Un nuevo panorama económico, un nuevo multilateralismo
11 de octubre de 2018
Buenos días: selamat pagi. Excelencias, Gobernadores, invitados, colegas y amigos: en nombre del FMI, permítanme darles la más cordial bienvenida a nuestras Reuniones Anuales de 2018.
Permítanme saludar a Petteri Orpo, nuestro nuevo Presidente de la Junta de
Gobernadores del FMI, y a mi buen amigo Jim Kim, quien está liderando
nuestra institución hermana con tanto éxito.
Quiero rendir un homenaje especial a nuestros anfitriones, en especial al Presidente Jokowi, al Ministro Luhut, a la Ministra Sri Mulyani y al Gobernador Perry, así como a los líderes de los países de la ASEAN que están aquí con nosotros esta mañana.
Todos conocemos la extraordinaria trayectoria de Indonesia durante la
última generación: reducción de la pobreza, aumento de los ingresos y
rápida integración en la economía mundial.
En los últimos días, me ha impresionado aún más el coraje y la resiliencia
de Indonesia ante los desastres naturales ocurridos en Lombok y Sulawesi.
En nombre del FMI, permítanme expresar una vez más mis más sentidas
condolencias a todas aquellas personas que hayan sufrido la pérdida de un
ser querido.
Los dirigentes indonesios han trabajado día y noche para aliviar el sufrimiento provocado por estas tragedias. Y, aun así, han seguido mostrando a todos los aquí presentes su amabilidad, su hospitalidad y su espíritu cordial.
Este es el espíritu que vi en los rostros de los habitantes de Lombok durante mi visita de hace unos días. Este es el espíritu de Indonesia.
De todo corazón, les doy las gracias. Todos les damos las gracias.
En Bali existe una gran tradición llamada canang sari, en la que
se ofrece algo de valor a los dioses para darles las gracias y pedir que
continúen las bendiciones. Creo que aquí estamos haciendo algo parecido.
Hemos venido a Bali desde todos los rincones del mundo para «entregar como ofrenda» nuestro trabajo conjunto; los 189 países miembros de las instituciones de Bretton Woods. No podría ser más oportuno.
En efecto, la economía mundial continúa creciendo con fuerza. Pero este crecimiento se extiende de forma desigual entre las regiones y las personas, y se está estancando. Algunos riesgos están empezando a materializarse: riesgos para la estabilidad y la prosperidad económicas. Riesgos para los principios y las instituciones que sustentan la cooperación internacional, que tantos beneficios ha ofrecido a tantas personas durante tantos años.
Más recientemente, fue esta cooperación la que contribuyó a evitar que el mundo se precipitara cuando se encontraba al borde de la gran crisis financiera. Y sigue impulsando hoy el increíble éxito de la región de la ASEAN.
Sin duda, la estrategia cooperativa adoptada por la ASEAN nos ofrece hoy importantes lecciones. ¿Por qué? Porque, en el mundo en el que vivimos hoy, nos enfrentamos al reto de un nuevo panorama económico, en dos dimensiones.
La primera dimensión, más conocida, incluye los niveles monetario, fiscal y
financiero de nuestras interacciones económicas. La segunda dimensión, más
exigente, incluye la desigualdad, la tecnología y la sostenibilidad. Ambas
dimensiones son cruciales a nivel macroeconómico.
Para afrontar estos problemas, es por supuesto esencial contar con
políticas internas adecuadas. Pero, para navegar por este nuevo panorama,
es necesaria la cooperación internacional, una cooperación distinta a la
del pasado.
Yo la llamo el «nuevo multilateralismo». Es más inclusivo, más centrado en las personas y más orientado hacia los resultados.
Permítanme explicar a qué me refiero.
1. Los retos macroeconómicos y el nuevo multilateralismo
Primero, los retos macroeconómicos, más conocidos. Pensemos en el comercio, la verdadera savia de nuestras economías.
