La unidad en la diversidad: Argumentos a favor de Europa
17 de junio de 2016
Por Christine LagardeFinance for Dialogue, Viena, 17 de junio de 2016
Texto preparado para la intervención
Damas y caballeros, buenos días —Einen schönen guten Morgen!
Gracias, Ministro Schelling, por su amable presentación y la invitación a participar en el diálogo de hoy. Mi agradecimiento también al Gobernador Nowotny y al Banco Nacional de Austria, que acaba de celebrar su bicentenario. Joyeux anniversaire!
Es un placer estar de nuevo en Viena, la ciudad de la música. A mí me encanta la ópera y siempre me acuerdo de que fue en esta ciudad donde se representaron las primeras funciones de La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart, una de mis favoritas, hace más de dos siglos.
A primera vista, La flauta mágica relata la historia de un apuesto príncipe que salva a una damisela desamparada. En otro plano más profundo, explica la evolución de la humanidad: de la naturaleza a la cultura, de la superstición a la ilustración, de la obscuridad del caos a los albores de una nueva era de paz.
En muchos sentidos, es la historia de Europa. Los europeos tuvieron que hacer frente a un legado de guerras y odio; acogieron el ideal de unidad en la diversidad, y lograron asegurar la paz y fomentar la prosperidad económica y cultural.
El progreso, sin embargo, nunca es lineal. Actualmente, muchos europeos están preocupados por su identidad cultural, su seguridad, su puesto de trabajo, sus ingresos y su nivel de vida, y a muchos de ellos se les hace creer que las cosas solo mejorarán si Europa cierra de nuevo sus fronteras y regresa al nacionalismo económico.
Esto supone una dura prueba para el proyecto europeo. Ya es hora de hacer frente a esta visión negativa creando nuevas expectativas para los ciudadanos que se sienten abandonados. Quienes creen que solo una Europa unida puede alcanzar la prosperidad y el dinamismo deben dar un paso adelante y hacerse oír. Precisamente esto es lo que he venido a defender hoy aquí.
La Europa de hoy no es la Europa de su fundación. En los años cincuenta no existía ningún libretto que permitiese crear una sublime obra de arte. Al contrario: Europa ha ido evolucionando con el paso de los años, englobando cada vez más países, culturas e idiomas.
El proyecto europeo ha sido siempre una fábrica de ideas nuevas, el marco para conciliar los distintos intereses nacionales en pro de un futuro común y de unos objetivos compartidos, con grandes dosis de buena voluntad y perseverancia.
Ha sido un proceso a menudo complicado y complejo. El Ministro Schelling sabe de lo que estoy hablando. Los dos hemos coincidido en muchas sesiones maratonianas del Eurogrupo. El resultado, sin embargo, ha sido espectacular:
1. Responder a los desafíos de hoy
Estos avances podrían verse comprometidos por el legado de la crisis en la zona del euro, la llegada masiva de refugiados y el referéndum en el Reino Unido. Si me lo permiten, me detendré brevemente en cada uno de estos temas.
El legado de la crisis del euro
Suele decirse que Europa solo actúa unida cuando afronta una crisis, y algo de verdad hay en ello. Pero la crisis de la zona del euro fue claramente distinta, la más compleja jamás vista, y puso al descubierto las limitaciones de las políticas y las instituciones europeas.
Existe un compendio sobre cómo responder a una crisis económica y financiera, dirigido a las causas fundamentales de la misma. El primer paso consiste en proporcionar liquidez y sanear el sistema bancario. Es necesario abordar los desequilibrios fiscales de forma decidida y creíble. Las urgentes reformas estructurales liberan recursos productivos y se aplican políticas macroeconómicas para respaldar de la mejor forma posible a hogares y empresas.
Varios países han demostrado que es posible hacerlo, como Suecia en los años noventa o Estados Unidos en 2009. Los estados-nación tienen la ventaja de contar con un proceso centralizado de toma de decisiones. Asimismo, pueden prestar apoyo a los más afectados con lo recaudado mediante impuestos pagados por todos los demás, un mecanismo de solidaridad implícito.
