Oportunidades perdidas: La historia económica de América Latina
6 de octubre de 2017
América Latina, que alberga a unos 600 millones de personas, está dotada de abundantes recursos naturales, tierras fértiles y vibrantes culturas, sin embargo, la región sigue siendo mucho más pobre que sus vecinos del norte.
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¿Por qué en ningún país de América Latina se ha alcanzado un nivel de vida similar al que disfrutan otros países?
En un nuevo libro, The Economics of Contemporary Latin America [Aspectos económicos de la América Latina contemporánea], Beatriz Armendáriz y Felipe Larraín analizan las raíces históricas del desarrollo social y económico de América Latina, que se remonta a la época colonial.
Hablamos con Felipe Larraín, Profesor de Economía de la Universidad Católica de Chile, Director de Clapes UC, y ex Ministro de Hacienda de Chile, acerca de cómo el legado de la región ha ido forjando su evolución económica.
América Latina tiene inmensos recursos naturales y una población con talento. ¿Por qué la región ha seguido siendo tan pobre en comparación con sus vecinos del norte?
Nuestro libro destaca cinco teorías sobre por qué América Latina ha quedado rezagada, algunas de las cuales se remontan a los orígenes coloniales de la región.
La primera es geográfica. Más del 70% de América Latina se encuentra en los trópicos, lo que hace que todo sea más difícil. La región está más expuesta a enfermedades como, entre otras, la malaria, la fiebre amarilla, el dengue y el cólera; y está alejada de los principales mercados.
En segundo lugar, tras su independencia, América Latina se ha basado en el Derecho civil tradicional, en vez del Derecho consuetudinario. Un sistema de Derecho consuetudinario, donde los jueces juegan un papel más activo, es más propicio para el crecimiento económico y el desarrollo.
En tercer lugar, tenemos las plantaciones agrícolas a gran escala en América Latina. En el norte, hubo más agricultura mixta centrada en el grano y el ganado, con unidades más pequeñas, lo que propició el establecimiento de instituciones políticas más democráticas, una protección más sólida de los derechos de propiedad y una clase media más extendida.
En cuarto lugar, el legado institucional de la región también es una parte de la historia: las disposiciones institucionales en el Sur son más débiles comparadas con las del Norte.
Y, por último, la fragmentación cultural y etnolingüística en América Latina, que se remonta a la época colonial, también ha frenado a la región, aunque la influencia de este factor es mucho menos importante que en África, por ejemplo.
Hace unas décadas, en América Latina, la renta per cápita era superior a la de muchos países asiáticos. ¿Por qué la región no ha sido capaz de crecer tan rápido como Asia?
De hecho, en los primeros años de la década de 1960, la renta per cápita en América Latina era más del doble que la de Asia oriental. Y en la actualidad la región se ha quedado muy rezagada. Varios países asiáticos que comenzaron con bajos niveles de ingreso hace 50 años, como Corea del Sur, Singapur, Taiwan y Hong Kong se han convertido en naciones desarrolladas. Ningún país de América Latina podría denominarse desarrollado, aunque algunos son países de mediano-alto ingreso.
Una razón importante que provoca esta gran diferencia es el proteccionismo. A partir de la década de 1950, América Latina intentó desarrollarse aplicando un proceso de industrialización basada en la sustitución de las importaciones, en el marco de la cual se protegen las industrias de la competencia exterior, con el objeto de convertirse en países industrializados. Tres décadas más tarde, esto resultó ser un completo fracaso y las industrias protegidas no crecieron. Y América Latina quedó muy expuesta a la crisis de la deuda de la década de 1980.
Durante este período, Asia oriental estaba plenamente centrada en la promoción de las exportaciones, los incentivos fiscales a los exportadores, las bajas barreras comerciales, menos proteccionismo y menos controles y regulaciones. En contraposición con América Latina, los países asiáticos también tenían un entorno macroeconómico estable durante este tiempo: un menor déficit fiscal (a veces con superávits) y tasas de inflación bajas y estables. Las economías asiáticas también evitaron la sobrevaloración de la moneda, algo que América Latina no pudo hacer.
Pero también ha habido algunas historias de éxito en América Latina. ¿Puede darnos algunos ejemplos?