Pese a que la cooperación en materia de comercio ha impulsado un período sin precedentes de crecimiento y prosperidad en los últimos 70 años y más, en la actualidad se enfrenta a un rechazo, en parte debido también a que muchas personas se han quedado fuera. Estimamos que la escalada de las actuales tensiones comerciales podría reducir el PIB mundial en casi un 1% en los próximos dos años.
Es evidente que debemos aliviar estas disputas. Pero, también es evidente que debemos reformar el sistema de comercio mundial para que sea mejor, más justo y más sólido, para todas las naciones y todas las personas.
Esto significa corregir el sistema, juntos, pero no desmantelarlo.
Lo mismo sucede con los desequilibrios mundiales. Sabemos que los grandes déficits en cuenta corriente reflejan grandes superávits en cuenta corriente. Por eso, proteger la estabilidad económica requiere que los países con déficits y superávits excesivos trabajen de forma cooperativa. El Informe sobre el sector externo más reciente del FMI pone de relieve esta cuestión.
Un reto relacionado es el aumento de la vulnerabilidad a la deuda. Recientemente, advertimos que la deuda pública y privada ha alcanzado un máximo histórico de USD 182 billones, un 224% del PIB mundial, en torno a un 60% superior al nivel de 2007. A medida que las condiciones financieras se endurecen, el viento podría cambiar, en especial para los mercados emergentes, y causar una reversión de los flujos de capital, lo que podría fácilmente acelerarse y atravesar fronteras, con efectos reales sobre las personas.
Para evitarlo, las políticas internas de los países deben complementarse con una red de seguridad financiera mundial. Algunos de los recursos para esta red podrían provenir de acuerdos regionales de financiamiento, como, por ejemplo, la Iniciativa Chiang Mai. También, podrían provenir de la institución a la que se recurre a menudo para obtener ayuda: el FMI. Garantizar que el FMI cuente con los recursos necesarios requiere de la cooperación internacional.
Este principio de cooperación se encuentra en todas las actividades del FMI: préstamos, supervisión y fortalecimiento de las capacidades. Se encuentra en el asesoramiento y el apoyo en materia de política económica que ofrecemos a nuestros miembros: desde la reforma de la regulación financiera a la transparencia de la deuda pública; desde la gestión de flujos de capital a la lucha contra el lavado de dinero.
En este mundo actual hiperconectado, ningún país puede gestionar solo estas cuestiones. Necesitamos cooperación.
Y la cooperación constituye el ADN del FMI.
2. Los retos del siglo XXI y el nuevo multilateralismo
Permítanme centrarme en la segunda dimensión del cambiante panorama económico: desigualdad, tecnología y sostenibilidad. No son cuestiones nuevas, pero están más interrelacionadas y en rápida evolución que nunca.
Dar respuesta a esta dimensión es vital para la estabilidad y la prosperidad económicas. Pero, de nuevo, solo se puede dar respuesta de forma eficaz mediante la cooperación.
Tomemos, por ejemplo, la desigualdad: los estudios del FMI nos dicen que una menor desigualdad está asociada con un crecimiento más sólido y sostenible. Al mismo tiempo, una desigualdad excesiva está asociada con la marginalización de las personas, el deterioro de las comunidades y la erosión de la confianza. No es de extrañar que tanta gente sienta indignación y frustración.
Para afrontar la desigualdad se requiere colaboración. Se requiere que los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil trabajen de forma conjunta —para acabar con la discriminación contra las mujeres —; y diseñar las reformas laborales adecuadas, y reforzar los sistemas educativos, de formación y de protección social que incluyan, y no excluyan, a las personas, y que las preparen para la transformación tecnológica que está por venir.
Fijémonos en la tecnología: Sabemos que la revolución digital representa tanto una gran oportunidad como un gran riesgo. La biotecnología, la robótica y la inteligencia artificial crearán nuevos sectores y trabajos. Pero esta transición también generará desestabilidad y privaciones.
