Conclusiones de la misión del FMI sobre las políticas de la zona del euro
28 de mayo de 2008
Aquí figuran las conclusiones preliminares formuladas por el personal del FMI al final de ciertas misiones (visitas oficiales, en la mayoría de los casos a países miembros). Las misiones se realizan como parte de consultas periódicas (por lo general anuales) dentro del marco del Artículo IV del Convenio Constitutivo del FMI, ante una solicitud de utilización de los recursos de la institución (es decir, un préstamo del FMI), como parte de las conversaciones sobre programas supervisados por el personal, o como componente de otros estudios de la situación económica que lleva a cabo el personal.
28 de mayo de 2008
1. Diez años después de su puesta en marcha, la unión monetaria es un éxito notable. Esta unión se ha ido expandiendo: próximamente se incorporará un nuevo país miembro, la República Eslovaca, y el marco de política macroeconómica ha convertido la zona del euro en un espacio de estabilidad en la economía internacional. Además, a pesar de las ineficiencias del mercado de trabajo y shocks considerables de los términos de intercambio, los costos de la mano de obra se han mantenido contenidos y el crecimiento del empleo ha sido especialmente vigoroso. La unión económica, sin embargo, sigue siendo un proyecto aún en marcha. La productividad ha sido desalentadora y se observan marcadas disparidades económicas dentro de la zona. La protección relativa que ofrece el euro no debe distraer la atención de los desafíos que afrontarán los países para construir una unión económica dinámica en beneficio del interés y el destino comunes.
Perspectivas económicas a corto plazo
2. Tras avanzar a un ritmo superior al 2½% en 2007, se prevé que la actividad económica experimentará una desaceleración considerable, debido principalmente a los shocks mundiales. Gracias a la acrecentada capacidad de resistencia de la economía de la zona del euro, el impacto de estos shocks sigue siendo limitado, como lo demuestra el vigoroso crecimiento observado durante el primer trimestre de 2008. Pero este impacto se intensificará; concretamente:
- El aumento de los precios de las materias primas y los alimentos reducirá el consumo. Además, el mercado de la vivienda, a pesar de las diferentes tendencias observadas en los países de la zona, frenará la construcción en general y la riqueza y el gasto de los hogares.
- La turbulencia financiera mundial ha empeorado la situación financiera. Si bien se ha avanzado considerablemente en el reconocimiento de las pérdidas y la recapitalización de los bancos, muchos mercados financieros aún no han recuperado la normalidad. La presión sobre las empresas y los hogares debida al aumento de las primas de riesgo y el endurecimiento de las normas de crédito, aunque aún no es evidente, se agravará considerablemente con el tiempo.
- La desaceleración de la demanda mundial debilitará las exportaciones, al igual que el tipo de cambio efectivo real del euro, que ahora se sitúa en un nivel alto teniendo en cuenta los parámetros fundamentales a mediano plazo, ya que ha soportado una carga desproporcionada de la depreciación del dólar de EE.UU.
Por lo tanto, proyectamos que el crecimiento del PIB real de la zona del euro se desacelerará considerablemente en los próximos trimestres. A medida que se desvanezcan los efectos de los diversos shocks, el crecimiento repuntará hasta recuperar su tendencia a finales de 2009, lo que dará lugar a una desaceleración moderada en relación con los niveles históricos recientes. En esta etapa, prevemos que el crecimiento medio anual será de alrededor de 1¾% en 2008 y de 1¼% en 2009, y esta proyección se precisará en el contexto de la actualización preliminar de las Perspectivas de la economía mundial en julio. Los riesgos siguen siendo importantes, sobre todo debido a la persistente turbulencia financiera.
3. Si bien la inflación global ha alcanzado niveles inquietantes, los efectos secundarios se han mantenido fundamentalmente contenidos. Los aumentos excepcionalmente pronunciados de los precios de las materias primas han impulsado la inflación del índice de precios de consumo armonizado (IPCA) por encima del 3%, nivel en el que probablemente se mantendrá en un futuro próximo. Al mismo tiempo, el incremento de los costos de la mano de obra ha sido relativamente moderado, lo que ha contribuido a mantener la inflación del IPCA, excluidos los alimentos y la energía, por debajo del 2%. La UEM ha logrado mantener los salarios en general contenidos, la inflación global controlada y unas expectativas de inflación estables, lo que refleja la notable credibilidad del BCE, la creciente importancia otorgada por los interlocutores sociales a la lucha contra el desempleo y las presiones de la competencia a nivel mundial.