En la zona del euro, la respuesta a la crisis fue mucho más lenta y complicada, debido a su incompleta estructura institucional y a la falta de unión política. En vez de adoptar medidas rápidas, se perdió mucho tiempo intentando alcanzar un consenso. Sobre todo, la crisis desvaneció la ilusión de haber superado el estado-nación, como reflejan las discusiones sobre la distribución de los gastos y la aparición de enormes diferencias en los diferenciales de riesgo país.
No obstante, si bien la respuesta a la crisis fue deficiente en muchos aspectos, los miembros de la zona del euro han demostrado su solidaridad, plasmada en la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad, un cortafuegos para crisis futuras. El Banco Central Europeo prestó una ayuda notable y aplicó políticas no convencionales. Por último, la creación del Mecanismo Único de Supervisión ha supuesto un paso importante hacia la unión bancaria.
Con todo ello ha podido contenerse la crisis, pero su legado continúa presente. Esperamos que el repunte del crecimiento sea solo modesto y pase del 1,5% de este año al 1,6% en 2017. El desempleo sigue siendo demasiado elevado; muchos balances tanto públicos como privados son frágiles; los ingresos, en su mayoría, están estancados, y existe una creciente sensación de desigualdad, así como el miedo a que la siguiente generación lo tenga peor.
La crisis de los refugiados
Este aumento de la inseguridad económica —tanto efectiva como percibida— ha empujado a un gran número de personas a cuestionar las élites e instituciones tradicionales4, tendencia que se ha visto reforzada por una entrada de refugiados sin precedentes.
El año pasado, el número de solicitantes de asilo en la Unión Europea se duplicó con creces, hasta alcanzar los 1,3 millones. Quiero felicitar a todos aquellos que han abierto sus corazones y hogares a los refugiados, sobre todo en Austria, Alemania y Suecia. Su forma de pensar es profundamente humanista y ha servido de inspiración a otras personas dentro y fuera de Europa.
No tengo duda alguna de que Europa tiene capacidad y recursos para abordar esta crisis humanitaria si pone en ello su empeño. Pero mis dos argumentos son económicos: en primer lugar, nuestros estudios indican que los refugiados pueden suponer una ganancia neta para la economía sin restar ingreso a la mano de obra autóctona5. En segundo lugar, la rápida integración de los refugiados en los mercados de trabajo y las escuelas debe ser la máxima prioridad, para que puedan comenzar a contribuir a la economía y la sociedad cuanto antes.
El referéndum del Reino Unido
En este momento, mis pensamientos —y los de ustedes, estoy segura— están con la familia y los amigos de Jo Cox y con todos aquellos a quien ella cambió la vida. Siempre he sentido admiración por este país, por abrirse a otras nacionalidades y culturas extranjeras, y me cuesta creer que la actitud haya cambiado tanto en tan poco tiempo.
Sin embargo, son los ciudadanos británicos quienes deben decidir, y es evidente que su decisión no está supeditada a un único factor. Ya sabemos que los riesgos económicos de una salida apuntan claramente a la baja.
En mi opinión, son claros los argumentos que respaldan que el Reino Unido se ha beneficiado —y seguirá haciéndolo— de pertenecer a la Unión Europea.
En primer lugar están los puestos de trabajo y el aumento del ingreso gracias al incremento del comercio con la UE. No son transacciones que se hubiesen producido de todas formas, ni operaciones que simplemente se hayan desviado de otros destinos mundiales. La formación de la UE y el mercado único ha sido determinante para generar un volumen de comercio superior al que se hubiese producido en su ausencia6.
