Por David Lipton
Visitar una escuela en África subsahariana ofrece tanto una visión de esperanza en el futuro como un recordatorio de las dificultades para lograr esa visión. Esta dualidad quedó claramente expuesta en mi reciente visita a Sierra Leona y Níger.
En Sierra Leona, las aulas de la Escuela Municipal Regent Square exhiben el programa “Free Quality Education” (educación gratuita de calidad), un ambicioso programa del gobierno, cuyo objetivo es avanzar a partir del recurso más preciado del país: sus niños. Allí, alumnos entusiastas prestan atención y estudian en forma diligente, pero su educación se ve limitada por el gran tamaño de las clases, profesores sobrecargados y con poca capacitación y escasez de materiales educativos.
Mientras tanto, en Níger existe también un gran factor de cambio. En un centro de investigación próximo al desierto del Sahel, los científicos trabajan en soluciones de alta tecnología para combatir la malaria y el cambio climático. Pero tan solo a unos pocos kilómetros de distancia, alumnos de todas las edades reciben educación básica en colegios con edificios hechos de paja, en aulas con pizarrones pero con pocos libros.
La educación y la tecnología como impulsores del cambio
Pese a los retos, lo que más sobresale es el énfasis en la educación como factor impulsor del cambio, así como la receptividad al uso de tecnología para conseguirlo. Y esto ofrece esperanza para el futuro, sobre todo si estos países logran encontrar nuevas fuentes de financiamiento, internas y externas, y utilizan con imaginación la tecnología para superar las deficiencias de recursos.
En 2002 Sierra Leona dejó atrás una década de guerra civil y comenzó el camino de la recuperación. Recibió USD 1.600 millones en alivio de la deuda y comenzó a explotar inmensos depósitos de mineral de hierro. Entonces, en 2014, el ébola devastó el país, junto con sus vecinos Guinea y Libera, en medio del colapso de los precios mundiales de las materias primas. Los sierraleoneses deben ahora recuperar el tiempo perdido.
En la actualidad, el ambicioso programa de desarrollo del gobierno se centra en la inversión en infraestructura y capital humano. La tecnología será un elemento fundamental del plan, por ejemplo al hacer uso de la digitalización para evaluar los progresos educativos. El Ministro de Educación Básica y Secundaria Superior, David Moinina Sengeh (que también es el Director de Innovación del Gobierno), es uno de los principales expertos intelectuales de África. Con un doctorado de MIT que le llevó a dirigir el trabajo sobre inteligencia artificial en IBM, el Ministro dirige la cartera de educación, tan esencial para un país en el que más del 40% de la población es menor de 15 años.
Invertir en el futuro
Invertir en los niños del país y en su educación es el pilar fundamental del plan nacional de desarrollo de Sierra Leona. Esta medida tiene el potencial de aumentar el PIB en un 40% en las próximas décadas y reducir la desigualdad de ingresos. Esto supondría una gran diferencia en un país en el que el PIB per cápita sigue siendo poco más de USD 500, y más de la mitad de la población vive en situación de pobreza.
Pero, ¿cómo puede asegurar un país los medios para invertir? Entre las tareas clave, cabe mencionar aumentar los impuestos de forma equitativa, así como mejorar la eficacia del gasto público. Las medidas de fortalecimiento de la gobernanza (lo que incluye combatir la corrupción) contribuirán a ambos objetivos. Este es también un ámbito en el que el FMI trabaja en Sierra Leona, con el suministro de capacitación y otros apoyos concretos en ámbitos como la movilización de ingresos públicos y la gestión tributaria. Resulta interesante señalar que Sierra Leona está abordando algunos de estos problemas mediante el desarrollo de soluciones tecnológicas que utilizan la inteligencia artificial y el aprendizaje automático.
Si bien la comunidad internacional intensificó sus esfuerzos durante la crisis del ébola, en años más recientes la ayuda ha estado por debajo de los niveles alcanzados en el pasado. Por ejemplo, Rwanda y Mozambique recibieron subvenciones correspondientes a aproximadamente el 8-9% del PIB en la década posterior a sus conflictos civiles. Pero al día de hoy en Sierra Leona este tipo de asistencia ha caído al 2-3% del PIB.
Los retos de Níger
Níger también tiene retos enormes. En los últimos años, ha experimentado un crecimiento sólido y se prevé que las exportaciones de petróleo crudo comiencen en 2022. Pero, con la tasa de crecimiento de la población más alta del mundo (3,8%, con más de 7 hijos por madre, y una alta mortalidad infantil), desarrollar el incipiente sector privado y crear empleos es la prioridad principal.
Peor aun, Níger se enfrenta a dos amenazas existenciales: el conflicto militar y el cambio climático. Estas cuestiones son compartidas por sus vecinos del Sahel.
El conflicto armado, que procede de grupos terroristas del otro lado de las fronteras con Malí, Burkina Faso y Nigeria, interfiere cada vez más en Níger. Desde el punto de vista económico, para un país cuyos recursos ya son reducidos, la necesidad de efectuar un gasto elevado en seguridad complica las finanzas públicas, inmovilizando un dinero que de otra forma podría usarse para el desarrollo de Níger.
Como economía principalmente agraria que depende de precipitaciones anuales modestas, el cambio climático es una realidad siempre presente en Níger. La temperatura en el Sahel aumenta a una velocidad de 1,5 veces superior al promedio mundial, lo que hace que las precipitaciones sean impredecibles y la estación lluviosa más corta. Las Naciones Unidas estiman que el 80% de las tierras agrícolas se han degradado.
El conflicto armado y el cambio climático son asuntos que deben tener presentes los gobiernos de las economías avanzadas que están preocupados por el aumento del terrorismo en África del Norte y los flujos migratorios procedentes de la región. El desarrollo económico y la seguridad están vinculados por intereses comunes, sobre todo en Europa.
De las aspiraciones a la realidad
No se puede esperar que países como Níger y Sierra Leona sencillamente lo logren solos. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, las importantes metas establecidas por la comunidad internacional, dependen de la movilización de recursos internos e internacionales.
Solo hace falta una visita a las poblaciones locales para entender lo firmes que son sus aspiraciones y lo importante que es cada avance. Con un mayor volumen de recursos, estos países podrían incluso avanzar más, y convertir sus aspiraciones en una realidad.