Un ejemplo histórico es el de Argentina a finales del siglo XIX. Durante ese período, Argentina era un país muy rico, cuya renta per cápita estuvo entre las diez primeras en el mundo. Lamentablemente, esos resultados económicos no perduraron durante el siglo XX.
Un ejemplo más reciente es el de Chile. A finales de la década de 1980, Chile empezó a crecer significativamente con la apertura de sus mercados al comercio internacional y gracias a la creación de un entorno más atractivo para la inversión extranjera directa. El gobierno también se centró más en el mejoramiento de las condiciones sociales. Hubo una caída después de la crisis asiática, pero en la actualidad, Chile es el país con el mayor ingreso per cápita en la región, alrededor de $23.000, y la tasa de pobreza más baja.
En la década de 1980, una enorme crisis de deuda sumergió a América Latina en una grave recesión. ¿Por qué la región se vio menos afectada por la crisis financiera de 2008-09 de Estados Unidos y por la crisis más reciente de la zona euro?
La década de 1980 fue terrible para la región. La llamamos la "década perdida" porque el ingreso per cápita a finales de la década fue similar al ingreso que registraba al comienzo de la misma. El período comprendido entre 1982 y 1984 fue especialmente difícil para muchos países, y algunos de ellos entraron en recesiones profundas durante dos, e incluso, tres años.
A América Latina le llevó tiempo recuperarse. Después de esta experiencia, la región pasó a adoptar una estrategia de apertura externa y fue más consciente de la importancia de la estabilidad macroeconómica: un bajo déficit fiscal, una inflación baja y estable, y evitar la sobrevaloración de los tipos de cambio.
La región también reforzó sus políticas y creó mejores instituciones. Por ejemplo, varios países independizaron sus bancos centrales en las décadas de 1990 y 2000, y pusieron en práctica normas fiscales para ayudar a que la política fiscal jugara un papel anticíclico, con el objeto de ahorrar durante los tiempos de bonanza y gastar más en los tiempos difíciles.
Estas mejoras han ayudado a la región a estar mejor equipada para hacer frente a las crisis más recientes.
Varios episodios de auge y caída en los mercados mundiales de materias primas han perjudicado a la región. ¿Cómo puede América Latina evitar estos ciclos de auge y caída?
Lo primero es reconocer que, sin importar lo mucho que América Latina haya sido capaz de diversificar su base de exportaciones, la mayoría de los países siguen siendo muy dependientes de las materias primas. La región necesita elaborar un marco institucional que permita a los latinoamericanos vivir mejor en estas condiciones.
El único país en América Latina que ha sido capaz de diversificar sus materias primas es México. En México, aproximadamente el 25 % de las exportaciones provienen de los recursos naturales, en comparación con el 60% o más en el resto de los países de la región. En casos de extrema dependencia, como Venezuela, esa cifra es de más del 90%.
Pero la transición hacia una economía más diversificada requerirá una nueva estrategia. Por ejemplo, apoyo a la investigación y el desarrollo, mejora de la educación, y una fuerza de trabajo más cualificada que pueda trabajar en diferentes sectores, incluido el sector de los servicios. Esto ayudaría a América Latina a formar parte de la revolución tecnológica que se está produciendo ahora mismo.
Mirando hacia el futuro, en su opinión, ¿cuáles son los desafíos pendientes en la región?
El primer reto, como se ha mencionado, es cómo diversificar, de una manera óptima, hacia productos diferentes de las materias primas, para que así América Latina sea menos dependiente de los auges y caídas de los mercados de materias primas.
Sin embargo, la diversificación llevará tiempo, y muchos países seguirán dependiendo en gran medida de las materias primas. Algunos países, por ejemplo, tienen la capacidad de convertirse en muy importantes proveedores de productos agrícolas a China, donde el consumo privado se traducirá en una mayor proporción de la demanda agregada.
Por tanto, un segundo desafío es cómo actualizar las normativas e instituciones, como los bancos centrales autónomos, las reglas fiscales, los fondos soberanos de inversión, y los consejos fiscales independientes, para ayudar a estas economías a amortiguar los efectos del ciclo de auge y caída de las materias primas.
Si bien la región ha podido reducir considerablemente la pobreza, no ha tenido el mismo éxito en la reducción de la desigualdad. Y este es el tercer desafío. El contar con instituciones adecuadas para continuar con la lucha contra la pobreza y reducir la desigualdad será un factor clave.