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La perturbación del comercio internacional amenaza con un deterioro de los niveles de vida similar al provocado por la COVID-19

El 24 de febrero del año pasado, Rusia invadió Ucrania. Al sufrimiento directo y la crisis humana se suman las repercusiones de la guerra en toda la economía mundial. La interrupción de la producción en Ucrania a raíz de la guerra y las sanciones impuestas a Rusia por los países de Occidente redujeron la oferta mundial de las principales materias primas. En pocos días, los precios de la energía, los alimentos y ciertos minerales se dispararon a niveles sin precedentes.

La perturbación del comercio mundial a causa de la invasión rusa de Ucrania no es un hecho aislado. En los últimos años, las restricciones comerciales en sectores como las materias primas y los semiconductores, considerados esenciales para la seguridad nacional y la competencia estratégica, se han ido anteponiendo cada vez más al concepto de la integración económica mundial y sus ventajas. La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea en 2016 es un ejemplo de esta tendencia generalizada. En los últimos años, las dos economías más grandes del mundo —Estados Unidos y China— han impuesto una serie de barreras comerciales bilaterales. Y durante la pandemia de COVID-19, muchos países optaron por limitar las exportaciones de productos médicos y alimentos. Durante el siglo XX se observó una disminución general de las barreras comerciales, pero esta tendencia se ha invertido en los últimos diez años (gráfico 1). Estos hechos pueden ser los primeros síntomas de una fragmentación geoeconómica más amplia, es decir, un retroceso de la integración económica impulsado por políticas, con el comercio internacional como eje.

Bolhuis Chart 1 

El aumento de las barreras comerciales en los últimos años ha coincidido con un estancamiento de la integración económica mundial. En las tres décadas previas a la crisis financiera mundial, el ingreso mundial y el comercio internacional aumentaron a la par. Para muchos países de ingreso bajo y economías de mercados emergentes, esta integración en la economía mundial fue un factor fundamental de su desarrollo que les dio acceso a importaciones a precios asequibles, vastos mercados de exportación y tecnología extranjera.

¿Cómo inciden las barreras comerciales en nuestros niveles de vida? Para explicarlo, ampliemos la mirada brevemente.

Tomemos un país que aplica un arancel de importación sobre los semiconductores. En primer lugar, un arancel eleva de inmediato el precio que pagan los consumidores por las computadoras. Desde luego, las empresas nacionales pueden tratar de introducir modelos para competir o ampliar la producción. Pero esto es costoso, sobre todo porque con el tiempo los consumidores ya habían demostrado su preferencia por los chips extranjeros, bien por su precio más bajo o por las características del producto. Los consumidores, por lo tanto, salen perdiendo.

En segundo lugar, pongámonos en el lugar de los trabajadores del país que solía producir semiconductores para exportación. Al reducirse el acceso a los mercados de exportación, sus ingresos tienden a bajar.

En tercer lugar, tomemos en cuenta el impacto en los precios de otros bienes y servicios que utilizan computadoras como insumo. Por ejemplo, en el sector de servicios profesionales, las firmas de contabilidad tendrán que cobrar más a sus clientes para cubrir los precios más altos de sus computadoras. Estos efectos indirectos a través de cadenas de suministro complejas pueden ser importantes y tener efectos colaterales también sobre los consumidores de otros países.

En suma, el aumento de las barreras comerciales suele asestar un doble golpe a los hogares. No solo provocan un alza de precios sino que también tienden a reducir el ingreso de los hogares.

¿Cuáles son entonces los posibles costos de una fragmentación geoeconómica a través del comercio? En un estudio reciente analizamos esta cuestión más a fondo.

Analizamos diferentes escenarios ilustrativos mediante un modelo cuantitativo de comercio internacional para varios países que permite simular el impacto que tienen los cambios de las barreras comerciales en los precios, los flujos comerciales y los ingresos. En vista de la importancia que tienen las materias primas en el comercio mundial y de las restricciones recientes, y debido a que su producción se concentra en un grupo relativamente pequeño de países, se elabora un conjunto de datos que, al incorporarlo al modelo, permite una cobertura mucho más detallada de la producción y el comercio.

Este conjunto de datos abarca 24 sectores agregados y 136 materias primas desagregadas de 145 países, lo que representa el 99% del PIB mundial. Otros conjuntos de datos no desagregan las materias primas y consideran que productos tan disímiles como el oro y el gas natural se sustituyen perfectamente. Nuestro método permite captar la sustituibilidad imperfecta de diferentes materias primas y tiene en cuenta que la producción de determinadas materias primas se concentra en unos pocos países. Estos dos elementos encarecen el costo de las barreras comerciales.

Cabe destacar que nuestro trabajo se centra en las pérdidas de producto provocadas por la fragmentación geoeconómica a través del comercio. Las pérdidas totales causadas por la fragmentación seguramente serán aún más grandes.

