Los relatos virales podrían ser el eslabón perdido entre las emociones y las fluctuaciones de la economía

La narrativa es decisiva a la hora de interpretar la realidad económica. Filtramos los recuerdos de la historia económica por medio de imágenes indelebles, ya sea de multitudes ansiosas por retirar depósitos bancarios durante la Gran Depresión o de abatidos empleados que dejaban la sede de Lehman Brothers en 2008 con sus pertenencias en cajas de cartón. Medimos la inflación comparando nuestras compras con las de nuestros amigos y parientes. Lidiamos con las consecuencias de la inteligencia artificial canalizando nuestras esperanzas y nuestros miedos a través de la ciencia ficción.

Pero ¿afectan estas historias a la economía? Este interrogante no es novedoso; en numerosas ocasiones, John Maynard Keynes describió de qué modo los “espíritus animales” —instintos y emociones que moldean el comportamiento— nos empujan hacia ciertos actos económicos como el gasto o la inversión, y argumentó que estos impulsos emocionales colectivos constituyen el factor determinante esencial de los auges y los colapsos de la economía.

Extendiendo esta idea, el economista Robert Shiller de la Universidad de Yale insiste en hacer un estudio más detallado de las narrativas económicas, que saltan de boca en boca e influyen en nuestra percepción individual de la economía y en nuestras decisiones. Shiller sostiene que estas historias, suficientemente repetidas, pueden volverse virales y repercutir en toda la sociedad (Shiller, 2020).

Así pues, estos relatos virales podrían ser el eslabón perdido entre las emociones y las fluctuaciones de la economía. Sin embargo, ni las autoridades, ni los investigadores, ni los especialistas disponen de herramientas adecuadas para reconocer estos relatos, medir su capacidad de contagio y cuantificar su contribución a los sucesos económicos.

En un estudio reciente, hicimos un primer intento por comprender las consecuencias macroeconómicas de este fenómeno empleando herramientas nuevas para medir y cuantificar los relatos económicos, y luego evaluamos su importancia en el ciclo económico estadounidense (Flynn y Sastry, 2024). Nuestro estudio concluye que estas historias desempeñan un papel fundamental y plantea nuevas preguntas sobre cómo y por qué surgen, y qué enfoques diferentes podrían adoptar las autoridades en este contexto.

Procesamiento del lenguaje natural

Para analizar estas narrativas, empleamos recursos que no existían en la época de Keynes: extensas bases de datos textuales que contienen pronunciamientos de autoridades económicas y herramientas de procesamiento del lenguaje natural que transforman las palabras en datos objetivos.

Los principales conjuntos de datos estudiados fueron las actas de las presentaciones de las empresas públicas estadounidenses que suelen realizarse trimestralmente para examinar los resultados financieros, así como los informes anuales que exige la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos. Por ambas vías, los responsables de las empresas no solo declaran resultados, sino que explican cómo y por qué tuvieron una determinada evolución, y cómo interpretan los ejecutivos y los inversionistas las tendencias más amplias.

Para encontrar las historias que nos interesan, empleamos una variedad de técnicas de lenguaje natural, desde sencillos métodos basados en diccionarios que buscan determinadas palabras y frases hasta algoritmos más complejos que extraen temas menos estructurados. Las historias que descubrimos abarcan una diversidad de aspectos, como el optimismo general de una empresa ante el futuro, el interés que despierta la inteligencia artificial o la adopción de nuevas técnicas de marketing digital. Con esta base de datos modelamos empíricamente en qué medida las narrativas influyen en las decisiones de las empresas y la manera en que se propagan dentro de la economía estadounidense.

Influencia en las decisiones empresariales

Constatamos que las empresas con declaraciones más optimistas tienden a acelerar la contratación y la inversión de capital. En concreto, el ritmo de contratación anual de una empresa que emplea un lenguaje optimista es 2,6 puntos porcentuales mayor que el de una empresa parecida con un lenguaje pesimista. Este efecto trasciende el nivel predecible sobre la base de la productividad o los últimos resultados financieros. Nuestras observaciones contradicen las teorías económicas convencionales, según las cuales estos fundamentos y las expectativas "racionales" en cuanto al futuro que encarnan deberían explicar por completo las decisiones económicas de las empresas.

Sorprendentemente, las empresas que son bastante optimistas no prevén ni más rentabilidad ni mejor desempeño bursátil y también se abstienen de hacer pronósticos demasiado optimistas para los inversionistas, lo cual hace pensar que las narrativas no son un mero reflejo de las buenas noticias que han escuchado sobre el futuro. En este sentido, los relatos optimistas y pesimistas de las empresas llevan la impronta de los “espíritus animales” de Keynes: fuerzas que empujan a la gerencia a expandir o recortar los negocios, más en respuesta a emociones que a fundamentos.

Los datos también apuntan a que los relatos se transmiten por contagio, tal como un virus; es decir, las empresas tienden a hacerse eco de los relatos de otras empresas y cuando una adopta una aptitud optimista o comienza a resaltar el poder transformador de la IA, otras parecen hacer lo mismo. Este contagio narrativo comienza aparentemente dentro de grupos de empresas semejantes que compiten directamente en el mismo sector y luego se propaga a nivel general. El efecto es especialmente marcado cuando las narrativas nacen en empresas grandes, lo cual plantea la posibilidad de que su influencia vaya más allá de los indicadores tradicionales del poder de mercado.

