Por Antoinette Sayeh
Los tiempos excepcionales exigen medidas excepcionales. En respuesta a la COVID 19, el FMI ha movilizado, con una velocidad y en una magnitud sin precedentes, asistencia financiera para ayudar a los países a proteger vidas y medios de vida. Sin embargo, lograr que la economía se estabilice y la recuperación sea sostenible exigirá algo más que asistencia financiera. Para que la recuperación sea sostenible, las autoridades económicas tendrán que fortalecer las instituciones económicas que posibilitan políticas inclusivas y resilientes.
Integrar el fortalecimiento de las capacidades con el apoyo financiero
Actualmente, los gobiernos se enfrentan a decisiones difíciles en materia de políticas, pero muchos de ellos carecen de bases sólidas de conocimientos económicos y técnicos para diseñar e implementar las políticas necesarias. Observemos, por ejemplo, el impacto de la COVID-19 sobre los presupuestos nacionales, que incluye grandes presiones de gasto, la pérdida de ingresos fiscales y un mayor nivel de deuda. Esto hace que sea aún más difícil avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en especial para los países más frágiles y vulnerables.
Por esta razón, el FMI ha proporcionado un apoyo inmediato y en tiempo real, en forma de fortalecimiento de las capacidades y asesoramiento de política económica, a más de 160 países para que hagan frente a problemas urgentes, por ejemplo en materia de gestión de tesorería, supervisión financiera, ciberseguridad y gobernanza económica. El apoyo financiero del FMI está siempre vinculado a conversaciones directas y regulares con las autoridades económicas a fin de fortalecer la capacidad para abordar estos problemas. Hasta la fecha, más del 90% de los países que han solicitado financiamiento de emergencia relacionado con la pandemia han recibido también apoyo para el fortalecimiento de las capacidades en forma de asesoramiento técnico activo, herramientas prácticas y capacitación orientada a la formulación de políticas.
Fortalecer las finanzas públicas y la gestión de la deuda
La continuidad de las operaciones y la protección del flujo de ingresos son fundamentales para que los gobiernos movilicen con rapidez sus recursos internos y puedan mantenerlos. Además, a medida que los países aumentan su gasto de emergencia, también quieren tener marcos institucionales sólidos y una buena gobernanza, para que el dinero llegue rápidamente a quienes más lo necesitan, en especial cuando se trata de gastos sanitarios y sistemas de protección social. El FMI ha trabajado con administraciones tributarias y oficinas presupuestarias de muchos países para ayudarlos a restablecer las operaciones y fortalecer el apoyo a las empresas y a las personas, sin comprometer las salvaguardias ni la rendición de cuentas.
Un reto incluso mayor para las autoridades económicas es la gestión de la deuda, debido al deterioro de las finanzas públicas y al aumento de los costos de financiamiento. El FMI ha proporcionado un alivio inmediato del servicio de la deuda a 27 de sus países más pobres y, junto con el Banco Mundial, ha liderado la petición para que los principales acreedores bilaterales suspendan los pagos del servicio de la deuda para los países más pobres. Administradores de deuda de todo el mundo tratan de resolver cuestiones estratégicas, de registro y de gestión en el contexto de la COVID-19, y trabajan con expertos técnicos del FMI para revisar y actualizar sus sistemas y estrategias de gestión de la deuda. Un elemento importante de este proceso son los datos, ya que proporcionan información fundamental para analizar la crisis y las consiguientes necesidades de financiamiento. Para poder gestionar bien la deuda, las estadísticas son fundamentales. También, se han elaborado breves videos de microaprendizaje para el canal de YouTube del Instituto del FMI que abordan cuestiones relacionadas con los datos de la deuda del sector público.
Los gobiernos empiezan a moverse hacia la reapertura con prudencia, y contar con instituciones económicas más sólidas les permitirá analizar mejor los retos generados por la pandemia y reanudar los esfuerzos mediante políticas que promuevan oportunidades para toda su población, como la lucha contra la desigualdad, la adopción de medidas frente al cambio climático y el aprovechamiento de las tecnologías digitales.
Mantener una colaboración estrecha
La adaptación a nuevas formas de trabajar es territorio desconocido para todos. El FMI es consciente de ello y está poniendo en marcha plataformas virtuales que faciliten el intercambio de conocimientos, entre otras, un observatorio de políticas que recopila las medidas adoptadas por 196 economías para contrarrestar el impacto de la COVID-19. Sobre la base de las décadas de trabajo conjunto con los países, hemos elaborado 45 notas de series especiales que ofrecen a los países una orientación práctica sobre los elementos básicos de los desafíos comunes de política económica relacionados con la crisis. Hemos ampliado los cursos en línea gratuitos para aumentar el acceso global a los conocimientos especializados del FMI en temas como la política fiscal, la inclusión financiera y la gestión macroeconómica. El FMI también está haciendo uso de su red mundial de centros regionales de capacitación para responder con rapidez a las necesidades de emergencia de los países y asegurar una coordinación más estrecha con otras entidades que apoyan su desarrollo.
Por mis funciones anteriores como responsable de la formulación de políticas, conozco de primera mano el importante papel que pueden desempeñar las instituciones económicas en el diseño de políticas que tengan un impacto en la gente. La ardua tarea de fortalecer la base de conocimientos económicos no es glamorosa, pero es la que puede tener un mayor impacto a largo plazo en el bienestar económico y social de las personas. A medida que el mundo emerge del Gran Confinamiento, las autoridades económicas y los socios que apoyan el desarrollo de los países deben tener como principal prioridad la reconstrucción de instituciones más sólidas y resilientes.