Discurso de Christine Lagarde, Directora Gerente del FMI: "Reforzar la credibilidad de las políticas y reimpulsar un crecimiento vigoroso"
22 de mayo de 2015
Reforzar la credibilidad de las políticas y reimpulsar un crecimiento vigoroso
Christine LagardeDirectora Gerente, FMI
XVII Seminario anual del Banco Central de Brasil sobre metas de inflación
22 de mayo de 2015
Texto preparado para la intervención
Introducción
Buenos días—Bom dia!
Muchas gracias, señor Gobernador, por su gentil presentación.
Es tan placentero encontrarme nuevamente en Brasil, uno de los primeros países que visité en calidad de Directora Gerente del FMI. Es especialmente placentero estar aquí con ustedes en Río de Janeiro, ciudad anfitriona de las últimas Reuniones Anuales del FMI celebradas en América Latina en 1967. Me deleita poder decir que este año las Reuniones Anuales del FMI volverán a celebrarse en la región; espero reencontrarme con muchos de ustedes en Lima en octubre.
También es un placer para mí participar hoy en este importante evento sobre política monetaria. El régimen de metas de inflación ha sido un pilar fundamental del sólido marco macroeconómico de Brasil en los últimos 15 años. Conjuntamente con la responsabilidad fiscal y el tipo de cambio flexible, la fijación de metas de inflación aportó importantes beneficios a este país, permitiéndole mantener un fuerte crecimiento y a la vez estabilizar la inflación. Esto se consiguió al tiempo que se reducía la deuda pública y se acumulaban reservas internacionales y, fundamentalmente, al tiempo que se sacaba a millones de personas de la pobreza. Se trata de un logro notable.
No obstante, la crisis financiera mundial y la evolución reciente del entorno externo están planteando desafíos a las autoridades de muchas economías de mercados emergentes. Están reavivando un activo debate sobre el papel de la política monetaria, que incluye temas como la fijación de metas de inflación.
Por ejemplo, ¿cómo garantizar la estabilidad de precios si existe incertidumbre con respecto a la capacidad productiva de la economía? ¿Cómo lograr la estabilidad financiera si las políticas macroprudenciales no son lo suficientemente eficaces como para aliviar el riesgo sistémico? ¿Y cómo asegurar que la política monetaria refuerce otras políticas macroeconómicas para apoyar el crecimiento y la creación de empleo?
Se trata de desafíos importantes no solo para Brasil, sino también para otros bancos centrales de la región.
Como dijo en una ocasión Alice Rivlin, ex Vicepresidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, “El trabajo del banco central (y a su vez de los banqueros centrales) es preocuparse”.
Por eso la conferencia de hoy es particularmente oportuna para ayudarnos a abordar algunas de esas “preocupaciones” que se perfilan en el horizonte. Con este ánimo, quisiera compartir mi opinión sobre tres temas:
Primero, los cambios en el panorama mundial y las implicaciones para América Latina y Brasil.
Segundo, cómo afianzar la capacidad de resistencia para hacer frente a perspectivas más desafiantes a corto plazo.
Tercero, cómo restablecer y sustentar un crecimiento vigoroso e inclusivo.
1. América Latina: Se ha avanzado mucho, pero se avecinan tiempos más difíciles
Primero quisiera poner de relieve los principales logros macroeconómicos alcanzados en el pasado y los desafíos para la región en el futuro.
En las últimas décadas, los países de la región han superado enormes desafíos. Pensemos en la crisis de la deuda y la década perdida de los años ochenta. A partir de esa experiencia, las autoridades económicas en muchos países de América Latina alcanzaron notables logros. Redujeron la deuda pública, afianzaron sus regímenes monetarios, recompusieron sus reservas externas y, en muchos casos, abrieron sus fronteras al comercio.
En un contexto de precios de las materias primas al alza y condiciones externas favorables, estas políticas generaron un cambio positivo en el ámbito macroeconómico. Entre 1990 y 2009, la región creció a una tasa anual promedio del 3%, la inflación se estabilizó en niveles bajos y se lograron grandes avances en una serie de dimensiones del desarrollo social.