Debemos estar atentos a sus efectos sobre las personas.
La tecnología financiera, o tecnofinanzas, tiene el potencial de desencadenar el dinamismo económico y reducir la pobreza, en concreto, al facilitar servicios financieros a los 1.700 millones de personas que, en la actualidad, no tienen acceso a servicios bancarios [1] . Pero, de nuevo, necesita gestionarse con cuidado, para proteger la estabilidad y la seguridad financieras.
Y como digital significa mundial, esto requerirá un esfuerzo multilateral. A este respecto, resulta alentador que en estas Reuniones, junto con el Banco Mundial y otros socios, hayamos presentado la Agenda de Bali sobre Tecnofinanzas para servir de orientación a nuestros esfuerzos conjuntos.
En cuanto a la sostenibilidad, abordar los cada vez mayores efectos negativos del cambio climático es una prioridad común a todos, que solo puede abordarse a través de la acción conjunta.
Lo mismo sucede con la agenda más amplia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), nuestra aspiración común para construir un mundo mejor para todos. Recientemente, hemos estimado que el gasto adicional necesario para que los países de bajo ingreso cumplan los ODS, en sectores determinantes como la salud, la educación, el agua y las infraestructuras, es de unos USD 520.000 millones al año hasta 2030.
Es imposible cubrir este desfase si no hay colaboración, de los propios países, del sector privado, de los donantes, de las instituciones internacionales y de filántropos. Esta colaboración debe extenderse al uso más eficiente de los recursos; al fortalecimiento de la recaudación de ingresos, que incluye la reducción de la elusión y la evasión fiscales, y a la erradicación de la corrupción.
Este tipo de colaboración es esencial en el nuevo multilateralismo, entre otras cosas, porque las tensiones generadas por la exclusión y el cambio climático no respetan las fronteras nacionales. En este sentido, la solidaridad es interés propio.
Este nuevo multilateralismo también debe ser más inclusivo, abierto a distintos puntos de vista y opiniones. Debe estar más orientado hacia las personas y poner las necesidades humanas en un primer plano. Además, debe ser más eficaz y responsable, y obtener resultados para todos.
El FMI se encuentra en el centro de este nuevo multilateralismo.
Me gustaría aprovechar esta oportunidad para agradecer a mis excepcionales colegas en la Gerencia, a nuestros estimados Directores Ejecutivos y a nuestro increíble personal técnico, que trabaja sin descanso en su nombre.
Quiero agradecer, en particular, a nuestro Consejero Económico saliente, Maury Obstfeld, quien ha sido un líder intelectual, un sabio asesor y un querido amigo. No hay nadie más comprometido con el multilateralismo. Muchas gracias, Maury.
Conclusión: Considerar el bien común
Permítanme concluir:
Hoy he hablado del nuevo panorama económico y de la necesidad de un nuevo multilateralismo. Pero quiero concluir con cierta sabiduría antigua recogida en el Bhagavad‑Gita.
Dice así: «En cada acción, considera el bien común» [2] .
Si hacemos esto, si nos comprometemos con este bien común, la bendición de nuestro trabajo conjunto, de nuestra «ofrenda», nos será devuelta de forma que beneficie no solo a nuestra generación, sino también a las generaciones futuras.
Hablando de generaciones futuras, quiero saludar también a unas cuantas personas especiales. A medida que yo hablaba, habrán visto unas bellas imágenes. Estas son las fotografías ganadoras del concurso que hemos celebrado en Instagram entre los jóvenes de la ASEAN. Cada foto cuenta una historia, sobre las inquietudes y las esperanzas de las nuevas generaciones de esta región.
Así pues, reconozcamos a estos jóvenes con tanto talento. Hira, Kevin, Muhammad, Rexor, levántense por favor...
Y recordemos que el nuevo multilateralismo tiene que ver con el futuro de los jóvenes.
Gracias: terima kasih.
Departamento de Comunicaciones del FMI
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