China, la globalización y el FMI -- Discurso del Sr. Eduardo Aninat
14 de enero de 2001
Eduardo AninatSubdirector Gerente, Fondo Monetario Internacional
Segundo Foro sobre Globalización organizado por la
Fundación para la Cooperación en temas de Globalización
Sanya, China, 14 de enero 2001
Señor presidente, señoras y señores: Es para mí un honor encontrarme aquí en un momento tan trascendental del notable desarrollo de China. El tema que ustedes están considerando, la globalización y sus amplias ramificaciones, no puede ser más oportuno. Ocupa el primer lugar en los temarios internacionales de los centros formuladores de política económica, absorbe la atención de académicos y estudiosos, genera gran interés en los medios de comunicación y fascina a los pueblos del mundo que analizan las consecuencias que tiene sobre sus propias vidas.
Para China, éste no es un simple asunto teórico. Nada se presiente como más real. En los meses y años venideros, China tendrá que tomar decisiones que determinarán en qué medida se integrará mejor en el sistema global. Ya no se plantea la integración en sí, sino, más bien, la mejor manera de integrarse.
La globalización ofrece enormes beneficios en forma de productividad y niveles de vida más elevados. Pero también presenta desafíos: adaptarse a mercados de capital volátiles y lograr que todos puedan compartir los beneficios de una economía globalizada. En última instancia, China, como el resto de las naciones, tendrá que encontrar su propio camino, manteniéndose fiel a su cultura y tradiciones. El FMI, junto con los demás miembros de la familia de las Naciones Unidas, puede contribuir a crear un entorno más seguro para llevar a cabo estas tareas. Como dijo recientemente el Secretario General, Kofi Annan: "Nos incumbe la tarea de asegurar que la mundialización proporcione beneficios no sólo a algunos, sino a todos; que la paz y la seguridad se mantengan no sólo para unos pocos, sino para los muchos; que existan oportunidades no sólo para los privilegiados, sino para todos los seres humanos."1
En mis palabras de hoy, quisiera referirme a cómo las instituciones financieras internacionales, y sobre todo el FMI, pueden contribuir a esos fines. Antes, sin embargo, desearía examinar el fenómeno de la globalización y la manera en que éste incide en las opciones económicas de China.
La globalización: Un impulso irresistible
Podemos definir la globalización como la interacción e integración crecientes de las diversas sociedades del planeta en todas las dimensiones importantes de su actividad, ya sea ésta económica, social, política, cultural o religiosa. No es nada nuevo; viene ocurriendo desde hace siglos. La fuerza del impulso presenta tres vertientes.
- Primero, mejoras en la tecnología, sobre todo en el transporte y las comunicaciones.
- Segundo, el deseo de la gente de aprovechar las oportunidades que ofrece la interacción con otras sociedades, a través del comercio, la migración, la inversión y la adquisición de conocimientos.
- Tercero, en las últimas décadas, la reducción de las barreras al comercio internacional y las corrientes de capital que obedecen a la liberalización de las medidas de política.
Lo que sí es diferente en la época actual es el enorme impacto de las nuevas tecnologías de la información sobre la integración de los mercados, la eficiencia y la organización industrial, con las consiguientes repercusiones sobre el desarrollo del capital humano. ¿En qué forma contribuyen las nuevas tecnologías? Elevan la eficiencia y el crecimiento divulgando los conocimientos y reduciendo el costo de las transacciones para las empresas y el conjunto de la economía. Por ejemplo, a medida que se dispone de información comercial más fiable y oportuna, las empresas pueden conocer mejor las necesidades de sus clientes, reducir existencias, asignar recursos más eficientemente y lograr que los trabajadores sean más productivos.