Por ejemplo, la pobreza se redujo en toda la región, y la clase media representa ahora casi la mitad de la población de América Latina, frente a solo el 20% hace una década. También ha mejorado la inclusión financiera: más de la mitad de los adultos de la región tenían acceso a una cuenta bancaria en 2014, frente a menos del 40% hace tres años.
En muchos aspectos, Brasil constituye un ejemplo emblemático de estas tendencias. Ayer tuve la oportunidad de constatar, de primera mano, cómo funcionan algunos de los programas sociales del país. Bolsa Família y Brasil sem Miseria son programas muy conocidos y admirados. Me sorprendió especialmente algo que no conocía muy bien hasta ayer: los esfuerzos realizados para empoderar a las mujeres, entre otras formas, brindándoles oportunidades de capacitación para que puedan convertirse en empresarias independientes de éxito en sus comunidades.
Nuevamente, estos son logros impresionantes por los cuales Brasil merece nuestro aplauso. No obstante, Brasil y gran parte de la región se encuentran ahora en una situación muy difícil debido a la contracción de la demanda mundial y a la continua desaceleración de la actividad interna.
¿A qué desafíos mundiales me refiero?
En primer lugar, el crecimiento mundial sigue siendo modesto y desigual: 3,5% este año; es decir, más o menos el mismo nivel que el año pasado. Algunos socios comerciales importantes, como China, están desacelerándose, mientras que las economías avanzadas se están recuperando a distintas velocidades: más rápidamente en Estados Unidos, y más lentamente en Europa y Japón.
Al mismo tiempo, es probable que la caída de precios del petróleo y las materias primas continúe, y se prevé que las tasas de interés de Estados Unidos comiencen a subir paulatinamente. El momento exacto del despegue de las tasas interés y su impacto en los flujos internacionales de capital es incierto, a pesar de que esta es una de las decisiones de política monetaria más esperadas que yo recuerde. No sorprende que esto sea una de las principales preocupaciones de los bancos centrales de esta y otras regiones.
Aunque no es el pronóstico central en nuestras perspectivas, la futura normalización de la política monetaria estadounidense podría generar volatilidad en los mercados, lo que puede tener efectos más generales en la economía mundial. Una continua y eficaz comunicación por parte de la Reserva Federal ayudará a transmitir las futuras decisiones de política y mitigará la posibilidad de que se produzcan movimientos bruscos de los precios de los activos.
También consideramos que un aumento de tasas de interés que refleje una sólida mejora de la economía de Estados Unidos probablemente tendrá efectos positivos en toda la región. Naturalmente, aquellos países más directamente vinculados con Estados Unidos gozan de una posición privilegiada para aprovechar esta mejora. Para algunos países como Brasil, los efectos derrame de un crecimiento más vigoroso en Estados Unidos —y, por lo tanto, de un crecimiento mundial más sólido— serán positivos.
En términos más generales, la orientación asíncrona de la política monetaria en las economías avanzadas probablemente contribuirá a la volatilidad de importantes tipos de cambio en el período venidero.
Teniendo en cuenta todos estos factores, según nuestras proyecciones más recientes, el crecimiento en América Latina y el Caribe disminuirá por quinto año consecutivo, ubicándose por debajo del 1% en 2015. En el caso de Brasil, como señalan muchos otros analistas, prevemos una contracción del 1% este año y una recuperación ligera el año próximo.
Así pues el panorama a corto plazo plantea desafíos importantes. No obstante, como optimista que soy, ante cada desafío, veo una oportunidad para aprender del pasado y construir un futuro mejor. Una lección fundamental del anuncio del repliegue del estímulo monetario en 2013 es que la capacidad de resistencia a la volatilidad externa se construye a nivel interno, con políticas y fundamentos económicos sólidos.
Esto me remite a mi segundo tema: cómo reforzar la capacidad de resistencia. Brasil está sentando las bases para lograr este objetivo fortaleciendo sus políticas macroeconómicas.
