Cómo hacerlo mejor

25 de octubre de 2024

Muchas gracias, Gobernador Munawar, y muy buenos días a todos.

Es un privilegio poder dirigirme a ustedes en nombre del talentoso y dedicado personal del FMI, y hacerlo junto a Ajay Banga, un gran aliado desde que asumió su cargo. Ajay, no sabes cuánto admiro tu labor al frente del Grupo Banco Mundial y cuánto valoro nuestra colaboración, así como la asociación entre nuestras instituciones.

Me gustaría empezar con una buena noticia: la inflación está retrocediendo. En nuestro informe Perspectivas de la economía mundial se prevé que la inflación mundial, que en el cuarto trimestre del año pasado era del 5,7%, disminuya hasta el 5,3% este trimestre y hasta el 3,5% en el cuarto trimestre de 2025, con un descenso más rápido en las economías avanzadas. Las políticas monetarias restrictivas han logrado su objetivo sin causar daños graves a la economía mundial. Esto es motivo de gran alivio.

Sin embargo, aún no es momento de celebraciones, entre otras razones porque, si bien la inflación está descendiendo, el nuevo nivel más alto de precios ha llegado para quedarse. Las familias atraviesan dificultades.

Y si dirigimos la mirada hacia adelante, vemos que el mundo afronta una trayectoria de crecimiento bajo y elevado endeudamiento:

  • Según nuestras proyecciones, el PIB mundial crecerá a un ritmo anémico de 3,2% anual durante los próximos cinco años; basta con mirar cómo nuestras proyecciones se han ido revisando a la baja a lo largo de los años.
  • Al mismo tiempo, esperamos que la deuda pública mundial siga aumentando, con el riesgo de superar nuestra proyección de base en hasta 20% del PIB mundial en un escenario adverso pero verosímil. Cien billones de dólares de deuda pública a escala mundial. Pagos de intereses más elevados que consumen una parte cada vez mayor de los ingresos fiscales, sobre todo en los países de ingreso bajo y mercados emergentes. Todo esto en un momento en que las presiones de gasto se acumulan.

Las prioridades de gasto comprenden desembolsos relacionados con cuestiones climáticas y demográficas y, en los países de ingreso bajo y mercados emergentes, inversiones para cerrar las brechas de desarrollo. Según estudios del FMI, de aquí a 2030 estas presiones de gasto añaden alrededor de un 7% del PIB al gasto anual en las economías avanzadas, 9% del PIB en los mercados emergentes y 14% en los países en desarrollo de ingreso bajo.

Por si fuera poco, el mundo se está fracturando y el comercio ya no es el potente motor de crecimiento que solía ser. El repliegue de la integración económica mundial —inducido tanto por preocupaciones de seguridad nacional como por la ira de quienes salieron perdiendo con ella— se manifiesta en la proliferación de medidas de política industrial, prácticas comerciales restrictivas y medidas proteccionistas.

Tenemos mucho trabajo por delante.

Mi mensaje a nuestros países miembros es el siguiente: primero, cambiar el rumbo para recomponer las reservas fiscales; segundo, invertir en reformas que fomenten el crecimiento, y tercero, colaborar para afrontar los retos mundiales.

La relajación de la política monetaria debe ir acompañada de la consolidación fiscal. Para que sea creíble, es preciso mantener una comunicación convincente con el público. Los planes fiscales plurianuales deben trazar sendas de consolidación adaptadas a la situación concreta de los distintos países.

Esto no es fácil. Los gobiernos se enfrentan a un dilema, —o, para ser más exactos, a un “trilema”: el elevado gasto necesario, las líneas rojas políticas a la fiscalidad y la necesidad de recomponer las reservas.

La movilización de ingresos nacionales será fundamental para que muchos países puedan hacer todo esto posible. Han de protegerse las inversiones que impulsan el crecimiento, especialmente en los ámbitos del clima y la tecnología. Y la consolidación debe formularse de manera que no ponga en peligro la protección social ni el empleo.

El FMI puede ayudar. Tomemos como ejemplo el caso de Jamaica, cuyo gobierno logró el apoyo público para un plan cuidadosamente diseñado de reformas del ingreso y del gasto que protegía la inversión pública y el gasto social, pero que consiguió reducir la deuda casi a la mitad entre 2012 y 2022. Más de 20 países han logrado incrementar sus ingresos tributarios en más del 5% del PIB en las últimas tres décadas. Hay muchos buenos ejemplos.

En paralelo con la consolidación fiscal, los países deben acometer reformas de gran envergadura para elevar su crecimiento potencial. Un crecimiento más alto no solo ayuda a crear puestos de trabajo bien remunerados, sino que también alivia el trilema fiscal al generar mayores ingresos tributarios.