La creciente disponibilidad de información tiende también a reducir las barreras al acceso a los mercados, favorece la competencia y contribuye a que la inversión sea más elevada. Si bien está claro que existe una "separación digital" entre los países industrializados y los países en desarrollo, la disponibilidad generalizada de nuevas tecnologías y el mejor acceso a los mercados gracias a Internet ofrecen la oportunidad a los países pobres de entrar rápidamente en la era moderna. El incremento resultante de la eficacia del mercado y los cambios de los métodos de operación de las empresas se traducen en un impulso positivo sobre la oferta que conduce a un salto cuántico de la productividad general.
No es sorprendente, en estas circunstancias, que el desarrollo del capital humano cobre nueva importancia. De hecho, no es exagerado asegurar que el capital más importante de la revolución digital es el capital intelectual. Los estudios sobre fuentes de crecimiento indican que la acumulación más rápida de capital humano—y un uso más eficiente del mismo en los sectores económicos clave—puede ser crucial para consolidar el crecimiento de un país.
Lo que también es diferente en la situación actual de globalización es la rapidez con que evoluciona. Desde la segunda guerra mundial, el comercio ha sido la fuerza impulsora principal del crecimiento económico, y la expansión del comercio mundial ha tenido un ritmo dos veces más rápido que el del crecimiento del producto mundial. Ha sido paralelo a la mayor internacionalización de la producción, del crecimiento del comercio de servicios, de la participación de los países en desarrollo como productores y exportadores de manufacturas y del aumento explosivo de las corrientes internacionales de capital. El mundo en su totalidad ha salido muy beneficiado con esta apertura. A nivel mundial, el ingreso real per cápita se ha duplicado aproximadamente desde mediados de los años sesenta y, en promedio, el incremento en los países en desarrollo ha sido tan rápido como en los países industriales.
Un claro consenso entre los formuladores de la política y los economistas hoy día es que una estrategia orientada al exterior es esencial para poder alcanzar el crecimiento económico sostenido que hace falta si se quiere elevar el nivel de vida. Más aún, es difícil encontrar pruebas de que un solo país haya conseguido elevar considerablemente el nivel de vida de su pueblo con carácter sostenido, sin haber ampliado fuertemente sus lazos comerciales y de inversión con otros países. Sabemos que las economías más abiertas crecen con más rapidez que las cerradas, y un crecimiento rápido es necesario, aunque no suficiente, para reducir la pobreza.
En definitiva, los países no tienen otra alternativa si no es integrarse en la economía mundial. No integrarse significa correr el riesgo de marginalización, en un momento en que ya existe una enorme y creciente brecha entre los países ricos y los pobres. Sin embargo, el camino de la apertura se tiene que programar cuidadosa y prudentemente, a medida que se superan las debilidades estructurales que haya, y se refuerzan las normas prudenciales.
China: En el umbral
Yo sé que en China se conoce bien el planteamiento que acabo de formular y también que China es consciente de que las ventajas de la integración en la economía mundial compensan con creces el costo que se asume. Dos décadas de reforma lo demuestran, con un crecimiento que en promedio se sitúa en torno al 9% desde 1980; un logro que es extraordinario desde cualquier punto de vista. Además, China soportó los efectos de una crisis en Asia mucho mejor que la mayor parte de la región, gracias a la flexibilización oportuna de la política fiscal y monetaria, a su fuerte posición externa, a un enfoque prudente en materia de liberalización de la cuenta de capital y a las reformas financieras. Las perspectivas para 2001 continúan siendo buenas, y se espera que el crecimiento se sitúe en torno al 7%.
Sin embargo, China se encuentra ante una gran encrucijada. El país está dispuesto a acelerar sustancialmente su integración en la economía mundial y convertirse en uno de los participantes principales en la escena económica internacional. Así se desprende de la decisión que ha tomado de ingresar en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de las medidas tomadas para que su moneda se mantuviera como pilar de estabilidad durante la crisis financiera en Asia. Ahora, ante esta mayor responsabilidad surge la necesidad urgente de acelerar las reformas; es más, el ingreso en la OMC podría significar un hito en el camino hacia una nueva generación de reformas.