2. Reforzar los marcos de política económica para afianzar la capacidad de resistencia
Al igual que otros países de la región, Brasil respondió de manera adecuada a la crisis financiera mundial implementando políticas anticíclicas. Y al igual que muchos otros países de la región, mantuvo el estímulo al observar una tímida recuperación del crecimiento.
Naturalmente, en retrospectiva, la reducción del crecimiento potencial de Brasil —que no era tan evidente en 2011— jugó un papel. En la jornada de hoy, el personal técnico del FMI presentará un análisis más detallado sobre este tema.
Es imperativo impulsar el crecimiento, pero esto tiene que ver más con la oferta que con la demanda. El enfoque recomendado para garantizar la estabilidad y afianzar la capacidad de resistencia a shocks externos es el fortalecimiento de las políticas macroeconómicas.
Resulta alentador observar que el gobierno de Brasil está aplicando esta estrategia. Anunció una meta para el superávit primario fiscal del 1,2% del PIB este año y del 2% del PIB en 2016–17. También se han adoptado una serie de medidas para alcanzar estas metas. Este aumento gradual, aunque significativo, del superávit primario es necesario para reforzar la credibilidad de la formulación de las políticas nacionales.
Al mismo tiempo, para garantizar un uso eficiente de los recursos limitados en la economía se están actualizando los principales precios administrados. Si bien esta medida es importante, un efecto secundario ha sido el aumento de las presiones inflacionarias. Para evitar que estas variaciones de los precios relativos afectaran a las expectativas a mediano plazo del mercado, se ha aplicado, adecuadamente, una política monetaria contractiva desde finales del pasado año.
Hay indicios de que esta política está funcionando. Aunque la inflación se mantendrá elevada en 2015 debido a las variaciones de los precios relativos, se espera que vuelva a situarse dentro de la banda en 2016, y que luego siga convergiendo hacia la meta central.
Por lo tanto, en general, el reciente fortalecimiento de las políticas fiscales y monetarias, junto con la sólida posición de las reservas internacionales y el sistema de tipo de cambio flexible, son críticos para reforzar la credibilidad y la capacidad de resistencia de los marcos de política económica de Brasil.
Por lo tanto, Brasil está claramente en el camino correcto.
Lo mismo puede decirse de otros países de la región, que están fortaleciendo de manera significativa sus políticas macroeconómicas.
Naturalmente, esta estrategia ha dado pie a críticas en el contexto de la disminución del crecimiento. Sin embargo, nuestro análisis sugiere que las ventajas de un estímulo adicional podrían poner en peligro la credibilidad de las medidas de política adoptadas anteriormente, la cual se ha ganado con tanto esfuerzo y es especialmente importante para restablecer y sustentar las perspectivas de un crecimiento sólido, equilibrado e inclusivo.
Llegamos así al tercer y último tema: las reformas estructurales necesarias para impulsar la productividad y garantizar aumentos duraderos del crecimiento potencial.
3. Reimpulsar un crecimiento vigoroso e inclusivo y aprovechar la promesa que encierran las reformas estructurales
Como dijo el distinguido autor brasileño del siglo XIX, José de Alencar: “El éxito nace de la voluntad de alcanzar un objetivo. Aunque la meta no sea alcanzada, quien busca y vence obstáculos, al menos hará cosas admirables”.
En el contexto actual, claramente no será tarea fácil restablecer un crecimiento sólido ni mantener la estabilidad macroeconómica y financiera que la región ha logrado con tanto esfuerzo. Sin embargo, las dificultades que aquejan hoy a la región también pueden abrir nuevas oportunidades para abordar las persistentes deficiencias e implementar reformas que pongan en marcha una nueva fase de prosperidad y de progreso social. Venciendo obstáculos, pueden hacerse cosas admirables.
Quisiera subrayar que se requieren medidas en muchos ámbitos. Destacaré tres, y vuelvo a utilizar el ejemplo de Brasil para ilustrar algunos de los desafíos a los que se enfrentan todos los países de la región.
