Un futuro para la juventud italiana: Desafiar el presente y atreverse al futuro, Discurso de apertura del ciclo lectivo de la Universidad Bocconi, Por Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional

9 de diciembre de 2014

Discurso de apertura del ciclo lectivo de la Universidad Bocconi
Por Christine Lagarde
Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional
Martes 9 de diciembre de 2014

Texto preparado para la intervención

Buongiorno! ¡Buenos días a todos!

Sr. Presidente Mario Monti, Sr. Rector Andrea Sironi, gracias por su gentil presentación. Distinguidos docentes, estudiantes e invitados, gracias por darme la bienvenida el día de hoy.

Es para mí un gran honor pronunciar este discurso de apertura del ciclo lectivo en una de las universidades más prestigiosas de Europa y, de hecho, del mundo.

Lo que admiro en la Bocconi va mucho más allá de la excelencia académica e intelectual. Bocconi realmente ha plasmado una perspectiva internacional en sus programas de estudio, su cultura y sus valores. ¡Llevan ustedes el espíritu de tolerancia y el multilateralismo escritos en el ADN! ¡Y espero que estén de acuerdo en que en eso somos muy parecidos!

¡También es un placer encontrarme nuevamente en Milán! Siempre recuerdo la primera vez que visité Santa Maria delle Grazie y el genio de da Vinci. Es verdad que dejó su impronta en muchas ciudades a lo largo de su vida, pero Milán fue realmente el lugar que nutrió su genio y sus talentos y donde comenzaron a florecer.

Da Vinci fue el hombre renacentista por excelencia, un visionario desbordante de talento que se adelantó mucho a sus tiempos. Se atrevió al futuro desafiando el presente, y no titubeó a la hora de desafiar a otros.

Me impresionó una de sus frases, que es hoy una de mis favoritas: “Chi poco pensa molto erra”. “El que piensa poco, se equivoca mucho”.

Así que hoy, cuando pensamos en mi tema preferido —la economía— pensemos a más escala. Comencemos con un lienzo en blanco, como da Vinci, e imaginemos el futuro.

Normalmente, utilizaríamos colores vivos para hacer un esbozo del futuro, recurriendo a la imaginación, la energía y la esperanza. Pero en este momento parece más adecuado emplear colores más apagados, y de eso quería hablarles. Los nubarrones grises de un crecimiento bajo y un desempleo alto que persisten, especialmente entre los jóvenes. ¿Qué hacer para devolverle a este panorama el color de la esperanza?

No cesa de preocuparme el marcado contraste entre los beneficios y las promesas que trae consigo la educación —aquí, en Bocconi, y en otras casas— y la dura realidad que enfrentan muchos jóvenes adultos en el mercado laboral. El hecho de que no tengan la oportunidad de aplicar sus conocimientos en un lugar de trabajo, de afinar sus aptitudes en el día a día laboral, ni de adquirir la experiencia necesaria para emprender una carrera exitosa. Este es hoy un problema generalizado en Europa, y es especialmente agudo en Italia.

Esta no es una cruz que tienen que cargar solamente los jóvenes. Tarde o temprano, es una cruz que debe cargar la sociedad. El desempleo persistente no solo atenta contra la actividad económica sino que también priva a la gente de autoestima y rasga el tejido social e institucional generando desigualdad y, a veces, violencia.

Atacar el problema del desempleo juvenil es, entonces, una responsabilidad que recae en el gobierno, en el sector privado y en la sociedad en su conjunto, a nivel tanto nacional como europeo. Es por eso que hoy querría centrarme en tres temas clave para el futuro:

i) Primero, un análisis más profundo del problema de desempleo juvenil.

ii) Segundo, las medidas correctivas que se pueden emprender a nivel nacional para atacarlo.

iii) Por último, las políticas a nivel de la zona del euro para complementar y reforzar las políticas nacionales a fin de respaldar el crecimiento y luchar contra el desempleo juvenil.

1. Causas y consecuencias del desempleo juvenil

En la actualidad, el desempleo entre la juventud italiana supera el 40%, el registro más alto en casi 30 años. Si los desempleados pudieran formar su propia región, tendría casi el tamaño de Umbría porque estamos hablando de 700.000 personas. Frente a estas cifras, ¡la Mona Lisa frunciría el entrecejo!

