Es imposible pensar en el crecimiento económico sin pensar también en el papel vital que desempeñan las ciudades como puntos de conexión del mundo

 

Las ciudades son nodos de nuestra red mundial de viajes y comercio, el puerto de entrada de mercancías, personas e ideas, y también de virus. La segunda de las tres misiones primordiales del FMI es facilitar la expansión del comercio y el crecimiento económico equilibrado. En vista del papel crucial que las ciudades desempeñan como ejes de conexión del mundo, es casi imposible pensar en la expansión del comercio y el crecimiento económico y dejar de lado las ciudades. Creemos que mejorar la gobernanza de las ciudades del mundo y reducir las barreras que las dividen artificialmente puede ayudar a expandir el comercio y hacer crecer las economías.

El vínculo entre las ciudades y la globalización es de larga data. Cuando era el núcleo de la región del Mediterráneo, la antigua Atenas atraía capital humano de todo el mar Egeo. Con la influencia de los extranjeros y aprendiendo de sí mismos, los atenienses cultivaron el campo del que surgió una impresionante cosecha de genios de la filosofía, la escultura, el teatro, la arquitectura y la historia. Pero el enlace con el mundo exterior no atrajo solo dinamismo, sino que también concitó peligros. Al expandirse, Atenas entró en guerra con Esparta, un conflicto que diezmó la población de la ciudad y la redujo a la mitad. Un momento determinante de esa guerra fue la peste de Atenas, que se cobró la vida de quizás una cuarta parte de sus habitantes. 

Incluso hoy en día, el fenómeno de la urbanización es sinónimo de desarrollo económico. Un estudio de los economistas Filipe Campante y David Yanagizawa-Drott muestra que en las zonas con menos conexiones aéreas a ciudades prósperas la actividad comercial es menos pujante. La razón no es solo que las aerolíneas no vuelan a zonas menos desarrolladas; el efecto también se da a la inversa. Cuando la distancia entre ciudades es de más de 9.600 kilómetros, los viajes están sujetos a más regulaciones, que encarecen el costo de los vuelos y reducen las frecuencias. Y en efecto, las conexiones y el comercio entre ciudades disminuyen notablemente cuando la distancia que las separa rebasa esa cifra. 

Dentro de los países se observa un vínculo también estrecho entre el tamaño y el grado de integración de los barrios urbanos y su prosperidad. Un estudio reciente elaborado por uno de nosotros en colaboración con Radu Barzu, César Hidalgo y Martina Viarengo analiza la movilidad ascendente de los brasileños de bajos recursos que se van a vivir a zonas urbanas. En las ciudades, estas personas empiezan a ganar mucho más, pero los efectos en las ciudades del sur de Brasil son mucho más notables que en las del norte. La diferencia es atribuible al hecho de que en los focos de comercio del sur hay mucha más integración en cuanto a aptitudes que en los del norte. 

El mismo vínculo entre integración económica y crecimiento parece haber surgido en Estados Unidos en décadas recientes. Al explicar la conglomeración económica, Alfred Marshall, el economista británico, quizás uso las palabras justas hace más de un siglo: “Los misterios del comercio dejan de ser misterio; pero es como si flotaran en el aire, y los niños aprenden muchos de ellos de manera inconsciente”. 

Intercambios cara a cara

Una inquietud que ha surgido recientemente acerca de las ciudades es que el intercambio electrónico restará mucha importancia a las interacciones personales. Pero eso no es así. Es cierto que las interacciones electrónicas reemplazan algunas interacciones presenciales, pero también dan lugar a más relaciones, muchas de las cuales exigen un intercambio personal. Además, el intercambio electrónico incrementa la complejidad de las interacciones económicas, lo cual también hace necesarias las conexiones en persona. Cuanto más compleja es una cuestión, más se inclinan las personas por reunirse y conversar cara a cara. Así lo demuestran los datos. El teletrabajo ha experimentado un auge desde la COVID, pero parece haberse asentado en un nivel más moderado. A finales de 2024, un 11% de los empleados en Estados Unidos teletrabajaba la totalidad del tiempo y un 13% lo hacía ocasionalmente. La proporción de horas de teletrabajo era de alrededor del 16%. Esto representa valor para los trabajadores y sus familias, pero no un cambio radical de comportamiento.

El efecto en el uso de edificios existentes permanece ambiguo. En muchas zonas, una reducción excepcional del 16% en la superficie destinada a oficinas probablemente no sea más que un pequeño bache pasajero en la senda hacia el crecimiento comercial: en unos pocos años la demanda creciente de espacio para oficinas compensará el interés por trabajar desde casa. Sin embargo, en algunos mercados en los que la demanda está estancada esto puede ser problemático.

