Hasta la fecha, alrededor de 3.000 personas han fallecido a causa del virus COVID-19 en América Latina y el Caribe. Mientras la pandemia continúa propagándose por la región, los países enfrentan la peor recesión económica desde que se comenzaron a producir estadísticas de cuentas nacionales en en los años cincuenta. El complejo entorno externo, al que se suman las muy necesarias medidas de contención de la pandemia, ha provocado un desplome de la actividad económica en toda América Latina, cuyo crecimiento se enfila hacia una contracción de 5,2 por ciento en 2020.
Dada la drástica contracción en 2020 y conforme los países adoptan políticas para contener la pandemia y apuntalar sus economías —como se destacaba en nuestro anterior blog—, cabe prever una marcada recuperación en 2021. Pero aun en este escenario de rápida recuperación, la región tiene ante sí el espectro de otra «década perdida» durante 2015–25.
Con shocks atípicos de oferta y demanda, una crisis sanitaria y altos costos de financiamiento en toda América Latina, las medidas necesarias para mitigar los costos humanos y económicos de la crisis serán de enormes proporciones y exigirán una estrategia sin precedentes.
Los gobiernos responden a la crisis
Aunque a diferente ritmo, hasta ahora la mayoría de los países de la región han adoptado medidas sanitarias importantes para contener la propagación del virus, como las prácticas de distanciamiento social y la restricción de las actividades no esenciales. Asimismo, han incrementado el monto de recursos fiscales destinados a sanidad, lo que incluye pruebas de detección, camas, respiradores y otros equipos, lo cual es la prioridad fundamental en vista de que muchos países aún no están debidamente preparados para hacer frente a la peor etapa de la pandemia.
En el ámbito de la política económica, las medidas han variado. Los países han recurrido a transferencias directas a los hogares vulnerables (incluida la ampliación de programas existentes), flexibilización de los requisitos de acceso y expansión de los sistemas de seguro de desempleo, subsidios al empleo, desgravaciones y prórrogas tributarias temporales y garantías de crédito.
Brasil, Chile y Perú han anunciado programas de gran magnitud, y se espera que otros países adopten programas similares o refuercen las medidas existentes. Los países que gozan de mejor calidad crediticia, según los diferenciales del mercado, en general han respondido de forma más enérgica a la pandemia.
Los bancos centrales de la región han reducido las tasas de política monetaria y han tomado medidas para apoyar la liquidez y contrarrestar excesos de volatilidad en los mercados financieros internos. A fin de garantizar condiciones adecuadas de liquidez, algunos bancos centrales han incrementado el tamaño de sus operaciones de suministro de liquidez, permitiendo a veces la participación de intermediarios financieros no bancarios y el uso de títulos del sector privado de alta calificación. Varios bancos centrales (Brasil, Chile, México y Perú) también han intervenido en los mercados cambiarios y otros mercados financieros para contrarrestar excesos de volatilidad.
Además, los reguladores bancarios han adoptado una serie de medidas para facilitar el suministro continuo de crédito en un entorno incierto y recesivo. Han flexibilizado las regulaciones, por ejemplo, con reducciones de los encajes legales, de provisiones para la cartera vencida y permitiendo el uso de reservas de capital anticíclicas de forma temporal para facilitar el refinanciamiento y/o la reestructuración de préstamos existentes. Los bancos públicos en Brasil y Colombia han concedido créditos a pequeñas y medianas empresas y a empresas de sectores particularmente afectados por los confinamientos, en tanto que Brasil, Chile, Perú y otros países han brindado garantías de crédito para ayudar a las empresas afectadas a mantener y conseguir acceso al crédito.
Retos en la implementación
Dado que estamos en territorio desconocido y que las respuestas de política aún están en evolución, las autoridades están enfrentando importantes retos de implementación. Por ejemplo, es posible que los gobiernos no puedan llegar a los hogares vulnerables mediante transferencias tradicionales en lugares que carecen de sistemas amplios de asistencia social y donde predomina la informalidad. Además, es más complicado hacer llegar la asistencia a las empresas más pequeñas y las del sector informal. Dado el alto nivel de informalidad en la región, los países deberían usar todos los registros disponibles y métodos posibles para llegar a las empresas más pequeñas y los trabajadores informales.
