"Cumplir la Promesa del 2025," Discurso principal de Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional
8 de septiembre de 2015
Discurso principal de Christine LagardeDirectora Gerente del Fondo Monetario Internacional
Cumbre del W-20
6 de septiembre de 2015, Ankara, Turquía
Texto preparado para la intervención
Introducción
Buenos días. Günaydin.
Gracias, Dra. Türktan, por su amable presentación.
Señor Primer Ministro, Señora Embajadora: Estoy encantada de estar hoy aquí presente con motivo de la reunión inaugural de Women's 20, el W-20.
La elección del día de hoy para su puesta en marcha es oportuna. En la cumbre celebrada el pasado mes de noviembre, el G-20 se comprometió a reducir en un 25% la brecha en la participación de la mujer en la fuerza laboral antes del año 2025, lo cual contribuiría a crear unos 100 millones de nuevos puestos de trabajo para la economía mundial.
Esta fue la Promesa del 2025. Hoy quiero centrarme en cómo cumplir dicha promesa.
Sin lugar a dudas, el reto que plantea es importante, pero gracias a la gran atención prestada este año a la equidad de género en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para después de 2015, así como el compromiso asumido por el G-20 el año pasado, estamos ante una oportunidad única.
Debemos aprovecharla.
La importancia de la Promesa del 2025
Según las últimas estimaciones, hay más de 3.500 millones de razones por las que es importante la igualdad de género. Y si estas razones no son suficientes, reflexionemos un poco más sobre la importancia de esta cuestión.
Como he dicho ya muchas veces, el empoderamiento de la mujer no es solo un imperativo fundamentalmente moral, sino también una idea económica que cae por su propio peso. ¿Qué quiero decir con eso?
En primer lugar, sabemos que el empoderamiento de la mujer impulsa el crecimiento económico. Por ejemplo, según nuestras estimaciones, si el número de mujeres trabajadoras se incrementase hasta situarse en el mismo nivel que el de los hombres, el PIB aumentaría un 5% en Estados Unidos, un 9% en Japón y un 27% en India1.
Estas estimaciones, si bien son provisionales, son lo suficientemente significativas e importantes como para tomárselas en serio. Esto se aplica, en particular, a los países con un menor crecimiento potencial debido al envejecimiento de la población.
En segundo lugar, el acceso de un mayor número de mujeres a trabajos seguros y bien remunerados hace aumentar el ingreso per cápita global. En el caso de Turquía, se ha estimado que la paridad de género en el empleo podría generar un incremento del 22% del ingreso per cápita2. Este incremento también sería posible en muchos otros países.
En tercer lugar, una mayor equidad de género no solo contribuye al incremento del ingreso en términos absolutos, sino que también ayuda a reducir la desigualdad del ingreso. Un documento de trabajo del personal técnico del FMI, de próxima publicación, examina esta relación comparando el denominado Índice de Desigualdad de Género con la desigualdad del ingreso registrada. Los resultados son muy sorprendentes e indican que un aumento de las oportunidades de educación y empleo de las mujeres puede dar lugar a mejoras de la igualdad del ingreso de una magnitud que históricamente llevó décadas alcanzar.
Por último, el empoderamiento de la mujer puede reducir la pobreza. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, por ejemplo, si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos agrícolas que los hombres, la producción agrícola de los países en desarrollo se incrementaría hasta un 4%, sacando del hambre a más de 100 millones de personas3.
Por tanto, en resumen, impulsar el crecimiento, incrementar el ingreso global, reducir la desigualdad y abordar la pobreza: ahí radica la importancia de la Promesa del 2025.
Implementación
No obstante, todos somos conscientes de que establecer un objetivo, y alcanzarlo, son dos cosas muy distintas. Para cumplirlo se requieren medidas decididas, sostenidas y colectivas.
Y aquí es donde el W-20 puede marcar las diferencias: recordando al G-20 su compromiso, y exigiéndole rendir cuentas.
El FMI respalda estos esfuerzos. En los últimos años, como sabrán, hemos intensificado nuestro trabajo sobre los efectos macroeconómicos de las brechas de género.
Se han llevado a cabo nuevos estudios, por ejemplo, sobre el papel de la mujer en la economía y las barreras jurídicas a la participación de la mujer. Pero quizá lo más destacado sea que esperamos aplicar estos estudios a las recomendaciones de política que ofrecemos a nuestros países miembros.
Por tanto, el FMI apoya al W-20. ¿En qué ámbitos de acción clave deberíamos centrarnos para contribuir a cumplir la promesa del G-20?
Tres ámbitos de acción clave para el empoderamiento económico de la mujer
En el transcurso de la vida de una mujer se plantean numerosas oportunidades para respaldar su potenciación. Aquí destacaré tres momentos críticos:
- Ir a la escuela: la educación,
- Conseguir un empleo: trabajar, y
- Formar una familia.
