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La exministra de comercio coreana Yoo Myung-hee habla acerca del auge y riesgo de su país en medio de una fragmentación económica

CUANDO YOO MYUNG-HEE era candidata a dirigir la Organización Mundial del Comercio, les dijo a los miembros que nació en 1967, cuando Corea del Sur accedió al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, y comenzó su carrera en el Ministerio de Comercio, Industria y Energía en 1995, cuando el GATT fue sucedido por la OMC. Recordó el notable crecimiento de Corea, que pasó de la pobreza y la guerra a ser un líder del comercio mundial, lo cual ella atribuye a la apertura comercial.

Yoo, la primera mujer a cargo del ministerio de Comercio de Corea, desde 2019 hasta 2021, llegó a la ronda final en la selección del Director General de la OMC para luego ceder ante Ngozi Okonjo-Iweala, de Nigeria. Durante casi tres décadas en el gobierno, negoció la Asociación Económica Integral Regional, así como pactos de comercio bilateral con China y Estados Unidos.

Yoo se graduó en la Escuela de Derecho de la Universidad Vanderbilt y la Universidad Nacional de Seúl, donde es actualmente profesora visitante en la Escuela de Posgrado de Estudios Internacionales. Creció en Ulsan, un centro industrial donde operan gigantes del comercio mundial como Hyundai.

F&D: ¿Cómo moldeó su visión del comercio el hecho de crecer en Ulsan?

YM: Todos los grandes establecimientos manufactureros estaban allí, y el talento de todo el país venía a Ulsan. Gracias al sistema de comercio multilateral, podíamos exportar a todo el mundo productos hechos en Ulsan.

Pero no era eso lo que me inspiraba curiosidad cuando asumí el trabajo de experta en comercio. Si bien a menudo se cita a Corea como un caso paradigmático de crecimiento y desarrollo exitoso mediante el comercio, este también ha sido fuente de controversias. Durante la etapa final de negociaciones de la Ronda Uruguay, en 1990, un agricultor coreano intentó quitarse la vida frente al edificio de la OMC en Ginebra como protesta contra la apertura del mercado en el sector agrícola.

De modo que toda vez que se debatía una apertura adicional de los mercados, siempre nos encontrábamos con enormes protestas y demostraciones, lo que hacía difícil persuadir al público para que respaldara las iniciativas comerciales. Eso realmente me intrigaba: el trabajo de formuladora de políticas comerciales y negociadora, la desafiante tarea de coordinar intereses divergentes y contrastantes a nivel nacional representando al mismo tiempo los intereses de mi país y contribuyendo a la elaboración de normas a nivel externo.

F&D: ¿Cómo aplicó esas lecciones a las negociaciones?

YM: Una preparación suficiente y las consultas a nivel local son cada vez más importantes. Primero, debemos conocer la sustancia de los temas mediante un análisis exhaustivo. Sobre todo, participar en extensas consultas con las partes interesadas del país y los organismos pertinentes nos ayuda a explorar alternativas, identificar los puntos de convergencia y ajustar las “líneas rojas” durante las negociaciones. Estos esfuerzos también incrementan la probabilidad de lograr un proceso fluido de ratificación y una implementación exitosa en el futuro. No obstante, eso requiere mucho tiempo y empeño.

Por ejemplo, cuando participé como negociadora principal en las renegociaciones entre Corea y Estados Unidos, tuvimos que suspender una audiencia pública —requisito jurídico para iniciar las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) en Corea— debido a una importante protesta de los agricultores interesados. Me reuní varias veces con los manifestantes para explicarles los temas y procurar su apoyo y comprensión. Gracias a esas intervenciones, pudimos reanudar la audiencia pública sin problemas. De hecho, con algunos incluso nos hicimos buenos amigos. Y este proceso nos ayudó a concluir las negociaciones y lograr la ratificación de la Asamblea Nacional en el lapso de un año.

F&D: ¿Cómo le sirvió luego su tiempo como consejera en Beijing, desde 2007 hasta 2010, en funciones más importantes, como las conversaciones con China?

YM: Beijing era diferente entonces porque China hizo activos esfuerzos para interactuar con otros países y abrir sus mercados. Por ejemplo, China concluyó un tratado de libre comercio (TLC) con Nueva Zelandia, el primero de carácter integral y el primero celebrado con un país avanzado ya en 2008.

Yo participé activamente con China y trabajé para ampliar el comercio y la inversión con Corea al contribuir a la conclusión del Estudio Conjunto de factibilidad de un TLC entre Corea y China. También hice buenas amistades con muchas personas que conocí y con las cuales trabajé. Desde entonces, ha habido un giro en la política de China, y el panorama económico del comercio también ha estado cambiando.