Una comprensión cabal de los orígenes, la propagación y las consecuencias económicas de las narrativas podría cambiar significativamente la manera en que recabamos información sobre la economía y en que relatamos los altibajos del ciclo económico.  
Impacto macroeconómico

A fin de interpretar estos resultados, creamos un modelo macroeconómico en el cual las narrativas se transmiten entre empresas por contagio y, por lo tanto, producen fluctuaciones económicas. Hasta un shock puntual en la economía puede producir efectos duraderos porque la negatividad se contagia a la población y frena la actividad empresarial.

Los relatos suficientemente contagiosos que superan determinado umbral de viralidad pueden dar lugar a un fenómeno que llamamos histéresis narrativa, en el cual un shock puntual puede empujar a la economía hacia bucles estables de optimismo o pesimismo que se retroalimentan vigorosamente; es decir, los resultados económicos alimentan una narrativa que a su vez los refuerza. Estas observaciones resaltan la importancia de medir exactamente la influencia de los relatos en la economía.

¿Qué peso tienen estas narrativas sobre la economía estadounidense? Mediante la aplicación de nuestro modelo y las mediciones empíricas, estimamos que los relatos explican alrededor del 20% de las fluctuaciones registradas desde 1995 y, más precisamente, un 32% de la recesión de comienzos de la década de 2000 y un 18% de la Gran Recesión de 2008–09. Esto coincide con la idea de que los relatos contagiosos de optimismo tecnológico promovieron la burbuja informática de los años noventa y la burbuja inmobiliaria de mediados de la década siguiente. Las historias de colapso y desesperación se propagaron por contagio y terminaron desatando crisis.

Aunque el estado de ánimo general de la economía estadounidense parece fluctuar lentamente en torno a un promedio a largo plazo, las narrativas individuales —por ejemplo, sobre nuevas tecnologías— tienden a ser más volátiles y tienen muchas más probabilidades de viralizarse e infectar a toda la población. En otras palabras, una constelación de súbitos temores y modas pasajeras contribuye al comportamiento relativamente estable del ánimo económico global.

Implicaciones para las políticas

Nuestro análisis lleva a pensar que los relatos contagiosos son un fuerte factor determinante del ciclo económico, aunque con importantes salvedades. No todos ejercen el mismo grado de influencia y sus trayectorias individuales pueden depender mucho de la confluencia intencionada o accidental con otras narrativas o sucesos económicos.

¿Cómo deberían proceder las autoridades en una economía sujeta a narrativas? Nuestro análisis arroja al menos tres conclusiones de peso con vertientes de potencial interés para la investigación y las políticas.

Primero, lo que dice la gente es sumamente revelador tanto de las actitudes individuales como de las tendencias generales de la economía. Las presentaciones de resultados empresariales contienen de por sí mucha información valiosa, y tanto las autoridades como los investigadores pueden usar algoritmos de aprendizaje automático y herramientas de procesamiento de datos para analizarla. Existen también posibles implicaciones para los métodos de recopilación de datos. Gracias a los mismos avances en la ciencia de datos, existen nuevas encuestas más valiosas que permiten a hogares y empresas explicar el porqué de sus actitudes y decisiones (Andre et al., 2024).

Segundo, algunos relatos son más influyentes y contagiosos que otros. Por lo tanto, es importante combinar estudios descriptivos que miden las narraciones con análisis empíricos de sus efectos en las decisiones y su propagación entre las poblaciones.

Tercero, las narrativas originadas por las autoridades pueden tener un impacto significativo. No sabemos muy bien qué hace que una narrativa tome vuelo; por ejemplo, ¿por qué aquel imprevisto "todo lo que sea necesario" de Mario Draghi caló mucho más hondo que las declaraciones parecidas de otros bancos centrales?

El estudio de la economía narrativa recién está dando los primeros pasos, pero una comprensión cabal de los orígenes, la propagación y las consecuencias económicas de las narrativas podría cambiar significativamente la manera en que recabamos información sobre la economía y en que relatamos los altibajos del ciclo económico. 

JOEL FLYNN es profesor adjunto de Economía en la Universidad de Yale.

KARTHIK SASTRY es profesor adjunto de Economía y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton.

Las opiniones expresadas en los artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.

Referencias:

Andre, P., I. Haaland, C. Roth, M. Wiederholt, and J. Wohlfhart. 2024. “Narratives about the Macroeconomy.” SAFE Working Paper 426, Sustainable Architecture for Finance in Europe, Leibniz Institute, Berlin.

Flynn, J., and K. Sastry. 2024. “The Macroeconomics of Narratives.” NBER Working Paper 32602, National Bureau of Economic Research, Cam-bridge, MA.

Shiller, R. 2020. Narrative Economics: How Stories Go Viral and Drive Major Economic Events. Princeton, NJ: Princeton University Press.