Si me lo permiten, los analizaré uno por uno:
1. Educación
Para empezar a hablar de la escuela, me remitiré a las palabras de Aung San Suu Kyi:
"La educación y el empoderamiento de la mujer en todo el mundo no pueden sino traducirse en una vida más solidaria, tolerante, justa y placentera para todos".
Efectivamente, las oportunidades que se ofrecen en clase presentan ramificaciones duraderas y de gran alcance.
A título individual, por ejemplo, sabemos que un año más de educación primaria incrementa en un 10%-20% el potencial de ingresos de la mujer. Un año extra de educación secundaria mejora su potencial de ingresos en un 25%4.
A nivel de país, resulta ilustrativa la experiencia de Turquía con la educación de las niñas. La proporción de mujeres turcas licenciadas con trabajo es muy elevada, superior al 70%. Sin embargo, al otro extremo de la escala —donde existe el analfabetismo—, solo el 17% de las mujeres logran encontrar trabajo5. De hecho, se estima que si se ampliase un año la educación preescolar en Turquía, podría incrementarse la participación de la mujer en la fuerza laboral en un 9%6.
El mensaje es claro: la educación de las niñas es probablemente la mejor inversión que puede realizar un país.
Más allá de la inversión en educación per se, hay otras formas de potenciar la educación de las niñas. Pueden supeditarse programas sociales a la asistencia de sus hijas a la escuela, como ya se hace en Bangladesh y Camboya, como por ejemplo a través de transferencias de efectivo a familias pobres7. La mejora de las infraestructuras —carreteras y saneamiento— facilita también que las niñas puedan ir a la escuela. Se requiere un planteamiento integral.
Lo bueno es que, en muchos países, la brecha de género en educación se está reduciendo. No obstante, en demasiados otros, entre ellos muchos países de mercados emergentes y en desarrollo, sigue siendo significativa.
Para cumplir la Promesa del 2025, es necesario cerrar estas brechas educativas.
2. Empleo
¿Qué ocurre con el segundo ámbito de acción destacado, el empleo?
Tras recibir una educación, uno de los hechos habituales en la vida de una mujer es conseguir un trabajo. Y si bien tener una buena educación ayuda sin duda a la mujer a entrar en la fuerza laboral, no es en absoluto garantía de empleo.
Varios países con mujeres con un nivel de formación elevado siguen presentando niveles reducidos de participación de la mujer en la fuerza laboral. Por ejemplo, es sabido que Japón se enfrenta a este reto.
Las mujeres japonesas de treinta y pocos años en general asisten a la escuela más de 14 años, superadas solo por las mujeres neozelandesas8. Además, las mujeres japonesas, en promedio, han recibido más años de educación que los varones9. A pesar de ello, en Japón, la brecha de género en la participación en la fuerza laboral se sitúa en 25 puntos porcentuales, frente a los 10 puntos porcentuales de media de las principales economías avanzadas10.
Por tanto, la educación es fundamental, pero se engloba en un conjunto más amplio. ¿Qué más se necesita para ayudar a las mujeres a encontrar trabajo?
En primer lugar, eliminar las barreras jurídicas es esencial. Por ejemplo, aquellos obstáculos que impiden a las mujeres realizar actividades cotidianas, como abrir una cuenta bancaria o gozar de la igualdad de derechos de propiedad.
En un estudio reciente del FMI, se observó que casi el 90% de los países presentan por lo menos una restricción jurídica significativa que dificulta el acceso de la mujer al trabajo11. En la mitad de los países analizados, a partir del momento en que la equidad de género pasó a estar garantizada por la constitución, la participación de la mujer en la fuerza laboral aumentó un mínimo del 5% en los cinco años posteriores.
El segundo obstáculo es la remuneración de la mujer. Incluso cuando el nivel de educación es el mismo, y el puesto de trabajo también, las mujeres ganan solo tres cuartas partes de lo que ganan los hombres12, lo cual, por sí solo, puede desincentivar enormemente el acceso de la mujer a la fuerza laboral.
En tercer lugar, las infraestructuras también pueden suponer un obstáculo. La falta de acceso al transporte básico o a fuentes de energía puede dificultar muchísimo que las mujeres trabajen fuera del hogar. En las zonas rurales de Sudáfrica, por ejemplo, la electrificación se tradujo en un incremento del 9% de la participación de la mujer en la fuerza laboral13.
Y, por último, el acceso desigual al financiamiento. En los países emergentes y en desarrollo, el 70% de las pequeñas y medianas empresas propiedad de mujeres o bien no son atendidas por las instituciones financieras, o bien reciben una atención deficiente14.