Estas reformas comprenden medidas en el mercado laboral, como la mejora de las competencias y la adecuación entre la oferta y la demanda de empleo; medidas en el mercado de productos destinadas a reducir la burocracia y movilizar el ahorro, y medidas concretas para fomentar la innovación y elevar la productividad. En las economías avanzadas, el capital de riesgo y la integración de los mercados de capital son prioridades clave; en el resto del mundo, la atención ha de centrarse también en medidas para mejorar la gobernanza y las instituciones.

Es posible lograr progresos reales. Un nuevo estudio del FMI pone de relieve que la mejor manera de formular reformas es mediante el diálogo con el público, con medidas para mitigar el impacto sobre quienes corren el riesgo de salir perjudicados.

Pero las políticas nacionales no bastarán. Para afrontar los retos mundiales actuales necesitamos, hoy más que nunca, cooperación y medidas multilaterales. Aquí el FMI y el Grupo Banco Mundial desempeñan un papel clave.

Tomemos como ejemplo la cuestión de la deuda. En los países al borde del estrés fiscal, se precisan medidas proactivas para restaurar la sostenibilidad de la deuda. El FMI ha dado prioridad a abordar las vulnerabilidades de la deuda y a reforzar su resolución mediante iniciativas que ya están dando fruto. El Marco Común ya ha permitido que Ghana y Etiopía alcancen hitos, aunque se precisan mayores esfuerzos para aumentar la previsibilidad y acelerar los plazos del tratamiento de la deuda.

Este progreso se vio respaldado por una mayor cooperación entre las partes en la Mesa Redonda Mundial sobre la Deuda Soberana, que ha ayudado a forjar un consenso sobre cuestiones técnicas.

En el convulso entorno geopolítico actual, no podemos dar por sentada la cooperación. Por eso todo lo que hacemos en el FMI está orientado a añadir valor a nuestros países miembros, en función de sus necesidades.

Gracias a nuestras actividades de supervisión bilateral es posible brindar diagnósticos y asesoramiento a tiempo para ayudar a los países a poner en práctica políticas sólidas. Durante la pandemia, esa labor fue fundamental para ayudar a los países a formular sin demora respuestas coordinadas en materia de políticas, a pesar de la fuerte incertidumbre.

El enfoque de nuestras consultas periódicas con países miembros abarca desde el apoyo al desarrollo institucional en los Estados frágiles y afectados por conflictos, hasta la gestión de los flujos de capital en las economías de mercados emergentes y el asesoramiento sobre aspectos particulares de la política de tasas de interés en las economías avanzadas. Además, hemos ahondado en nuestro análisis de los retos de política macroeconómica que entrañan las transformaciones verde y digital.

Nuestra supervisión multilateral, por su parte, combina todo lo anterior para extraer enseñanzas interrelacionadas para todos. También en este caso, el objetivo es que los problemas se definan y aborden cuanto antes. Esto es precisamente lo que hacemos en nuestros informes emblemáticos: Perspectivas de la economía mundial, el Informe sobre la estabilidad financiera mundial y el Monitor Fiscal.

Todo esto se complementa con nuestra labor de fortalecimiento de las capacidades. Tan solo en los últimos cinco años, hemos realizado miles de misiones de asistencia técnica, transfiriendo conocimientos y sembrando de paso semillas de buena voluntad.

En pocas palabras, somos el hilo transmisor esencial que el mundo necesita para la difusión de las experiencias de los países entre nuestros miembros.

El FMI también desempeña un papel único como prestamista en el centro de la red mundial de seguridad financiera.

Somos los primeros en ayudar cuando surgen problemas. Los países saben que, si tropiezan, estamos aquí para parar su caída, sobre todo cuando se trata de los países más pobres y vulnerables.

Hemos aumentado los préstamos que concedemos para respaldar reformas y ayudar a los países vulnerables a hacer frente a necesidades de balanza de pagos y a aumentar su resiliencia ante los múltiples shocks.

Barbados y Benin, Cabo Verde y Costa Rica, Moldova y Marruecos, Suriname y Sri Lanka, para citar solo algunos ejemplos: la lista de los recientes programas del FMI que han dado fruto es larga.

En los años desde el estallido de la pandemia, hemos batido récords tanto en volumen total de préstamos como en número de países que han recibido asistencia, y el monto de crédito activo en condiciones concesionarias de nuestro Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza se ha triplicado hasta alcanzar los USD 28.000 millones. Además, en los menos de tres años transcurridos desde su creación, nuestro Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad ha concedido préstamos a 20 países, en apoyo de políticas destinadas a reforzar su resiliencia ante el cambio climático.