F&D: ¿Cómo recibió el golpe de la COVID-19 ya estando usted un año como ministra?

YM: Trabajé durante la mayor parte de mi carrera como especialista en comercio por un intercambio más libre y mercados más abiertos, y había una creencia generalizada de que eso promovería el crecimiento económico, aumentaría la competitividad y la innovación y mejoraría los niveles de vida.

Como ministra de Comercio, sin embargo, presencié un cambio en el panorama mundial hacia un enfoque más orientado a la seguridad. Algunos lo describieron como la transición desde una gobernanza del comercio basada en reglas a otra “orientada a la seguridad”, con hincapié en la resiliencia, la estabilidad y la fiabilidad de las cadenas de suministro.

De modo que el período 2019–2021 marcó el comienzo de esa transición, volviéndose la seguridad económica cada vez más relevante. Tuve que navegar este entorno complejo promoviendo aún un comercio abierto y libre y mejorando al mismo tiempo la resiliencia de las cadenas de suministro.

A pesar de la COVID-19, firmamos la Asociación Económica Integral Regional entre 15 miembros. Concluimos sustancialmente el acuerdo antes de la pandemia, pero solo firmamos el documento después de un año de negociaciones sobre aspectos técnicos para llenar las brechas. Y logramos hacerlo en forma virtual, lo cual no fue fácil.

F&D: ¿Cómo considera que la pandemia afectó el comercio?

YM: Hubo muchas perturbaciones de oferta, que hicieron que nuestro país y nuestras empresas reevaluaran las vulnerabilidades y riesgos de las cadenas de suministro.

Durante los primeros días de la COVID-19, debido al brote ocurrido en China, la empresa automotriz coreana Hyundai no pudo importar arneses de cableado desde China. Es un producto sencillo que puede hacerse a mano, no algo sofisticado como un semiconductor. Pero un 95% venía de China. Y cuando las fábricas chinas se cerraron, Hyundai Motor tuvo que suspender la producción en fábricas de Ulsan porque no podían conseguir arneses. Luego los trajeron de Camboya, y ese año comenzamos las negociaciones de TLC con dicho país.

F&D: ¿Está la economía mundial en mayor riesgo de fragmentación? ¿Cuán vulnerable es Corea?

YM: Es una tendencia preocupante: la creciente politización de temas económicos y comerciales, el enfoque orientado a la seguridad en el comercio, la amalgama de las políticas comerciales con la seguridad. Ante la creciente preocupación acerca de la seguridad nacional, así como también la competencia geopolítica entre Estados Unidos y China, muchas autoridades de países importantes y de todo el mundo miran los temas económicos a través de un prisma de seguridad nacional.

Esto se manifiesta en distintas políticas, como la reconfiguración de las cadenas de suministro; la relocalización (onshoring y reshoring) o la deslocalización entre aliados; el resurgimiento de las políticas industriales o subsidios masivos; y los controles de exportación o selección de inversiones. Esas políticas podrían tener un efecto duradero en las cadenas mundiales de suministro y causar una fragmentación en sectores cruciales. Y como se dijo en el último informe de Perspectivas de la economía mundial del FMI, esto podría aumentar el costo de hacer negocios, limitar el acceso de las empresas a los mercados mundiales, sumar incertidumbre al comercio y derivar en proteccionismo y disputas.

Aunque Corea se esfuerza para seguir siendo una nación abierta al comercio, esta tendencia nos ha impactado. La resiliencia de las cadenas de suministro y la seguridad económica son términos de moda también aquí en Seúl. Por lo tanto, hemos tomado medidas para reforzar la resiliencia, como respaldar la competitividad industrial y tecnológica en sectores críticos, así como la diversificación.

Además, estamos procurando activamente fortalecer la cooperación internacional mediante acuerdos bilaterales, plurilaterales y multilaterales, reconociendo que mejorar la resiliencia de las cadenas de suministro no necesariamente implica alejarse de la apertura económica, sino que puede lograrse mediante esfuerzos colaborativos.

Aún es incierto cuánto se extenderá esta tendencia de fragmentación. Sin embargo, los desafíos futuros serán significativos. Las naciones, incluida Corea, deben adaptarse a este entorno cambiante, esforzándose por mantener y promover la apertura del comercio y al mismo tiempo encontrar el equilibrio adecuado entre la eficiencia, la resiliencia y la seguridad de las cadenas de suministro.

Esta entrevista ha sido editada para efectos de brevedad y claridad.

 

JEFF KEARNS integra el equipo de Finanzas y Desarrollo.

Las opiniones expresadas en los artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.