El aumento del comercio ha provocado el crecimiento de la inversión, puesto que el Reino Unido se ha integrado en las cadenas de suministro europeas; por ejemplo, en el sector aeroespacial y las fábricas de automóviles destinados al conjunto del mercado europeo. El aumento del comercio ha contribuido también a elevar la productividad y el ingreso, al abrir nuevas vías de producción y especialización eficiente para economías de escala.
En segundo lugar, y en un plano más profundo, formar parte de la UE ha contribuido enormemente a la transformación del Reino Unido en una economía dinámica y pujante. El país se ha beneficiado de las numerosas contribuciones de inmigrantes trabajadores y talentosos de todo el mundo, también procedentes de la UE, y ha podido ofrecer niveles de empleo récord a todos sus residentes.
La pertenencia a la UE ha hecho del Reino Unido una economía más rica, pero también un país más diverso, interesante y creativo. Como en cualquier país, no todo el mundo se adapta a las nuevas circunstancias, pero la mayoría de los ciudadanos han tenido una experiencia positiva, lo cual debería incidir considerablemente en la decisión que tomen los votantes la próxima semana.
A título personal, confío en que el Reino Unido siga siendo parte integrante de una Europa unida. Se ha dicho que "hay que ser muy valiente para ver el mundo en todo su mancillado esplendor y seguir amándolo." Así que deseo bon courage a nuestros conciudadanos europeos del Reino Unido.
2. Políticas para una Europa próspera y dinámica
Demos ahora un paso hacia atrás y centrémonos en las medidas que debe adoptar la Unión. No debemos dar por hecho que todo marcha bien, incluso aunque puedan abordarse los tres retos que les acabo de describir.
La realidad es que Europa está envejeciendo y debe competir en un mundo formado por más de 7.000 millones de personas, en su mayoría jóvenes, con ganas de trabajar y cada vez más productivas gracias a las tecnologías y comunicaciones modernas. En términos futbolísticos, Europa necesita mejorar su juego si quiere quedarse en primera división.
Así pues, ¿qué hay que hacer? Además de mantener las políticas macroeconómicas de apoyo, deberían introducirse cambios de políticas en tres ámbitos.
Aumentar el crecimiento potencialLo primero que hay que hacer es aumentar el crecimiento potencial. Esto significa crear estructuras económicas que estimulen la competencia y fomenten la inversión en nuevas ideas productivas. Por ejemplo, reducir los obstáculos al acceso a servicios minoristas y profesionales, reducir la cuña fiscal sobre el ingreso laboral, y mejorar la eficiencia de la administración pública, a fin de reducir los costos iniciales de las empresas.
Asimismo, Europa necesita un mercado dinámico de servicios digitales. Siempre me maravilla el espíritu creativo que se palpa en Silicon Valley —aportado en gran parte por inmigrantes, por cierto. Europa perderá el tren de la revolución tecnológica actual si no aumenta su competitividad en este ámbito. Por ejemplo, una unión de mercados de capital haría que las startups lo tuviesen más fácil para recaudar los fondos suficientes.
Y como en la UE más de 30 millones de puestos de trabajo —es decir, uno de cada siete— dependen de las exportaciones al resto del mundo, es fundamental que las autoridades económicas expliquen con claridad de qué manera benefician el ATCI y otros acuerdos comerciales a la mayoría de la población.
Impulsar la resiliencia económica
En segundo lugar, Europa debe hacer más en materia de prevención de crisis. Para ello hay que simplificar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de modo que fomente una aplicación más firme y automática de las normas fiscales. De este modo, aumentaría su credibilidad y se fortalecería el apoyo a una mayor distribución de riesgos.
Asimismo, hay que avanzar hacia un sistema común de seguro de depósitos y un "mecanismo de apoyo fiscal" para la resolución bancaria. Estos elementos son fundamentales para la unión bancaria y no existen. Su creación aumentaría la resistencia del sistema financiero europeo y contribuiría a respaldar la economía.
