado. Todavía se necesitan aproximadamente entre USD 28.000 millones y USD 50.000 millones en recursos adicionales para que, en los próximos años, el FMI pueda responder mejor a las necesidades de financiamiento de nuestros miembros de bajo ingreso. También necesitamos DEG 2.300 millones en contribuciones en forma de donaciones para que la cuenta de subvención continúe concediendo préstamos a través del FFCLP con interés cero; se están realizando esfuerzos para movilizar recursos adicionales.
Crear un nuevo Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad (FFRS) administrado por el FMI.
Canalizar DEG hacia otros tenedores autorizados de DEG, que comprenden 15 organizaciones, incluidos el Banco Mundial, algunos bancos centrales regionales y bancos multilaterales de desarrollo.
Un nuevo fondo fiduciario con un objetivo a largo plazo
Aun en medio de la lucha contra la actual pandemia, no podemos perder de vista otros retos a largo plazo a los que se enfrentan los países en la reconstrucción de la economía mundial. Estamos experimentando el cambio climático, el aumento de la desigualdad, cambios demográficos y un ritmo vertiginoso de digitalización, por nombrar algunos.
Estos retos estructurales a largo plazo sitúan a los países vulnerables en riesgo de quedar aún más rezagados. Con frecuencia, estos retos no se abordan debido a restricciones financieras o de capacidad. Sin embargo, si no se implementan estas reformas, se pone en riesgo la estabilidad económica, social y externa.
El FFRS propuesto respaldaría reformas de políticas que contribuyan a mejorar la resiliencia y la sostenibilidad económicas, sobre todo en países de bajo ingreso y Estados pequeños, así como en países vulnerables de mediano ingreso. Tendría por objeto permitir un acceso más asequible a financiamiento, con la concesión de préstamos a tasas menores y con vencimientos más largos que las condiciones tradicionales de préstamos del FMI. Este financiamiento, en consonancia con el mandato del FMI, contribuiría a poner el foco en la estabilidad de la balanza de pagos.
La finalidad del financiamiento se acordaría por consenso entre los miembros. Por ejemplo, el cambio climático podría ser una finalidad, aunque existen otros objetivos de política pública a nivel mundial merecedores de ser considerados, como es la preparación frente a pandemias.
Para la mayoría de los acreedores, los DEG canalizados deben mantener su condición de activos de reserva. Esto requiere asegurar que el fondo fiduciario proporcione liquidez, así como la posibilidad de que los acreedores cobren con rapidez en caso de que tengan una necesidad de la balanza de pagos, y, por último, una protección adecuada frente a los riesgos de crédito para los donantes.
También proponemos desarrollar un marco de protección con varios niveles frente a los riesgos de crédito que incluya salvaguardias, reservas financieras y una base diversificada de acreedores y prestatarios que garantice que los préstamos para el fondo fiduciario sean suficientemente seguros y líquidos de forma que los DEG canalizados puedan mantener su condición de activos de reserva. Además, como los préstamos del FFRS «complementarían» los programas respaldados por el FMI, estarían acompañados de salvaguardias sólidas que garantizarían la estabilidad macroeconómica.
También estamos trabajando en varias características adicionales del diseño, como el tamaño del fondo fiduciario, el perímetro de elegibilidad, la condicionalidad, las condiciones de los préstamos y la arquitectura financiera. Seguimos colaborando con nuestros países miembros y otras partes interesadas para asegurar que su aceptación, y también trabajamos estrechamente con otras instituciones financieras internacionales, en especial el Banco Mundial, para que el FFRS forme parte de una estrategia más amplia de asistencia internacional a los países, de forma que se movilicen los respectivos mandatos de cada institución. Estamos convencidos de que los países miembros se beneficiarán de este enfoque.
Llegar a la línea de meta
El mundo tiene la oportunidad histórica de utilizar la reciente asignación de DEG, equivalente a USD 650.000 millones, para ayudar a los países más pobres de forma que se promueva la agenda internacional de políticas públicas.
La formación de consenso nunca es fácil; lleva tiempo. Se necesitan soluciones creativas para superar las diferencias. Confiamos en que, con el apoyo de la comunidad internacional, el FFRS sea una de estas soluciones innovadoras que podría entrar en funcionamiento en solo un año. Esperamos que se realicen nuevos avances en las próximas Reuniones Anuales. La pandemia nos ha mostrado la importancia de trabajar de forma colectiva. Y, juntos, podemos afrontar los mayores retos a los que nos enfrentamos ahora para lograr un futuro mejor para todos.