Actualmente se expone en el FMI una obra que capta, de una manera visualmente bella, nuestro volumen de préstamos a lo largo de las décadas; los resultados son realmente notables, ¡acérquense y compruébenlo ustedes mismos!

El aumento de las cuotas en un 50% que acordamos el año pasado en Marrakech consolida nuestra capacidad de concesión de préstamos. Utilizaremos estos logros como base para continuar afinando nuestro conjunto de herramientas. Al reforzar la función de prestamista y los instrumentos de financiamiento precautorio del FMI se afianza la red mundial de seguridad financiera. Todos los países salen ganando: al fin y al cabo, menos inestabilidad significa que a todo el mundo le va mejor, y aunar recursos genera eficiencia.

El apoyo del FMI es fundamental para los países que tienen una capacidad limitada de acumulación de reservas internacionales, más aún si tenemos en cuenta que cinco países poseen más de la mitad de las reservas totales del mundo, mientras que muchos otros están relativamente desprotegidos.

En el FMI hemos sido testigos de un excelente ejemplo de cooperación justo antes de estas Reuniones Anuales. Gracias a años de sólidos ingresos netos, nuestro Directorio Ejecutivo acordó una serie de medidas que, en primer lugar, salvaguardarán la solidez financiera que nos permite brindar apoyo a nuestros países miembros; en segundo lugar, reducirán los cargos y las sobretasas de nuestros préstamos no concesionarios en un 36% en promedio; y, en tercer lugar, establecerán un programa integral de reformas y financiamiento que incrementa en más del doble nuestra capacidad para ofrecer préstamos concesionarios y que afirmará por muchos años las bases del apoyo que brindamos a los países de ingreso bajo.

Más allá del contenido de estas importantes reformas, quisiera destacar que se aprobaron con un respaldo unánime. Ningún país se opuso.

Esto no ocurrió porque sí; tuvimos que trabajar mucho para conseguirlo, y hablamos incontables veces con nuestros países miembros para alcanzar un resultado que todos consideraran aceptable.

Esta es una lección para los próximos años. Por muy difícil que sea la situación geopolítica, podemos trabajar para preservar el espíritu de una cooperación concreta y práctica. Los países no actúan por idealismo o caridad, sino que persiguen el bien común en aras de sus propios intereses.

Para hacer bien nuestro trabajo debemos esforzarnos por ser inclusivos. Con este espíritu, invito a todos a dar una calurosa bienvenida al Primer Ministro Daniel Risch y a su equipo, que están aquí en representación de nuestro país miembro más reciente, que hace el número 191: el Principado de Liechtenstein.

Además, debemos intentar siempre que en nuestra institución la representación del mundo en el que vivimos sea justa. Tanto el Directorio como los países miembros están trabajando ya para formular, de aquí a junio, posibles enfoques que sirvan de guía para reflejar mejor el peso de los países en la economía mundial, en particular mediante una nueva fórmula de cálculo de las cuotas.

También la voz es importante. Me complace mucho que el próximo 1 de noviembre nuestro Directorio vaya a dar la bienvenida al tercer Director en representación de África subsahariana, lo que garantizará una voz más fuerte para esta región.

Por último, también es importante decir que la cooperación no tiene lugar en el vacío. En el FMI cumplimos nuestro cometido de apoyar a los países miembros gracias a la solidez institucional y a nuestro excelente personal. ¡Démosles un fuerte aplauso!

Para terminar, me gustaría contarles una anécdota.

Como este año se cumple el 80.º aniversario de la histórica conferencia de Bretton Woods, Ajay y yo decidimos visitar el lugar en el que nacieron nuestras instituciones. Nos llevamos con nosotros a un grupo de destacados pensadores para dos jornadas de reflexión. El objetivo era inspirarnos en nuestros fundadores: unos hombres que, incluso en los días más oscuros de una guerra total, fueron capaces de construir un mundo nuevo. Y lo entendimos: si Keynes y White lograron encender una luz en un túnel tan oscuro, obviamente nuestra misión es mantener viva la llama.

Esos dos días del mes pasado, el cielo estuvo encapotado y triste casi todo el tiempo en Bretton Woods. Pero luego, de repente, el sol se abrió paso y la Madre Naturaleza nos regaló un precioso arcoíris doble. Sobre el fondo de los colores otoñales de las hojas en el monte Washington, fue sencillamente espectacular. No hay otra manera de expresarlo.

Para nosotros, fue también un gran augurio, y un recordatorio de que el sol siempre está ahí, son las nubes las que van y vienen. Nuestros fundadores nos dejaron como legado la capacidad de ver más allá de la oscuridad. Y eso haremos, porque sabemos que puede hacerse.

Muchas gracias.

Departamento de Comunicaciones del FMI
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