Política monetaria
4. La cuestión esencial de política monetaria es cómo equilibrar el riesgo de una amplia aceleración de la inflación y la perspectiva de una intensificación progresiva de las fuerzas desinflacionistas generadas por la desaceleración económica. En la difícil coyuntura actual, mucho dependerá de la evolución de los costos de la mano de obra a mediano plazo. Según nuestras proyecciones, la inflación volverá gradualmente a situarse por debajo del 2% a finales de 2009, pero esta trayectoria está sujeta un grado de incertidumbre excepcionalmente alto, debido en particular a los precios de las materias primas y los alimentos. Con respecto a los costos de la mano de obra, es difícil determinar en qué medida la desaceleración proyectada de la demanda de trabajo y la presión sobre los márgenes de los empleadores tendrán un efecto restrictivo y, por lo tanto, contrarrestarán el proceso de avance de los salarios en los sectores competitivos de la zona y la presión generalizada a favor de un aumento de los salarios derivada de la aceleración de la inflación global a corto plazo. Los resultados dependerán fundamentalmente de que las expectativas de la inflación continúen bien ancladas. En estas circunstancias, conviene mantener las tasas de referencia invariables. De cara al futuro, las perspectivas de política se modificarían si, como se prevé en nuestras proyecciones de referencia, los indicadores prospectivos indican un aumento de la capacidad de producción ociosa y un debilitamiento de las presiones inflacionistas.
5. El marco de política monetaria ha respaldado el éxito del euro. La moneda influye en la inflación más de lo que algunos críticos parecen indicar y el análisis monetario ha demostrado ser útil para comprender la reciente turbulencia financiera y su posible impacto en el crecimiento económico. Por lo tanto, este análisis debe seguir formando parte de la estrategia monetaria global del BCE. No obstante, con respecto a otros factores económicos, la contribución de los agregados monetarios en la previsión de la inflación a mediano plazo debe ponerse en perspectiva. Así, celebramos los esfuerzos para ampliar el análisis de los determinantes de la inflación, incluida la evolución de los mercados financieros y los precios de los activos. Esta labor podría facilitar una presentación unificada de las decisiones de política, en la cual se integre el análisis económico y monetario y al mismo tiempo proporcione una idea más clara de la influencia relativa de los agregados monetarios en la orientación de la política.
Desafíos de política en el sector financiero
6. El BCE ha gestionado la liquidez de forma oportuna y proactiva, y el marco flexible que ha adoptado ha demostrado ser un estabilizador esencial durante la turbulencia. La amplia lista de garantías y contrapartes posibles ha sido una ventaja clave, y los coeficientes de reservas obligatorias relativamente altos pero flexibles han proporcionado un mecanismo regulador eficaz para los bancos. No obstante, las tensiones a las que están sometidos los balances de los bancos y el temor a una fuerte corrección de los mercados ante la posibilidad de que algunos bancos deban afrontar restricciones de liquidez probablemente seguirán siendo, durante algún tiempo, un obstáculo a la normalización de los diferenciales de las tasas. Para evitar tensiones similares en el futuro, la integración financiera de Europa, especialmente la de los mercados monetarios de instrumentos garantizados, debe desempeñar un papel central. Si bien deberán redoblarse los esfuerzos en muchos frentes, la integración de los sistemas de compensación y liquidación es más importante que nunca.
7. Los principios que orientarán las reformas de los mecanismos de supervisión y estabilidad financieras en la UE acordados recientemente son novedosos. Una serie de conclusiones del ECOFIN compromete a las autoridades prudenciales nacionales a iniciar un proceso que aumentará la responsabilidad y la rendición de cuentas con respecto a la estabilidad financiera de la UE, conforme al objetivo de Europa de establecer un mercado único financiero. Esto es tanto más importante cuanto que la quiebra de una gran institución financiera transfronteriza, si bien muy poco probable, sería muy difícil de manejar de manera eficiente y eficaz en el marco de los regímenes actuales y, por lo tanto, podría resultar extremadamente costosa para la economía. En este sentido, el reciente memorando de entendimiento sobre la gestión de crisis es un avance notable, así como la intención de reforzar los Comités de Supervisores de la UE (comités de nivel 3). Será importante que estas iniciativas se aborden con un espíritu claramente multilateral.
8. Ahora el desafío principal es armonizar totalmente la base jurídica de los marcos de estabilidad financiera nacionales con los principios acordados, lo que requerirá un liderazgo político sólido. Sería conveniente que las medidas adoptadas se concentraran en dos frentes. En primer lugar, la introducción prevista de una dimensión europea en los mandatos de las autoridades de supervisión nacionales debe concretarse y prohibir claramente cualquier tipo de política de "empobrecer al vecino", estableciendo mecanismos de rendición de cuentas adecuados. En segundo lugar, es necesario establecer lo antes posible una plataforma multilateral para el intercambio en tiempo real de información de importancia sistémica entre los supervisores y los bancos centrales, y esta debe incluir al BCE, dado el papel de los bancos centrales en la provisión de liquidez, la supervisión de los sistemas de pago y la evaluación de la estabilidad financiera. A mediano plazo, las autoridades económicas deben cumplir su compromiso de establecer regímenes que permitan reducir los costos comunitarios de una crisis y compartir los costos fiscales según unos criterios equitativos y equilibrados. Esto requerirá, entre otras medidas, la introducción de regímenes de insolvencia específicos para los bancos que permitan la puesta en común de activos y pasivos a escala internacional.
