En parte, estas diferencias reflejan el grado de “convergencia”. Es mucho más fácil para los países pobres crecer con mayor rapidez que para los países ricos porque pueden importar tecnología que aún no tienen. Para un país es mucho más difícil crecer rápidamente si es rico, y si ya se encuentra en la vanguardia tecnológica; solo podrá llegar a ser más rico mediante la innovación.
Pero el grado de convergencia es solo una parte de la historia. Algunos países han crecido a un ritmo mucho más lento de lo que cabía esperar teniendo en cuenta su nivel de riqueza ―o pobreza―, mientras que otros han crecido a un ritmo mucho más rápido. Por ejemplo, en Italia y Portugal el crecimiento ha sido más lento de lo previsto, mientras que en la República Eslovaca y Suecia ha sido mucho más rápido.
La integración a la economía mundial tiene importancia
¿A qué se deben estas diferencias? A las políticas macroeconómicas y a los obstáculos al crecimiento. Algunos países con mercados de trabajo y de bienes muy regulados e instituciones y políticas macroeconómicas inadecuadas han sido menos flexibles, menos competitivos y menos integrados a la economía mundial que sus vecinos con un desempeño más sólido.
De hecho, es sorprendente observar que los países con un desempeño más sólido están mucho más integrados a la economía mundial que aquellos países con un desempeño más deslucido. Los primeros registraron niveles cada vez más altos de comercio exterior, tanto de exportaciones como de importaciones, mientras que muchos países con un desempeño económico deficiente experimentan niveles más bajos y estancados. En Alemania, Austria, los Países Bajos y Suecia, la proporción de las exportaciones e importaciones en el PIB aumentó de aproximadamente 15% a más del 20% entre 1995 y 2010. Este también fue el caso de la República Checa y la República Eslovaca y, en menor medida, Polonia. En el otro extremo del espectro, la relación exportaciones/PIB e importaciones/PIB de España, Grecia, Italia y Portugal se estancó durante esos años.
Cómo recuperarse de la euroesclerosis
El problema de los bajos niveles de crecimiento en algunos países de Europa no es nuevo. A finales de los años setenta y principios de los ochenta, muchos países de Europa tuvieron problemas de “euroesclerosis”: altos niveles de desempleo y bajas tasas de crecimiento. Estos períodos anteriores brindan importantes enseñanzas, dado que muestran que un cambio de políticas puede reactivar la economía.
Veamos el caso de los Países Bajos y Suecia. En los años ochenta y noventa, estos dos países llevaron a cabo reformas fundamentales para impulsar el crecimiento después de un largo período de desempeño deslucido. De su experiencia se desprenden algunas enseñanzas sobre las reformas que podrían ayudar a otros países a revertir su situación económica.
Ambos países emprendieron reformas después de un período prolongado de malestar económico, el cual culminó con una crisis. El ingreso per cápita se redujo en relación con el de Alemania a lo largo de aproximadamente una década; las finanzas públicas se deterioraron y los déficits fiscales aumentaron. En los Países Bajos, el desempleo aumentó porque los costos laborales reales eran demasiado altos; en Suecia el crecimiento se desaceleró debido al bajo rendimiento de las industrias tradicionales, la crisis bancaria de principios de los años noventa y los asfixiantes impuestos.
Ambos países hicieron frente a los desequilibrios macroeconómicos y a los obstáculos al crecimiento. Las reformas se centraron en los cuellos de botella más onerosos. En los Países Bajos, el objetivo principal inicial consistió en restablecer el empleo, que se había visto afectado por los costos laborales y, por lo tanto, el eje central del programa de reformas fue lograr un acuerdo salarial entre empleadores y sindicatos.
También se aplicaron otras reformas tributarias y de las prestaciones sociales que ayudaron a crear empleo y alentaron a un mayor número de personas a incorporarse a la fuerza laboral. Suecia abordó varios problemas fundamentales en diversos frentes mediante la consolidación fiscal, las reformas al sistema impositivo, el saneamiento del sector bancario y la reorganización del sistema de negociaciones salariales. Además, ambos países redujeron la regulación para favorecer el desarrollo de nuevas empresas e industrias.
Aunque las reformas abarcaron más de una década y fue necesario un cierto tiempo para obtener todos sus beneficios, estas dieron muy buenos resultados: el ingreso per cápita tanto en los Países Bajos como en Suecia es ahora mucho más elevado incluso que el de Alemania.
¿Qué enseñanzas deberían extraer los países con un desempeño poco sólido?
• En primer lugar, las reformas funcionan, pero llevan tiempo. Lleva tiempo aplicar las reformas. Se necesita tiempo para que su impacto resulte visible —inicialmente la situación económica puede incluso empeorar— y para sentir plenamente dicho impacto. Pero los beneficios se acumulan a lo largo del tiempo, y pueden ser considerables.
• En segundo lugar, es esencial corregir los desequilibrios macroeconómicos y eliminar los obstáculos al crecimiento. Si no se controlan los déficits y la deuda, es poco probable que repunte el crecimiento. Pero corregir los desequilibrios macroeconómicos sin eliminar los obstáculos al crecimiento difícilmente conducirá a un crecimiento elevado y sostenido.
• Por último, lo que debe ser reformado cambia con el tiempo. A medida que desaparecen los obstáculos al crecimiento, surgen nuevas exigencias.