Hay tres riesgos importantes que plantean una amenazan mucho mayor para el mundo urbano: la guerra, las epidemias y el cambio climático. Cada uno de estos está crucialmente ligado al FMI y a su misión. Tres grandes guerras —en Ucrania, Oriente Medio y Sudán del Sur— repercuten directa e indirectamente en la vida urbana. Hay ciudades que están siendo físicamente destruidas por estos conflictos, y tomará muchos años reconstruirlas o reubicarlas. Los conflictos también causan perjuicios indirectos en las ciudades. El número de visitantes extranjeros que recibía Moscú se redujo en un 43% entre 2019 y 2023. El número de visitantes extranjeros en Israel disminuyó en un porcentaje aún mayor tras el estallido de la guerra en Oriente Medio. 

El FMI puede, y probablemente deberá, cumplir una función para financiar la reconstrucción de ciudades en lugares como Ucrania y Líbano. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y el Banco Mundial seguramente desempeñarán un papel fundamental en la reconstrucción física, mientras que el FMI tiene que centrar su atención en las finanzas y la gobernanza de los países como un todo. La infraestructura fiscal y monetaria es tan esencial para el crecimiento como lo es la infraestructura física. Además, el FMI debe desempeñar un papel diplomático. La institución promueve la paz al ejercer presión sobre los prestatarios que quieren gastar desmedidamente en armas y al destacar la importancia de las conexiones positivas entre los países miembros. La cooperación mundial no es algo que viene dado, sino que se forja.

Problema existencial

Las pandemias son un problema existencial para el mundo, y el FMI también cumple una función. La COVID ha pasado a ser una enfermedad endémica manejable, pero eso no quiere decir que el mundo esté a salvo. La pregunta no es si habrá otra pandemia, sino cuándo. La COVID fue un gran acontecimiento no solo en el ámbito de la salud, sino también en el económico. El FMI respondió apropiadamente concediendo abundantes préstamos. Para estar listo para el próximo gran suceso tiene que pensar en los futuros riesgos para la salud y prepararse para su llegada. 

El FMI puede ayudar aún más a reducir los riesgos de futuras pandemias mundiales si mantiene su atención centrada en ellos. Durante la COVID entendimos que muchos países estaban muy mal preparados para una pandemia. Desde entonces, no hemos reformado nuestras instituciones para poder trazar planes y establecer protecciones ante un nuevo brote de la enfermedad. El FMI no es una organización dedicada a la salud, pero en la medida en que los riesgos sanitarios den lugar a importantes riesgos financieros, la institución puede seguir arrojando luz sobre la cuestión. Podría, por ejemplo, trabajar con entidades como los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud para mantener vivo el interés en el tema de las pandemias y las respuestas que estas exigen. 

El FMI ya está comprometido con el desarrollo sostenible, pero eso no es lo que en realidad necesitan las ciudades más vulnerables del mundo para mantenerse a salvo. Las metrópolis en zonas tropicales bajas son vulnerables al calor y las inundaciones, y disponen de volúmenes limitados de recursos financieros y capacidad pública para hacer frente a estos problemas. Solo se conocen algunas de las medidas que podrían tomarse para proteger esos lugares de los aumentos del nivel del mar, la contaminación del agua y las fuertes subidas de temperatura. Un avance importante sería apoyar un programa de aprendizaje que incentive al sector académico a fin de concebir herramientas prácticas para proteger mejor a las urbes pobres contra el cambio climático.

El FMI es una institución formidable que conecta al mundo. Esas conexiones son fundamentales para la prosperidad de las ciudades, que son nuestro principal motor económico. No obstante, el futuro está plagado de nuevos desafíos. La misión básica del FMI no está directamente relacionada con los tres grandes riesgos a los que se enfrenta en la actualidad el mundo urbano, pero sí ligada a ellos. Con políticas acertadas se puede mejorar la gobernanza, afianzar la estabilidad financiera y conectar a las autoridades mundiales de tal modo que se sientan más comprometidas con la consecución de estos objetivos comunes.

DAVID M. CUTLER  es profesor de la cátedra Otto Eckstein de Economía Aplicada en la Universidad de Harvard.

EDWARD GLAESER es profesor de la cátedra Fred y Eleanor Glimp de Economía en la Universidad de Harvard.

Las opiniones expresadas en los artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.