Además, en vista de que la pandemia, la recesión y las respuestas de política necesarias provocarán considerables aumentos del déficit público y la deuda, los países tendrán que crear espacio fiscal reduciendo el gasto no prioritario y mejorando la eficiencia del gasto.
Los países tendrán que cerciorarse de que las políticas adoptadas en respuesta a la crisis no sean percibidas como permanentes para que no se perpetuen y generen distorsiones, en especial la asistencia focalizada a ciertos sectores. Varios países que tienen reglas fiscales sobre los déficits admisibles o sobre la cantidad de gasto que pueden efectuar sus gobiernos han invocado, razonablemente, cláusulas de escape para permitir aumentos excepcionales del gasto público y los déficits (Brasil, Chile, Perú, entre otros), pero las autoridades deben comunicar una senda clara para retornar al cumplimiento de estas reglas en el mediano plazo.
A fin de proporcionar los ingresos adicionales tan necesarios para ayudar a financiar todas estas iniciativas, podría ser apropiado incrementar la tributación de los productos petroleros en un momento en que los precios mundiales están en niveles más bajos, siempre que no suban los precios internos que pagan los consumidores finales. Además, la tensión entre lo que es necesario y lo que es posible también puede variar en función de las medidas de política. Los países capaces de asumir un compromiso creíble con una política fiscal sostenible introduciendo cambios en sus marcos tributarios, de gasto y fiscales que garanticen correcciones una vez que la economía vuelva a su cauce, podrán generar un importante espacio fiscal en el presente para hacer frente a la crisis.
Medidas de política monetaria
Existe margen para recortar más las tasas de política monetaria y apoyar más la liquidez. Las fuertes brechas del producto y las tasas más bajas por períodos más prolongados en las economías avanzadas hacen pensar que algunos bancos centrales de la región podrían recortar más las tasas, pero las salidas de capital pueden restringir las distensiones adicionales de la política.
Los bancos comerciales pueden mostrarse renuentes a prestar a sectores riesgosos durante una recesión profunda, de modo que el riesgo de crédito podría mitigarse con préstamos directos o garantías explícitas proporcionadas por el gobierno a través de bancos de fomento o instrumentos creados específicamente para cumplir este objetivo.
Algunos países han recurrido a un uso prudente y temporal de la flexibilidad regulatoria para facilitar el refinanciamiento, como por ejemplo al ofrecer a los deudores cierto margen antes de clasificar préstamos como vencidos y al postergar las costosas provisiones respectivas .
Cómo puede ayudar el FMI
Varios países de la región no podrán acceder a suficientes recursos para cubrir las ingentes necesidades financiamiento externo. Hasta ahora, de aproximadamente 100 países que han solicitado financiamiento de emergencia del FMI, 16 son de América Latina y el Caribe. Además, otros países de América Latina y el Caribe han solicitado nuevos programas o la ampliación de programas existentes, como Honduras.
Ante esta crisis sin precedentes, el FMI está activamente comprometido a ayudar a los países miembros a cubrir esta brecha mediante varios instrumentos. Esto incluye usar su balance de USD 1 billón, acelerar la aprobación de servicios de préstamo, incrementar los límites de los servicios existentes y proporcionar alivio de la deuda a los países miembros más pobres y vulnerables afectados por la pandemia en el marco de la revisión del Fondo Fiduciario para Alivio y Contención de Catástrofes . Además de los instrumentos de emergencia, el FMI está preparado para desplegar mecanismos más tradicionales (como el Servicio de Crédito Stand-by y el Servicio Ampliado del FMI), así como sus líneas de crédito contingentes (como las líneas de crédito flexible y las líneas de crédito precautorio).
Como ha señalado nuestra Directora Gerente, Kristalina Georgieva, salvar vidas y proteger los medios de vida son dos tareas que van de la mano. No es posible hacer lo uno sin lo otro. En el FMI estamos trabajando tanto para garantizar una respuesta sólida a la crisis sanitaria como para proteger la solidez de las economías.