El incremento de la inclusión financiera de la mujer es una de las cuestiones que pienso subrayar en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Agenda para el Desarrollo después de 2015, a finales de este mes. Es de vital importancia para cumplir el objetivo del 2025.
3. Familia
Como también lo es el tercer ámbito de acción general, que gira en torno al papel especial de la mujer en el entorno familiar. ¿Qué podemos hacer, en la práctica?
Para empezar, la licencia parental remunerada contribuye a mantener el vínculo de la mujer con el mercado laboral. Japón, por ejemplo, está haciendo un esfuerzo significativo en este sentido. El gobierno ha ampliado las prestaciones de licencias por cuidado de los hijos del 50% al 67% del salario15. El papel de los empresarios es también cada vez más importante; por ejemplo, la tasa de participación en la licencia por paternidad de una conocida compañía de seguros japonesa alcanzó el 100% este año16.
Esto último plantea una notable cuestión: los hombres —no solo como pareja, sino también como padres, hijos y hermanos— desempeñan un papel importante en el empoderamiento de la mujer. No solo ayudan a sus parejas, hijas, madres y hermanas a desarrollar su potencial, sino que también contribuyen a crear una sociedad más sólida para todos.
En palabras de Amartya Sen:
"Las mujeres son vistas cada vez más, tanto por hombres como por mujeres, como agentes de cambio activas, promotoras dinámicas de cambios sociales capaces de transformar las vidas tanto de hombres como de mujeres17."
Por otro lado, autoridades y empresarios pueden trabajar mano a mano para ofrecer servicios de guardería asequibles y de calidad. Los estudios apuntan a que una reducción del 50% del costo de los servicios de guardería haría incrementar en un 10% el número de madres jóvenes en el mercado de trabajo18.
Las reformas fiscales también tendrían efectos positivos. Son demasiados los países cuyo sistema fiscal disuade de trabajar a los asalariados secundarios, en su mayoría mujeres. La sustitución de los impuestos basados en la familia por impuestos individuales puede reducir los impuestos marginales sobre estos asalariados secundarios, cosa que animaría a las mujeres a trabajar.
El paquete formado por la licencia parental, el servicio de guardería y un sistema fiscal más justo puede permitir a la mujer compaginar trabajo y familia. Además de invertir en la educación de las niñas y de facilitar la entrada de la mujer al mercado laboral, también respalda el empoderamiento económico de la mujer.
Conclusión: De las palabras a la acción
El compromiso del G-20 de reducir la brecha de la participación de la mujer en la fuerza laboral en un 25% a lo largo de la próxima década tiene la capacidad de potenciar a la mujer de manera histórica. Más todavía, tiene el potencial de impulsar el crecimiento, elevar el ingreso per cápita global, abordar la pobreza y reducir la desigualdad del ingreso en todo el mundo.
En resumen: podría ser un elemento de cambio real para la economía mundial. No obstante, la promesa solo podrá cumplirse si las palabras se convierten en acciones.
Debemos trabajar juntos —el G-20, el W-20, los 188 países miembros del FMI— para hacer que esta aspiración se haga realidad.
Gracias. Cok tesekkurler.
1 IMF Staff Discussion Note, Women, Work, and the Economy: Macroeconomic Gains from Gender Equity
2 World Bank: http://www.worldbank.org/en/news/opinion/2015/04/09/important-balancing-act-turkey
3 OECD DAC Network on Gender Equality, Women’s Economic Empowerment
4 Daring the Difference: The 3 L’s of Women’s Empowerment
5 IMF Staff Discussion Note, Women, Work, and the Economy: Macroeconomic Gains from Gender Equity
6 World Bank. 2013. Programmatic Concept Note: Turkey: Women’s Access to Economic Opportunities in Turkey Trust Fund
7 IMF Staff Discussion Note, Women, Work, and the Economy: Macroeconomic Gains from Gender Equity
8 IMF Working Paper, Can Women Save Japan?
9 Ibid
10 IMF Staff Discussion Note, Women, Work, and the Economy: Macroeconomic Gains from Gender Equity
11 IMF Staff Discussion Note, Fair Play: More Equal Laws Boost Female Labor Force Participation
12 Daring the Difference: The 3 L’s of Women’s Empowerment
13 Forthcoming IMF Staff Discussion Note, Catalyst for Change: Empowering Women and Tackling Income Inequality
14 Forthcoming IMF Staff Discussion Note, Financial Inclusion—Can it Meet Multiple Macroeconomic Goals?
15 Japanese Ministry of Health, Labor, and Welfare
16 Bloomberg News: http://www.bloomberg.com/news/articles/2014-04-22/japanese-men-bringing-up-babies-seek-to-send-wives-back-to-work
17 Amartya Sen, Development as Freedom
18 IMF Staff Discussion Note, Women, Work, and the Economy: Macroeconomic Gains from Gender Equity
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