Al mismo tiempo, las autoridades económicas deben abordar la justificada preocupación por el riesgo moral. Es evidente que si se aumentan los seguros en el sector bancario hay que asegurarse de que se reducen los riesgos. Por esta razón, se precisa un mayor esfuerzo para acelerar la eliminación de los préstamos bancarios malos, que han frenado el crecimiento de varios países de la zona del euro.
Hacer que la unión monetaria sea más integradora
El tercer ámbito de políticas guarda relación con la inclusión y la distribución de riesgos. Recordemos que hace tan solo una década, Alemania era considerada "el enfermo de Europa", y fijémonos dónde está hoy, y hasta qué punto se ha reducido el ingreso en el sur de Europa. La suerte de ambos puede volver a cambiar, y es posible que a quienes hoy les van bien las cosas necesiten ayuda en el futuro.
En muchos aspectos, una Europa unida y próspera es una “agrupación musical”. Pensemos en cómo Mozart combinó voces con distintos niveles de habilidad —desde Papageno a la Reina de la Noche— para lograr un conjunto armonioso.
Esto indica la necesidad de contar con un mecanismo que aumente la distribución de riesgos y atenúe las fuertes fluctuaciones del nivel de vida. Es importante contar con un centro fuerte, capacitado para respaldar los sectores y regiones que se vean afectados por una desaceleración cíclica.
Para empezar, podría elaborarse un programa de inversión centralizado, destinado a abordar algunos de los principales desafíos, como los campos de refugiados, la adaptación al cambio climático y la inversión en infraestructuras de transporte y comunicación.
Soy consciente de que el respaldo público a las reformas económicas y la distribución de riesgo fiscal es débil en muchos países. Aun así, es esencial que se lleven a cabo dichas reformas, para sentar las bases de un crecimiento más integrador en el futuro. Estoy convencida de que una amplia mayoría sigue respaldando la idea de una Europa unida, pero esta debe sostenerse y explicarse a través de acciones de política que lleguen a todos los ciudadanos.
Conclusiones
Permítanme que concluya. Sin duda, lo que los europeos necesitan ahora mismo es más tiempo para ver el fútbol —y aprovecho para desear a la selección austriaca mucha suerte en su partido de mañana contra Portugal.
Mañana, la mayoría de ustedes estará pendiente del partido. Pero si se fijan en los jugadores —y los clubes en los que juegan— verán el reflejo de Europa, la manifestación de la unidad en la diversidad.
Europa siempre es más fuerte cuando permanece unida. Fijémonos en los húngaros y los austriacos, que suprimieron fronteras con alambre de espino en 1989 en un gesto que llevó a la caída del muro de Berlín. Fue un acto de tolerancia y amplitud de miras, fuente de orgullo y fuerza para todos los europeos.
Creo que dichas cualidades todavía forman parte de lo que somos. Debemos actuar ahora para construir una unión mejor y más próspera para la siguiente generación de europeos.
Gracias.1 Véase el ensayo de Kant titulado La paz perpetua.
2 El mercado único ayudó a crear casi 3 millones de nuevos puestos de trabajo entre 1992 y 2008 (Comisión Europea: 20 años de mercado único europeo, 2012).
3 El ingreso per cápita en las "economías en transición" ha pasado de estar situado en torno al 30% de los niveles de la UE15 a mediados de los años 90 al 50% actual (IMF Regional Economic Issues Report: 25 Years of Transition, 2014).
4 En Austria, por ejemplo, los ingresos de la clase media y el nivel de vida han ido aumentando en forma constante, con un desempleo comparativamente bajo. Sin embargo, se percibe inseguridad económica, porque los ciudadanos no saben qué les deparará el futuro.
5 Documento de Análisis del Personal Técnico del FMI: en el conjunto de la UE, el PIB podría ser entre un 0,2% y un 0,25% superior en 2020, siempre y cuando la integración se produzca de forma rápida y eficaz.
6 Informe del Artículo IV sobre el Reino Unido, 2016, Selected Issues Paper, recuadro 1.
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