BoletÃn del FMI : Es probable que la inflación se mantenga estable, según un estudio del FMI
9 de abril de 2013
- Durante la Gran Recesión, la inflación apenas varió a pesar del aumento del desempleo
- Un banco central independiente reduce el riesgo de que las políticas aplicadas para estimular la economía provoquen una escalada de precios
- Las expectativas de inflación están ancladas, pero los precios de los activos siguen siendo vulnerables a un aumento
A diferencia de recesiones anteriores, la inflación no cayó drásticamente durante la Gran Recesión, y es poco probable que aumente fuertemente a medida que se afianza la recuperación, según un nuevo estudio del FMI. El riesgo de repetir los mismos errores de política monetaria de los años setenta y de generar estanflación es muy bajo.
PERSPECTIVAS DE LA ECONOMÍA MUNDIAL
La estabilidad de la inflación en los últimos años refleja dos factores principales, según un estudio publicado en la última edición del informe del FMI Perspectivas de la economía mundial (informe WEO). Los autores de este estudio utilizan análisis econométricos y estudios de casos para examinar los factores que impulsan el comportamiento de los precios.
En primer lugar, las expectativas de inflación están más firmemente ancladas que en el pasado, es decir, más resistentes al cambio, lo que refleja la confianza de la opinión pública en que la inflación se mantendrá en un nivel cercano a las metas fijadas por los bancos centrales nacionales (véase el gráfico). En segundo lugar, la sensibilidad de la inflación a variaciones del desempleo cíclico se ha vuelto más moderada.
No solo ha sido más estable la inflación durante la recesión, sino que también se mantuvo notablemente constante durante la vigorosa expansión económica de principios de la década de 2000. Así ocurrió incluso en España, que al ingresar en la zona del euro pasó a estar sujeta a políticas monetarias que eran demasiado expansivas para su economía interna. A pesar de la drástica reducción del desempleo registrada en ese momento, las expectativas de inflación, así como la inflación observada, permanecieron notablemente bien ancladas.
“Un elemento esencial que explica el anclaje de las expectativas de inflación es la independencia de los bancos centrales”, explica John Simon, autor principal del estudio.
Para ilustrar este punto, el estudio compara las diferentes experiencias del Banco Federal de Alemania y la Reserva Federal de Estados Unidos en los años setenta. Si bien ambas instituciones sobreestimaron el desempleo cíclico y querían mantener el crecimiento económico, el Banco Federal de Alemania logró mantener la inflación en niveles de un solo dígito mientras que la Reserva Federal vio cómo esta ascendía a casi el 15%. La diferencia era que si bien el Banco Federal de Alemania demostró claramente su independencia con respecto al resto del gobierno, la Reserva Federal consideró que tenía la responsabilidad de crear un entorno monetario que se adaptara a las presiones al alza sobre los precios derivadas de las medidas adoptadas por el gobierno. La inflación comenzó a disminuir en Estados Unidos recién cuando la Reserva Federal logró una independencia real con el nombramiento de Volcker como Presidente en 1979.
El estudio concluye que siempre que los bancos centrales no estén sujetos a limitaciones políticas, es totalmente adecuado aplicar una política monetaria expansiva dada la capacidad ociosa existente en la mayor parte de las economías avanzadas en la actualidad. La combinación de una curva de Phillips relativamente plana —es decir, la inflación es poco sensible a fluctuaciones del desempleo— y expectativas de inflación firmemente ancladas implica que cualquier estímulo excesivo temporal de la economía tendrá efectos poco significativos sobre la inflación. Y al contrario, los costos de un elevado desempleo persistente probablemente serán mucho mayores.
Sin embargo, el hecho de que el estímulo monetario probablemente no causará fuertes presiones inflacionarias no debería inducir a la complacencia, advierte el estudio. De hecho, las experiencias de España e Irlanda en la década de 2000 ilustran claramente que a pesar del bajo nivel de inflación de precios al consumidor, los desequilibrios económicos aumentaron, según se reflejó en la inflación galopante de los precios de los activos, incluida la vivienda.