La decisión de China de abrir aún más su economía debería contribuir a que la industria nacional sea más eficiente, a impulsar el desarrollo del marco jurídico y regulador que hace falta en una economía de mercado y a que crezca la inversión extranjera directa. Pero también producirá importantes perturbaciones a corto plazo durante la transición, que posiblemente incluyan un desempleo más elevado y mayor disparidad del ingreso. Elevará sin duda la presión de la competencia en varios sectores (agricultura, automóviles y ciertos productos con alta participación de capital como las telecomunicaciones), todo lo cual se debería orientar por el buen camino a largo plazo.
Por estos motivos, es esencial que China continúe preparando a las empresas y el sistema bancario para hacer frente a la competencia mundial. Entrañará la creación de un sistema público de seguridad social, el refuerzo del sistema bancario y una liberalización mayor de las tasas de interés. A medida que los efectos de una mayor competencia se dejen sentir en mejoras de eficiencia y productividad, lo que daría marcha atrás al descenso que se ha registrado en años recientes, los beneficios se plasmarían en niveles de vida más elevados para el pueblo chino.
¿Se beneficiará la economía de China con el ingreso en la OMC? Creemos que la respuesta es un rotundo ¡sí! En la coyuntura actual las exportaciones de China se concentran en una sección relativamente baja de la escala del valor agregado, como prendas de vestir, calzado y utensilios domésticos. Pero China está subiendo en esta escala, y sus exportaciones están penetrando en el campo de la alta tecnología. Una mayor liberalización sólo puede redundar en ventajas. Más aún, los estudios recientes subrayan el hecho de que todos los países se benefician de la reducción de las barreras al comercio, sobre todo de las propias.
Indudablemente, surgirán efectos adversos a corto plazo en algunos sectores de la economía china, pero los que pueden verse probablemente afectados representan una proporción pequeña del producto y el comercio. Aumentarán las importaciones, pero también las exportaciones a medida que se dejan sentir los efectos de la mayor eficiencia empresarial y de la eliminación de cuotas conforme al Acuerdo de la OMC sobre los Textiles y el Vestido. Además, desde el principio, China atraerá más inversión extranjera directa, sobre todo en el sector de los servicios, sin afectar demasiado a la balanza de pagos. Es el factor crucial de la mayor eficiencia lo que ofrece la promesa de un avance sostenido del ingreso real y de los niveles de vida.
Si bien la nueva generación de reformas será claramente beneficiosa para China, es indudable que los propios países industriales tienen que poner en práctica lo que aconsejan, y abrir sus economías de manera más directa y amplia. Serán ellos los que aprovechen más la liberalización de su propio comercio. Deberían liberalizar sobre todo aquellas áreas en las que los países en desarrollo poseen una ventaja comparativa clara y demostrada (por ejemplo, la agricultura, los alimentos elaborados, los textiles y el vestido y las manufacturas ligeras). La reducción de las barreras al comercio en un 50% global produciría una ganancia de bienestar que se ha calculado en US$400.000 millones al año para la economía mundial, ¡y los países en desarrollo captarían una tercera parte de esa ganancia! Es por ello que los países en desarrollo deben insistir en una nueva ronda mundial del comercio, que se ha llamado "la ronda del desarrollo". Entretanto, el FMI da su apoyo al llamamiento para que los países más pobres tengan acceso libre de derechos y de cuotas a los mercados de los países industriales. También da su apoyo a que se reconozcan en futuras rondas mundiales del comercio las medidas unilaterales que toman los países en desarrollo.
