Existe consenso en cuanto a que la magnitud de la crisis financiera reciente podría haber sido menor si se hubiera contenido la acumulación de los riesgos sistémicos—que afectan al sector financiero integralmente—en marcha desde hacía varios años. En respuesta, algunos países de América Latina han tomado medidas dirigidas a fortalecer su marco institucional para prevenir dichos riesgos y, con ello, reducir la probabilidad de crisis financieras. Chile, México, Uruguay y Brasil han adoptado reformas macroprudenciales del tipo de las aprobadas en Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda y, recientemente, en Alemania.
Las reformas adoptadas buscan evitar que se acumulen vulnerabilidades que afecten a la totalidad del sistema financiero, no sólo a instituciones individuales como es el caso de la regulación tradicional. En palabras simples, se trata de ver no sólo el árbol sino también el bosque. A este enfoque se le ha denominado “política macroprudencial” puesto que tiene en cuenta a todo el sistema financiero y vincula su actividad con el desenvolvimiento macroeconómico.
Nuevas instituciones
El primer paso ha sido crear las bases institucionales para la política macroprudencial mediante la creación de consejos o comités de estabilidad financiera. Estas nuevas instituciones involucran no sólo a los organismos de supervisión financiera sino también a los bancos centrales, cuyo mandato tiene un alcance macroeconómico. El objetivo de estos comités es, precisamente, hacer un seguimiento de los riesgos que puedan comprometer la estabilidad del sistema financiero, visto de manera integral.
Para contener la acumulación de estos riesgos, los comités de estabilidad financiera pueden recomendar el uso de instrumentos macroprudenciales. Ejemplos de estos instrumentos son el establecimiento de provisiones contra-cíclicas y la imposición de límites a la relación entre el préstamo otorgado y el valor del activo que se financia o a la relación entre el valor adeudado y el ingreso de la persona o empresa deudora.
El establecimiento de comités de estabilidad financiera es particularmente necesario en países en los que la regulación bancaria la realiza una institución separada del banco central como en Chile, Colombia, México y Perú—el “modelo Pacifico”—y, en menor medida, en aquellos donde el banco central es responsable de ambas tareas como en Argentina, Brasil y Uruguay—el “modelo Atlántico”—(ver un estudio reciente).
Recomendaciones para América Latina
Pero, ¿cuán efectivas podrán llegar a ser las medidas adoptadas?
Sin duda, la creación de comités de estabilidad financiera es un paso en la dirección correcta pues crea una entidad con un mandato explícito de evitar la acumulación de riesgos que puedan comprometer la estabilidad del sistema financiero de manera integral. Sin embargo, la efectividad de estos comités dependerá de su mandato jurídico para adoptar instrumentos macroprudenciales. En América Latina, los comités de estabilidad financiera sólo están investidos de capacidad para recomendar la adopción de estos instrumentos pero no para imponerlos, lo que limita su capacidad de acción. Además, la rendición de cuentas se diluye entre varias instancias de decisión, ya que es difícil evaluar la efectividad de una institución que no tiene facultades de ejecución.
También es positivo que los comités de estabilidad financiera permitan sentar en la misma mesa a las instituciones relevantes para preservar la estabilidad financiera, incluyendo al ministro de finanzas. Sin embargo, asignar la presidencia de estos comités al gobierno, como ocurre en América Latina, puede ser un problema. Si bien el gobierno debe ser parte de los esfuerzos de prevención de crisis financieras, pues los costos de dichas crisis son eventualmente cubiertos por impuestos que afectan a toda la población, los incentivos para la toma de decisiones pueden verse menoscabados por tener al ministro de finanzas presidiendo estos comités. La política macroprudencial es de naturaleza preventiva y, por tanto, muchas de las medidas deben ser adoptadas en periodos de relativo auge económico, en los que el objetivo de esas medidas es precisamente moderar el crecimiento del crédito y, de la economía en general, algo que los gobiernos típicamente encuentran poco atractivo. Una alternativa es que el comité de estabilidad financiera sea presidido por el banco central, como ocurre en Inglaterra.
Para los países con una estructura institucional del tipo del “modelo Atlántico”, es importante que el mandato del banco central establezca claramente que el objetivo de la política monetaria es preservar la estabilidad de precios y el de la política macroprudencial la estabilidad financiera. De esta manera, queda delineado el campo de acción de cada una de estas dos políticas y se puede establecer una mejor rendición de cuentas.
En suma, América Latina está mostrando una actitud proactiva para evitar crisis financieras sistémicas como las que enfrentó en el pasado y hoy impactan a la mayoría de los países avanzados. El marco institucional que se ha establecido hasta ahora presenta avances muy importantes. Sin embargo, dicho marco institucional puede ser mejorado aún más para asegurar una mayor efectividad de la política macroprudencial.