En primer lugar, analizamos un escenario en el que la fragmentación del comercio se reduce a la eliminación total del comercio entre Rusia, por un lado, y Estados Unidos y la Unión Europea, por el otro, y la eliminación del comercio de sectores de alta tecnología entre China y Estados Unidos y la Unión Europea. Este escenario equivale a extender las sanciones actualmente impuestas a Rusia a todo el espectro del comercio de bienes y servicios, y ampliar el objetivo —actualmente chips de semiconductores— a todos los productos de alta tecnología.

Este desacoplamiento estratégico provocaría pérdidas permanentes del PIB mundial de 0,3%, lo que equivale aproximadamente al producto anual de Noruega (gráfico 2). Este impacto mundial negativo oculta cierta heterogeneidad. Sin duda, en la medida en que el resto del mundo siga comerciando libremente con Rusia, China, Estados Unidos y la Unión Europea, algunos países pueden incluso verse beneficiados. Los exportadores de materias primas, por ejemplo, que puedan a la larga reemplazar a Rusia como principal proveedor, obtendrían mayores ingresos. Algunos países asiáticos se beneficiarían si las cadenas de suministro de semiconductores abandonaran China.

Bolhuis Chart 2 

Luego, analizamos un segundo escenario más extremo: una fragmentación económica en la que todos los países se ven obligados a elegir entre el bloque Estados Unidos-Unión Europea o el bloque China-Rusia, sin intercambio comercial entre ambos bloques. En esta hipótesis, los países se agrupan en función del comercio que mantienen con Estados Unidos o China.

En este caso, las pérdidas de producto mundial serían considerables, de un 2,3% del PIB mundial, o el equivalente al tamaño de la economía francesa (gráfico 2).

Las pérdidas permanentes de las economías avanzadas y los mercados emergentes rondarían entre el 2% y el 3%.

Y los países de ingreso bajo se verían bastante presionados, con una pérdida superior al 4% del PIB. Estas pérdidas profundizarían las crisis de endeudamiento y exacerbarían la inestabilidad social y la inseguridad alimentaria. Los países más pobres normalmente corren más riesgo ante una fragmentación geoeconómica debido a su gran dependencia de las importaciones y exportaciones de productos fundamentales, incluidas las materias primas, para las que resulta más costoso encontrar nuevos proveedores.

¿Qué magnitud tienen estas pérdidas en relación con acontecimientos históricos? A efectos comparativos, las pérdidas del PIB mundial serían del orden de las pérdidas del producto registradas en 2020 a raíz de la COVID. Pero en este caso serían de carácter permanente.

La gravedad de la situación dependerá del alcance de las restricciones y de cómo se dividan los bloques. El proceso de ajuste propiamente dicho puede ser difícil. Si el proceso de fragmentación es rápido, el costo de adaptación de las cadenas de suministro será muy alto. Esto, a su vez, conllevará más pérdidas del PIB mundial, de hasta el 7%, si los costos de ajuste son particularmente elevados.

Ahora bien, ¿qué puede hacerse para evitar mayores pérdidas a raíz de una fragmentación descontrolada, incluso para las economías más vulnerables? En un reciente documento de análisis del personal técnico del FMI se describen las posibles modalidades de cooperación internacional que podrían ayudar a limitar el riesgo y los daños de una fragmentación comercial en un contexto de grandes tensiones geopolíticas.

Las pérdidas permanentes de las economías avanzadas y los mercados emergentes rondarían entre el 2% y el 3%.

Para evitar la proliferación de barreras comerciales unilaterales, se debe reforzar la función de la Organización Mundial del Comercio y de su mecanismo de solución de diferencias. Los esfuerzos multilaterales deben centrarse en reformas de alto impacto con una alineación general de las políticas económicas preferentes de los países.

Sin embargo, en la coyuntura actual los avances por consenso multilateral quizá no siempre sean posibles. En los aspectos en los que las preferencias de los países no estén alineadas, un camino a seguir puede consistir en profundizar la integración mediante acuerdos regionales comerciales con una posición abierta y no discriminatoria hacia otros países.

Los países de ingreso bajo, que son los más vulnerables a los efectos perjudiciales que una fragmentación descontrolada tendría sobre el crecimiento, no deben quedar atrapados en un fuego cruzado. Si los países llegan a tomar medidas unilaterales, se necesitarán mecanismos creíbles para proteger a los países vulnerables y mitigar los efectos de contagio en el mundo. A modo de ejemplo, algunos de estos mecanismos pueden ser corredores humanitarios para alimentos y medicamentos, así como consultas multilaterales para evaluar el impacto económico de las medidas unilaterales e identificar las consecuencias imprevistas.

La tendencia hacia la fragmentación geoeconómica es un problema importante con consecuencias económicas de gran alcance para los países. Pero al fortalecer y modernizar el sistema de comercio mundial podremos superar estas dificultades y preservar las enormes ventajas de la integración económica.

MARIJN A. BOLHUIS es economista en el Departamento de Estudios del Fondo Monetario Internacional (FMI).

JIAQIAN CHEN es subjefe de división en el Departamento de Estudios del FMI.

BENJAMIN KETT es economista en el Departamento de Estrategia, Políticas y Evaluación del FMI. 

Las opiniones expresadas en los artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.