Política fiscal
9. Los resultados fiscales en la zona del euro mejoraron aún más en 2007, pero quedan por delante nuevos desafíos. El déficit fiscal ajustado en función del ciclo de la zona del euro en su conjunto se sitúo en 2007 en el nivel más bajo de los últimos 30 años y ningún país de la zona incumple la obligación de mantener un déficit máximo del 3% del PIB establecida en el Tratado de Maastricht. No obstante, solo alrededor de la mitad de los países han logrado los objetivos a mediano plazo (OMP) de alcanzar una situación presupuestaria "cercana al equilibrio o con superávit". La otra mitad comprende casi todos los países que registran un alto nivel de deuda pública. Esta cuestión es inquietante, dado que los gastos relacionados con el envejecimiento de la población se acelerarán poco después de 2010. También es preocupante observar que el déficit fiscal de algunos de estos países podría superar el límite establecido en el Tratado de Maastricht a corto plazo. Por último, ahora que ya se advierte cierto relajamiento en los presupuestos para 2008, los impulsos expansivos están intensificándose en varios países.
10. En el entorno incierto actual, lo mejor que podrían hacer los países es apoyarse en una política basada en reglas. Por lo tanto, el margen de maniobra fiscal disponible para ajustarse a la desaceleración actual debe estar relacionado con el espacio fiscal en el marco del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC). Los países que han alcanzado sus OMP podrán aplicar algún estímulo fiscal si la actividad se debilita más de lo proyectado. No obstante, los que no estén cerca de alcanzar estos objetivos deben resistirse a los llamamientos en favor de la aplicación de medidas discrecionales, aunque sea porque aún existe claramente la posibilidad de que se produzca un cambio considerable de la situación presupuestaria, como ocurrió en la desaceleración anterior. Estos países podrían, sin embargo, dejar que los estabilizadores operaran libremente, siempre que sus presupuestos tengan por objetivo mejorar el saldo fiscal ajustado en función del ciclo en alrededor del ½% del PIB al año y se alejen del déficit máximo establecido en el Tratado de Maastricht.
11. De cara al futuro, la aplicación de una política fiscal más predecible y eficiente sigue siendo un desafío fundamental para varios países. El fortalecimiento de las reglas fiscales nacionales y los mecanismos de gobierno es la opción de avance más prometedora, y celebramos las propuestas sobre este tema incluidas en el informe UME @10 presentado por la Comisión. No obstante, no estamos seguros de que esta propuesta permita tener en cuenta, en el marco de la parte preventiva del PEC, las soluciones de compromiso entre el ajuste fiscal y las reformas estructurales que implican costos fiscales transitorios pero que generarán un crecimiento potencial más elevado.
Política estructural
12. Mejorar la capacidad de la zona del euro para ajustarse a las diferencias que existen dentro de la zona sigue siendo el principal desafío de política estructural. Si bien es necesario seguir avanzando, las reformas del mercado de trabajo han contribuido a la creación de unos 16 millones de empleos en los últimos 10 años. La tasa de empleo se acerca a la meta del 70% establecida en la Agenda de Lisboa para 2010, lo que es extraordinario. Del mismo modo, el programa del mercado único y las reformas del mercado de productos han aumentado la productividad en los sectores afectados, aunque este avance no se refleja en los datos globales debido a la mayor intensidad de mano de obra del crecimiento. No obstante, la acrecentada flexibilidad en algunos mercados no se ha extendido a grandes zonas del importante sector de servicios. Por lo tanto, el aumento del ingreso per cápita y el ajuste a los shocks específicos probablemente ha sido más lento y las presiones inflacionarias más altas.
13. En estas circunstancias, debe mantenerse y reorientarse el dinamismo de la reforma de manera coordinada, de conformidad con las directrices generales recomendadas en el informe UME@10 elaborado por la Comisión. Concretamente, los Programas Nacionales de Reforma de los países de la zona del euro deben ser más compatibles con las recomendaciones formuladas para esta zona en su conjunto en el marco de la Agenda de Lisboa. Esta hace hincapié acertadamente en la aceleración de la reforma del mercado de servicios (incluida la ambiciosa implementación de la Directiva de Servicios) y la integración financiera. En este contexto, respaldamos los esfuerzos realizados a nivel de la UE para recopilar más datos sobre el funcionamiento de los mercados y la eficacia de las reformas estructurales, lo que contribuirá a identificar las reformas que aportan más beneficios y son más fáciles de aplicar en términos del ajuste. Esperamos con interés el debate que generará el informe preparado por la Comisión y las propuestas concretas que se plantearán a su debido tiempo.
Política comercial
14. La UE y otros países deben adoptar medidas lo antes posible para llevar a feliz término la Ronda de Doha y reforzar la liberalización multilateral. La respuesta adecuada a los múltiples desafíos planteados por el encarecimiento de los alimentos es reducir las barreras al comercio de productos agrícolas y los subsidios a la agricultura, a fin de fomentar la producción y el libre comercio de estos productos. Por lo tanto, es preciso resistirse a la aplicación de estrategias que hagan hincapié en la autosuficiencia con respecto a la producción de alimentos y examinar regularmente las políticas en relación con los biocombustibles. Al facilitar una conclusión exitosa de la Ronda de Doha que liberalice el comercio de productos agrícolas e industriales y de servicios, la UE puede contrarrestar de forma decisiva la intensificación de las presiones proteccionistas.
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