El FMI va a publicar hoy un estudio titulado “Youth Unemployment in Advanced Europe: Searching for Solutions” (“El desempleo juvenil en los países avanzados de Europa: Buscando soluciones”), que examina precisamente este tema, no solo en el contexto de Italia sino también en el de otros países de Europa. Permítanme presentarles dos de sus principales conclusiones.

Primero, cuando el crecimiento es bajo, el desempleo juvenil es alto. En el promedio de los países europeos avanzados, la debilidad del crecimiento tiene el triple de efecto en la juventud que en la población adulta desempleada. De hecho, aproximadamente 70% del aumento del desempleo juvenil en países vulnerables durante la crisis puede atribuirse a un crecimiento anémico.

¿Qué implica esto? Reanimar el crecimiento es una prioridad de primer orden. Nuestro estudio muestra que un aumento del crecimiento equivalente a 1 punto porcentual del PIB en Italia podría reducir la tasa de desempleo juvenil en 0,6 puntos porcentuales. Eso significa que mucha gente recuperaría el empleo. Se trataría de un avance importante.

Segundo, las instituciones son importantes. En muchos países como Italia, el desempleo juvenil ya era bastante alto cuando estalló la crisis mundial. La crisis no hizo más que empeorar la situación.

¿Cuál es la razón? Ciertas características de los mercados laborales —como la fuerte protección para los trabajadores con contratos permanentes o los elevados costos de contratación— conspiran contra el empleo juvenil. Y en países como Italia, hacen que el desempleo juvenil sea aún más sensible al crecimiento.

Querría poner estas dos determinaciones en perspectiva y darles una idea de su magnitud. Entre 1996 y 2001, Italia logró recortar la tasa de desempleo total en 7 puntos porcentuales creciendo a una tasa promedio de casi 2% por año.

El problema radica en que, según nuestras últimas previsiones, el crecimiento será mucho más bajo, de alrededor de 1% por año en los próximos cuatro años. Al mismo tiempo, la inflación persiste en niveles bajos, lo cual es generalmente una señal clara de que los recursos siguen estando subutilizados.

Una tasa de crecimiento baja y un bajo nivel de inflación son una combinación tóxica. Crean un círculo vicioso: si uno espera una baja tasa de crecimiento en el futuro, invierte menos y contrata menos en el presente. Romperlo es el reto, no solo para Italia sino también para Europa.

2. Explotar el potencial de Italia: El pasado no es un prólogo

Aquí es donde dejamos de lado los colores apagados en nuestro lienzo. Tenemos que pensar con arrojo y originalidad al actuar, y es necesario actuar en el ámbito de las reformas estructurales y los cambios institucionales que podrían dar rienda suelta a la productividad y al crecimiento de Italia.

Como padre de la “tercera dimensión” que introdujo la perspectiva y realzó el contraste, Leonardo revolucionó la manera en que concebimos los objetos e innovamos. Del mismo modo en que él señalaría que una pintura tridimensional es mucho más convincente y cautivante, permítanme presentar mi conjunto de reformas también en tres dimensiones.

La primera dimensión es la reforma del mercado de trabajo. El mercado laboral italiano de hoy adolece de lo que algunos llaman “dualidad”, y otros, el “problema de los insiders y los outsiders”. Los insiders tienen contratos permanentes con fuertes protecciones; los outsiders, que son mayormente gente joven, reciben poca capacitación y contratos temporarios.

Esto es no solo injusto, sino también ineficiente. Las empresas tienen poco incentivo para invertir en los jóvenes. Es por eso que la Ley de Empleo —centrada en crear un nuevo contrato de trabajo con protección escalonada— es tan importante para atacar la dualidad generalizada y para lograr que el mercado funcione mejor para los trabajadores y las empresas.

Otro elemento importante de la Ley de Empleo son las políticas laborales activas; entre ellas las que ayudan a los desempleados a recibir capacitación y asistencia en la búsqueda del empleo que necesitan. Austria, Finlandia y Suecia han demostrado que estas políticas dan resultado. En Suecia, por ejemplo, los incentivos para que los desempleados jóvenes busquen activamente empleo se combinan con un firme respaldo —de ser necesario mediante formación— encaminado a compaginar sus aptitudes con lo que necesitan los empleadores.