El FMI: Cómo hacer extensivos los beneficios a todos
Naturalmente, las perspectivas económicas de China se verán conformadas también por la evolución mundial. La fuerte expansión mundial de los dos últimos años está perdiendo fuerza. Se esperaba una desaceleración, desde luego, pero ahora parece que el crecimiento mundial será probablemente mucho más bajo que el previsto en las últimas Perspectivas de la economía mundial. No obstante, la oportuna reducción de ½ punto porcentual en las tasas de interés de la Reserva Federal contribuirá a que la desaceleración actual en Estados Unidos conlleve un "aterrizaje suave", sobre todo en vista de que hay margen tanto en el área de la política monetaria como de la fiscal. Europa y Japón pueden contribuir también acelerando sus planes de reforma, Europa en el campo del trabajo y las pensiones y Japón en el de los sectores empresarial y financiero.
Asia, en conjunto, ha registrado una recuperación notable en los últimos dos años. Sin embargo, la desaceleración en el resto del mundo, y también la incertidumbre política y económica en la región, merman la confianza y las perspectivas de futuro crecimiento. Se subraya así la necesidad de continuar respaldando las medidas macroeconómicas bien fundadas y de acelerar las reformas.
Pero, aun sin considerar las perspectivas a corto plazo, China y el resto del mundo necesitan también un entorno estable para poder prosperar. ¿Qué puede hacer el FMI en ese sentido? Permítanme centrarme en cuatro aspectos cruciales.
Primero, el FMI tiene que fomentar un crecimiento sostenido y no inflacionario para todos; lo que frecuentemente denominamos "crecimiento de alta calidad". El aspecto crucial aquí es crecimiento centrado en las personas, es decir, acompañado de una inversión adecuada en capital humano, sobre todo en enseñanza y salud, para aprovechar plenamente el enorme apalancamiento del desarrollo humano sobre el crecimiento y el bienestar. El crecimiento es la mayor esperanza que tenemos para poder reducir la pobreza: el mayor desafío de desarrollo que el mundo encara. El crecimiento es también la fuente vital de financiación para el gasto social previsto. Por ejemplo, en los años noventa, Chile pudo financiar cuatro quintas partes de un incremento del 50% en el gasto social real per cápita gracias al aumento de los ingresos tributarios debidos a un crecimiento más rápido.
Segundo, el FMI debe ser el centro al que competa la estabilidad del sistema financiero internacional. Es por ello que estamos reforzando ávidamente nuestra labor en los mercados de capital y los sistemas bancarios. Estamos tomando una serie de iniciativas con el objeto de mejorar instituciones, mercados y prácticas que los gobiernos, las empresas y las personas utilizan en el desempeño de las actividades económicas y financieras. Y estamos repensando la manera en que supervisamos las economías nacionales y el sistema monetario mundial.
Una iniciativa muy prometedora, en colaboración con el Banco Mundial, entraña el examen profundo de la solidez del sector financiero de un país. Queremos conocer en qué manera el sistema financiero podría hacer frente a factores de adversidad. Por ejemplo, ¿continuarían siendo rentables y solventes las instituciones financieras si surgiera una sacudida súbita y fuerte de las tasas de interés? Queremos consultar los indicadores que en el pasado señalaron una crisis y conocer la calidad del sistema supervisor y regulador. Tras un proyecto piloto con 12 países que ha dado buen resultado, el programa de evaluación del sector financiero (PESF) se ha ampliado ahora a unos 24-30 países al año. Como es natural, la asunción de riesgos es parte integral de una economía dinámica de mercado. Pero con este programa se contribuirá a reducir la incidencia de las crisis identificando puntos débiles del sector financiero de un país y ofreciendo sugerencias oportunas para que se tomen medidas de corrección.
Tercero, el FMI deberá colaborar estrechamente con las otras instituciones internacionales establecidas para proteger los bienes públicos mundiales. Cada una de las instituciones tiene que centrarse mejor en los campos que les incumben y en los que tienen experiencia para ser más eficientes y responsables. Para el FMI, esto significa un enfoque más intenso en sus áreas centrales de competencia, a saber, asesoramiento en materia de política monetaria, presupuestaria y cambiaria, unido a las cuestiones relacionadas con el sector financiero, y la supervisión del funcionamiento del sistema monetario internacional. Estamos colaborando más estrechamente con el Banco Mundial y con otros organismos en varios campos para establecer normas y códigos de buenas prácticas, reconocidos internacionalmente, en temas de formulación de medidas de política, reducción de la pobreza, alivio de la deuda y, como ya he mencionado, consolidación de los sistemas financieros.
