Por Poul M. Thomsen
El COVID-19 ha golpeado a Europa con asombrosa ferocidad. No sabemos cuánto durará la crisis, pero sí que el impacto económico será grave. En las principales economías de Europa, los servicios no esenciales cerrados por decreto gubernamental representan alrededor de un tercio del producto. Esto significa que cada mes que estos sectores permanecen cerrados se traduce en una caída del 3% del PIB anual, y esto antes de que se tengan en cuenta otras perturbaciones y efectos de contagio al resto de la economía. Será inevitable que este año se produzca una profunda recesión en Europa.
Los sistemas de bienestar social, en general sólidos, y el modelo de mercado social en Europa facilitarán la prestación de asistencia focalizada a las empresas y a los hogares, pero no cabe duda de la complejidad de esta tarea: estos sistemas no se construyeron para satisfacer exigencias de la magnitud que ahora enfrentan las autoridades económicas en Europa. Los países están respondiendo en formas innovadoras e inusuales, y pueden aprender unos de otros qué métodos funcionan mejor. Para ayudarlos en esta tarea, el FMI ha establecido un sitio web que incluye información sobre la forma en que cada país está lidiando con los problemas prácticos que encuentra, lo que ayuda a extraer las mejores prácticas internacionales. Esta es solo una de las formas en las que hemos actuado con rapidez para adaptar la supervisión que realiza el FMI a unas circunstancias que cambian drásticamente.
Todos los países en Europa tendrán que responder enérgicamente a la crisis, de una forma que sea a la vez audaz y acorde con su escala. Si hubo algún momento en que fuera necesario utilizar las reservas disponibles y el margen de maniobra para la aplicación de políticas, sin duda es ahora. Pero el margen para responder a esta crisis difiere notablemente de un país a otro. Para comprender mejor las limitaciones a las que se enfrentan los países al tratar de intensificar sus respuestas a la crisis, conviene distinguir entre tres grupos de países: las economías europeas avanzadas; las economías europeas emergentes que son miembros de la UE, pero no de la zona del euro, y las economías europeas emergentes no pertenecientes a la UE, especialmente las economías de mercados emergentes más pequeñas.
Las autoridades económicas de las economías avanzadas han aprovechado bien el margen de maniobra para la aplicación de políticas y sus instituciones, y han aplicado grandes expansiones monetarias y fiscales para mitigar el impacto de la crisis. Se están dejando de lado, acertadamente, las reglas y límites fiscales para permitir un apoyo de emergencia a gran escala, y se está permitiendo un aumento de los déficits fiscales. Del mismo modo, los bancos centrales han puesto en marcha programas masivos para la compra de activos, y los reguladores financieros han flexibilizado los requisitos para que los bancos puedan seguir respaldando a clientes en dificultades y a la economía a nivel más general. En cuanto a la zona del euro, las intervenciones a gran escala del BCE y el llamamiento de los dirigentes europeos a utilizar el Mecanismo Europeo de Estabilidad para proporcionar un apoyo europeo suplementario a los esfuerzos fiscales nacionales revisten especial importancia para garantizar que los países con una deuda pública elevada tengan el espacio fiscal necesario para reaccionar con contundencia ante la crisis. No debe subestimarse la determinación de los dirigentes de la zona del euro de hacer todo lo necesario para estabilizar el euro.
Las economías de mercados emergentes que son miembros de la UE, pero no de la zona del euro, no tienen el mismo espacio para la aplicación de políticas que las economías avanzadas, pero se beneficiarán de manera significativa de haber reducido sus déficits fiscales y externos y su deuda en los últimos años, y de haber fortalecido sus sistemas bancarios. En estos países, se han realizado esfuerzos considerables para reconstituir las reservas, y ahora es el momento de utilizarlas.
En cuanto al margen de maniobra para la aplicación de políticas, nuestra principal preocupación en esta coyuntura es con respecto a los países más pequeños fuera de la UE. El espacio fiscal varía considerablemente dentro de este grupo, pero todos carecen de mercados financieros profundos y de vínculos con la UE, los cuales contribuyen de manera importante al margen de maniobra para la aplicación de políticas. Debido al limitado acceso al capital externo y a sus sistemas bancarios más pequeños y menos desarrollados, muchos de estos países tendrán dificultades para financiar grandes aumentos de sus déficits fiscales. También carecen del mismo grado de acceso potencial al apoyo financiero del que pueden beneficiarse los miembros de la UE, y del paraguas más amplio de credibilidad de las políticas y las instituciones que acompaña a los miembros de la UE.
No es sorprendente que estos países soliciten ahora al FMI asistencia financiera. Con la excepción de Rusia y Turquía, la mayoría de las nueve economías emergentes no pertenecientes a la UE de Europa central y oriental ya han solicitado asistencia de emergencia a través de los servicios de apoyo financiero rápido del FMI. Se suman a otros 70 países miembros de todo el mundo que ya han solicitado acceso —por un total de unos USD 50.000 millones— a los servicios financieros de emergencia del FMI de rápido desembolso y baja condicionalidad para hacer frente a las presiones inmediatas derivadas de la crisis del COVID-19. Es probable que más países se sumen a lo que ya se ha convertido en el mayor número de solicitudes de asistencia que jamás haya recibido el FMI al mismo tiempo.
El FMI está avanzando lo más rápido posible para respaldar a los países miembros en estos momentos de extraordinarios desafíos sistémicos. Estamos racionalizando drásticamente nuestras normas y procedimientos internos a fin de poder responder a la velocidad, agilidad y magnitud que exige este desafío sin precedentes en tiempos de paz. Nuestros socios —189 países en todo el mundo— no esperan nada menos, y estamos preparados para sumarnos a los esfuerzos de Europa para combatir la pandemia.