Aun así, la Ley de Empleo tendría que estar complementada con medidas destinadas a bajar las tasas impositivas marginales —o la “cuña impositiva”—, que desalientan la inversión en mano de obra y capital. A pesar de los esfuerzos recientes, esta cuña impositiva en el mercado laboral italiano se mantiene muy por encima del promedio de la OCDE.

¿Por qué importa? Haciendo bajar la cuña impositiva al promedio europeo se podría reducir el desempleo juvenil alrededor de 4 a 8 puntos porcentuales. ¡Eso podría significar que entre 60.000 y 130.000 jóvenes volverían a trabajar!

Los mercados nuevos y los mercados abiertos también pueden ser potentes catalizadores en la creación de empleos. Por ejemplo, abrir la profesión de jurista y promover la competencia en el sector minorista pueden incrementar la productividad y facilitar el movimiento de trabajadores entre los sectores que más los necesitan.

Pensemos nuevamente en da Vinci. Cambió de sitio y trabajo con frecuencia, mudándose de Florencia a Milán, a Roma, a Bolonia y a Venecia, al Clos Lucé en Francia, siempre transformándose: en pintor, en escultor, en ingeniero, en anatomista, en músico y en matemático. La flexibilidad y la apertura del mercado laboral fueron fundamentales para que pudiera florecer el espíritu emprendedor e innovador de da Vinci. Ese es el espíritu y el dinamismo que querríamos ver renacer en Italia, una Italia rejuvenecida para el siglo XXI.

De modo que la reforma del mercado del trabajo es la primera dimensión. La segunda dimensión es la reforma judicial.

Un factor importante detrás de la debilidad del clima empresarial italiano son los plazos dilatados del proceso judicial. Según algunas estimaciones, hacer cumplir judicialmente un contrato lleva más de mil días en Italia, más del doble del promedio de la OCDE.

Y las disparidades regionales de la eficiencia judicial son pronunciadas, especialmente en los tribunales laborales. Por ejemplo, lleva menos de 300 días resolver un conflicto laboral en Piamonte o Trentino, pero más de 1.000 en Apulia o Sicilia, las regiones que enfrentan algunas de las situaciones económicas más difíciles.

Una mayor eficiencia judicial abarataría el crédito, fomentaría la inversión y, fundamentalmente, facilitaría el empleo. De hecho, nuestro estudio sobre las disparidades regionales sugiere que reduciendo a la mitad la duración de los conflictos laborales, la probabilidad de conseguir empleo aumenta alrededor de 8%.

Medidas tales como los juicios civiles en línea (processo civile telemático) adoptados este año pueden contribuir mucho a la eficiencia. El éxito del “Programa de Estrasburgo” adoptado por el Tribunal de Turín es una demostración fehaciente de que la elaboración de indicadores de desempeño de los tribunales puede contribuir a mejorar la eficiencia judicial y la rendición de cuentas. Llevar este programa al resto del país podría representar una nueva etapa prometedora.

La tercera dimensión es el sector bancario, cuya reforma es necesaria para que, afianzándolo, pueda brindar respaldo a la recuperación, especialmente del sector de la pequeña y mediana empresa.

En la actualidad, el sistema financiero italiano carga con préstamos incobrables y tiene una capacidad limitada de otorgamiento de crédito. La evaluación exhaustiva que llevó a cabo el Banco Central Europeo (BCE) fue un paso importante para hacerse una idea de la magnitud del problema y las medidas que podrían corregirlo.

Entonces, ¿qué hacer? Se necesitan regímenes de insolvencia para ayudar a las empresas y los hogares a sanear los balances. Lo mismo ocurre con los bancos. Es necesario incrementar significativamente los pases a pérdidas contables para reducir los coeficientes de incobrabilidad a los niveles previos a la crisis.

Con el mismo criterio, reanimar el sector de las PYME puede ser crucial para facilitar el flujo de crédito hacia la economía. Las PYME son la médula de la economía italiana: concentran alrededor de 80% de la fuerza laboral del sector privado y 70% del valor agregado comercial.

Pero debido a su elevado endeudamiento y su baja rentabilidad, están sufriendo más que las grandes empresas como consecuencia de la crisis financiera. Una estrategia amplia centrada en facilitar la reestructuración del sector de las PYME brindaría enorme ímpetu al crecimiento y a la creación de empleos.