Desde 1989, el FMI ha estado facilitando asistencia técnica en apoyo de los planes de reforma de China, en campos como la gestión del gasto público, la administración y política tributaria, la política monetaria, el sistema cambiario y las estadísticas. En colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y otras instituciones, se ha iniciado hace poco un gran proyecto de asistencia técnica para que China pueda llevar a cabo en los próximos tres años un plan de reforma de la política y la gestión fiscal. En mayo del año pasado, el FMI copatrocinó con China la primera reunión que se organiza de donantes multilaterales y bilaterales de asistencia técnica para la estadística con el fin de analizar lo aprendido hasta el momento y de planificar el futuro.
Cuarto, para ser eficaz, el FMI ha de actuar como institución abierta dispuesta a aprender, que se adapta continuamente a las necesidades cambiantes de los países miembros. Significa no sólo abrirse a las propuestas que nos hagan los 183 países miembros sino, también, como parte de una actitud de apertura y transparencia, atender cada vez más a grupos que van desde las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil en general al sector financiero privado.
* * * * *
Para terminar, quisiera referirme a la reciente propuesta del Directorio Ejecutivo del FMI en el sentido de incrementar la cuota de China en el FMI, tras la recuperación de la soberanía sobre Hong Kong, incremento que significa para China un mayor número de votos y acceso más amplio al crédito. Cuando el aumento entre en vigor, la cuota de China será la octava en importancia. La comunidad internacional reconoce así el papel creciente de China como uno de los países principales de la economía mundial. A medida que China continúa abriendo sus puertas al mundo, atraerá transferencias de conocimientos y tecnología que serán valiosas. El FMI se considera un socio activo, dispuesto a contribuir a que China mejore sus planes de reforma y perspectivas económicas, de forma que esta gran nación continúe adelante por el impresionante camino de elevar el nivel de vida de su pueblo.
China: Indicadores económicos principales; 1997-2000 | |||||||
1997 | 1998 | 1999 | 2000 | ||||
Est. | |||||||
Crecimiento real del PIB | 8,8 | 7,8 | 7,1 | 8,0 | |||
Inflación | 2,8 | -0,8 | -1,4 | 0,3 | |||
Crecimiento de las exportaciones | 20,9 | 0,5 | 6,1 | 27,0 | |||
Principales productos de exportación 1/ |
|||||||
Productos primarios | 13,1 | 11,2 | 10,2 | 9,7 | |||
Manufacturas | 86,9 | 88,8 | 89,8 | 90,3 | |||
Textiles y vestido | 23,6 | 22,0 | 21,2 | 20,3 | |||
Electrodomésticos | 13,4 | 14,7 | 16,9 | 18,0 | |||
Otros (juguetes, maquinaria, calzado) |
49,8 | 52,1 | 51,7 | 52,0 | |||
Mercados principales de exportación 1/ |
|||||||
Estados Unidos | 23,0 | 26,0 | 26,7 | 27,7 | |||
Japón | 14,6 | 12,8 | 13,3 | 12,7 | |||
Unión Europea | 14,0 | 15,2 | 15,2 | 15,2 | |||
Hong Kong, RAE de 2/ | 27,4 | 25,9 | 24,2 | 24,4 | |||
Corea | 3,5 | 2,2 | 2,7 | 2,5 | |||
Singapur | 2,0 | 1,7 | 1,8 | 1,8 | |||
1/ Tres primeros trimestres de 2000. | |||||||
2/ Principalmente reexportaciones. | |||||||
1Del Informe del Secretario General de la ONU sobre la Cumbre del Milenio, 2000. |
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