La primera medida de la lista es subsanar las deficiencias de infraestructura. Uno de los obstáculos más importantes que frena la productividad en muchas economías latinoamericanas, incluida la economía de Brasil, es una infraestructura inadecuada. Por ejemplo, según la publicación World Economic Forum Surveys, hay problemas con la calidad de las vías de tránsito, los puertos y el transporte aéreo en el país.
En ese contexto, el Programa de Concesiones en Infraestructura es un paso importante y oportuno en la dirección correcta. Una característica de importancia crítica es que exige la participación esencial del sector privado.
Como señaló recientemente el Ministro Levy en un seminario en Washington, Brasil tiene una larga trayectoria de éxito con respecto a la participación del sector privado en el desarrollo y gestión de la infraestructura. El Puente de Rio-Niteroi, que puede verse fácilmente desde la mayoría de los sitios con vista de Río y cuya concesión fue subastada recientemente, es un buen ejemplo.
La segunda medida de mi lista es reducir los costos de la actividad empresarial. Por ejemplo, el sistema impositivo de Brasil se caracteriza por un complejo conjunto de impuestos indirectos, incluso a nivel nacional y subnacional, que generan elevados costos de cumplimiento tributario.
Si se simplificaran el impuesto estatal a la circulación de mercaderías y servicios (ICMS) y el impuesto federal a las ventas, se podría mejorar significativamente el clima de negocios. Al mismo tiempo, es necesario abordar las rigideces presupuestarias para mejorar la eficiencia del gasto público.
Y la tercera medida de mi lista de prioridades para impulsar el crecimiento consiste en reimpulsar la integración comercial. América Latina y, en particular, Brasil pueden beneficiarse en gran medida de una integración más profunda en las cadenas mundiales de valor y de una mayor transferencia de tecnología de sus socios comerciales.
Asia es un ejemplo útil de los beneficios de la integración en las cadenas mundiales y regionales de valor. Entre los principales mercados emergentes, Brasil registró el volumen más pequeño de comercio en bienes y servicios como proporción del PIB. Así pues, incluso esfuerzos modestos orientados a impulsar una mayor integración comercial contribuirían a afianzar de manera significativa las perspectivas de crecimiento.
Brasil ha puesto en marcha iniciativas en todos estos ámbitos, algunas más conocidas o más avanzadas que otras. La clave ahora consiste en una implementación vigorosa y ambiciosa para impulsar el crecimiento y la prosperidad que todos deseamos.
Conclusión
Para concluir, quisiera señalar que en los últimos años hemos presenciado algunos cambios importantes en esta región, sobre todo entre el Norte y el Sur. En 2010, el Norte se enfriaba y el Sur se calentaba. Hoy, el norte se recupera y el Sur aún espera.
Sin embargo, desde mi punto de vista, puedo ver una oportunidad inmensa para toda la región: una recuperación del crecimiento y un período de prosperidad tanto en el Norte como en el Sur. Y Brasil puede ser uno de los principales impulsores. Es cierto que las condiciones externas son ahora menos favorables y que las limitaciones internas no son insignificantes. Aun así, con perseverancia y tomando las decisiones de políticas correctas, esas perspectivas más favorables están a nuestro alcance.
No puedo irme de Brasil sin mencionar a uno de sus íconos más importantes en un ámbito en el que Brasil siempre ha destacado: el gran Pelé, que dijo: “El éxito no es ningún accidente. Es trabajo duro, perseverancia, aprendizaje, estudio, sacrificio y sobre todo, amor a lo que uno está haciendo o aprendiendo.”
Ahora que se acercan las Reuniones Anuales en Lima, Perú, tengo la certeza de que las autoridades económicas hallarán la perseverancia, la inspiración, y sí, el coraje, para tomar las decisiones correctas y propiciar una nueva era para la región. Y como en el fútbol, cada uno de los países debe cumplir con la tarea que le toca para que gane toda la región.
Obrigada—Muchas gracias.
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