Juntas, la reforma del mercado laboral, la reforma judicial y la reforma del sector bancario son las dimensiones que no podemos perder de vista al pintar el lienzo de un crecimiento vigoroso, inclusivo y abundante en empleo en Italia.

3. Las políticas de la zona del euro al servicio de la recuperación

¿Qué hay de Europa? Italia siempre ha sido un ancla de la actividad y la estabilidad europea, y sus perspectivas mutuas están inextricablemente enlazadas.

De hecho, para que los esfuerzos de Italia den fruto, deben ir acompañados de una estrategia integral a nivel de la zona del euro para sustentar una recuperación duradera y sólida. La zona del euro tiene que trabajar a todo vapor.

Desearía comenzar con la política monetaria. Ha estado a la vanguardia de la elaboración de las políticas y debe continuar desempeñando un papel crucial para apuntalar la demanda.

El BCE ha tomado medidas enérgicas en los últimos meses, anunciando importantes operaciones de compraventa de activos privados, por ejemplo. Estas medidas seguramente contribuirán a afianzar la demanda y a conjurar los riesgos derivados de una inflación persistentemente baja.

Con todo, en caso de que las perspectivas de crecimiento e inflación vuelvan a empeorar, el BCE ha indicado que está preparado para expandir aún más su balance, entre otras cosas mediante compras de activos soberanos. Ese es un anuncio digno de elogio, pero la política monetaria no basta por sí sola.

A la política fiscal también le toca un papel. Las medidas fiscales deben ser lo más propicias posible para el crecimiento y el empleo. Pensemos en proyectos de infraestructura pública paneuropeos eficaces y eficientes en función de los costos que podrían ayudar a sentar las bases de un crecimiento sostenido. Pensemos en inversiones transfronterizas en redes de transporte, comunicaciones y energía. Se trata de los ingredientes fundamentales de la innovación y el aumento de la productividad.

Por último, y esto es muy importante, las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento ofrecen cierta flexibilidad para apoyar la inversión pública y la implementación de reformas estructurales. Los detalles pueden variar según las circunstancias de cada país, pero todos los casos requieren racionalizar la carga regulatoria, abrir los mercados de productos y servicios, como la energía, y profundizar los mercados de capital. Es necesario estudiar esa flexibilidad para fomentar el gasto productivo y medidas que promuevan el crecimiento y la creación de empleos.

Conclusión

Sé que la generación de ustedes se enfrenta a las perspectivas menos prometedoras que hemos visto en muchísimo tiempo. El desempleo, especialmente el juvenil, es una mancha para cualquier sociedad. Paraliza el talento, acalla la aspiración y mancilla la dignidad. Es un problema multifacético, y requiere una solución multifacética.

Las soluciones que acabo de esbozar no están escritas en clave ni de derecha a izquierda, así que no necesitarán un espejo para descifrarlas. Los cínicos quizá digan que la reforma tarda demasiado en surtir efecto, y que la inversión inmediata es demasiado grande.

Pero el cinismo inevitablemente conduce a la parálisis de las políticas y a la inercia de la economía, un pasado que bien podría ser un prólogo. Debemos recorrer una senda diferente. Una senda que no es fácil y que requiere mucho esfuerzo, pero que puede desembocar en el cambio que se necesita.

Italia tantas veces ha dado muestras de entereza ante circunstancias difíciles. Por eso les pido hoy que apuesten a un futuro nuevo: un futuro en el que el genio italiano nuevamente tome alas, en que la creatividad y el dinamismo sean las características distintivas de una prosperidad generalizada entre los jóvenes, las mujeres, los emprendedores y todos los italianos.

¿Qué nos aconsejaría da Vinci? Piensen en todos los años que le llevó terminar “La última cena”: cuatro, según algunos, ¡y más si contamos las restauraciones! Sin embargo, sigue siendo una de las obras de arte más hermosas y deslumbrantes jamás creadas.

Todos tenemos las herramientas para pensar, trazar y construir un futuro brillante para nuestra juventud. Usémoslas bien.

Grazie.

DEPARTAMENTO DE COMUNICACIONES DEL FMI

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