BoletÃn del FMI : Reformas estructurales para lograr un crecimiento más resistente
14 de abril de 2014
- La combinación de políticas tiene que reenfocarse en el crecimiento y el empleo
- Hay que encontrar una manera práctica de avanzar en la reforma de las cuotas
- La clave para abordar la desigualdad es la “redistribución de la productividad”
En las Reuniones de Primavera del FMI y el Banco Mundial celebradas en Washington D.C., el interés de las autoridades se desplazó de la recuperación tras la crisis al logro de un crecimiento duradero y de alta calidad.
ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE THARMAN DEL CMFI
En una entrevista, Tharman Shanmugaratnam —Viceprimer Ministro de Singapur y Presidente del Comité Monetario y Financiero Internacional (CMFI)— dice que ahora hay que centrar la atención en reformas estructurales para “desarrollar la capacidad de resistencia del crecimiento y el empleo”. Subraya además que las medidas para abordar la desigualdad del ingreso han de centrarse en mejorar las aptitudes y el potencial productivo de toda la fuerza laboral.
Boletín del FMI: Como Presidente del órgano rector de las políticas del FMI, ¿puede darnos una idea de los temas centrales tratados en las Reuniones?
Tharman: El tema de fondo es que estamos en una nueva fase de la recuperación. Esto se nota con máxima claridad en Estados Unidos, pero Europa ya ha pasado la peor parte a pesar de que aún hay algunos riesgos a la baja. A escala mundial, salimos de la crisis hace cuatro o cinco años. A la hora de formular las políticas, se necesita un nuevo equilibrio centrado en el mediano plazo y en dotar de capacidad de resistencia al crecimiento y el empleo.
El segundo tema importante que debatimos fue el de la estabilidad financiera. No me refiero a las secuelas de la última crisis que aún están con nosotros, como los balances deteriorados de los bancos en Europa y otras regiones, sino más bien a nuevos riesgos. La recuperación trae consigo nuevos riesgos. Los rendimientos se han comprimido en toda una gama de activos de riesgo. Hay quienes piensan que esto es algo positivo porque ahora es más barato endeudarse, pero tenemos que preguntarnos si la razón es que ha disminuido el riesgo o que no se está valorando adecuadamente. A la larga los precios se corregirán, y surgirán nuevos factores de inestabilidad.
Otro riesgo es el rápido aumento del apalancamiento de las empresas, como han señalado varios de mis colegas, tanto en los países en desarrollo como en algunos países avanzados; aunque no tanto en Europa. El apalancamiento ha aumentado, mucho más que la inversión. Estos son nuevos riesgos que tenemos que vigilar muy de cerca.
Y en las economías de mercados emergentes tenemos el continuo riesgo de volatilidad de los flujos de capitales. En mi opinión, no se trata de un fenómeno a corto plazo, no es episódico. Es algo que vamos a observar por algún tiempo.
Boletín del FMI: Parece que ya no estamos hablando de la recuperación sino más bien del afianzamiento del crecimiento, de hecho, de un crecimiento de alta calidad y duradero. ¿Cómo lograrlo?
Tharman: Hay que modificar la combinación de políticas. Las medidas macroeconómicas básicas para mantener la demanda a flote siguen siendo importantes. Pero tenemos que ir enfocando nuestra atención cada vez más en las reformas estructurales, porque nuestro objetivo no debería ser solo promover el crecimiento de un trimestre a otro o de un año a otro, sino desarrollar un crecimiento con una capacidad de resistencia autosustentable. Y eso solo se puede lograr con reformas estructurales.
En el mundo, el producto está por debajo de su potencial: en todas las economías avanzadas — Estados Unidos, el Reino Unido, Europa y Japón—; y también en muchos países emergentes el producto está por debajo de su nivel potencial. Existe, por definición, una escasez de demanda. Pero la pregunta es ¿cómo corregir esa escasez? Si recurrimos solo a la gestión de la demanda, es decir, básicamente políticas macroeconómicas de estímulo, no será suficiente.
La clave en esta etapa de la recuperación es infundir en nuestras economías confianza a largo plazo. Y la confianza a largo plazo no depende tanto de la política macroeconómica sino más bien de mejoras en la educación, instituciones más sólidas y un entorno de inversión más propicio y predecible, o sea, aspectos que permitan a los inversionistas a largo plazo confiar en nuestras economías. Por eso es que esta vez en nuestras deliberaciones abordamos mucho más el lado de la oferta.
Las políticas enfocadas en la demanda aún tienen su función, pero es el lado de la oferta el que genera confianza en esta fase de la recuperación, confianza duradera.
Boletín del FMI: El CMFI expresó una profunda decepción por las demoras en la aprobación de las reformas de 2010 al régimen de cuotas. ¿Cómo se puede avanzar?
Tharman: Bueno, no es una situación ideal. Nunca quisimos llegar a este punto, pero tenemos que encontrar una manera práctica de salir adelante. Primero, toda la atención se centra en Estados Unidos. El país tiene que ratificar las reformas, y yo creo que lo va a hacer. Va en su propio beneficio, y creo que a la larga va a hacer lo que es prudente. Pero desde un punto de vista más fundamental, estas reformas, incluida la Decimocuarta Revisión General de Cuotas, son parte de la evolución de una institución internacional de importancia clave.
El FMI encarna el multilateralismo, las soluciones mundiales a problemas mundiales. Si el FMI no se reforma, si no obtiene los recursos que necesita —recursos permanentes, no solo préstamos temporales—, lo que sobrevendrá es un aumento del regionalismo y el bilateralismo. Tendremos un mundo más fragmentado. Y no será un mundo más seguro. No será un mundo mejor para nadie, incluido Estados Unidos.
Boletín del FMI: En estas Reuniones se ha hablado mucho de la desigualdad del ingreso. ¿Algunas reflexiones acerca de las prioridades para hacer frente a ese tema?
Tharman: Es una cuestión que cada vez acapara más nuestra atención. El interés del FMI no solo está en asuntos macroeconómicos y financieros. En definitiva, el interés de la institución es el bienestar de la gente. Y al hablar de bienestar hablamos de inclusión, de gente de toda la gama de ocupaciones y sectores de nuestra sociedad que logra mejorar su nivel de vida.
La pobreza en sí, absolutamente al margen de la desigualdad, aún es un gran desafío. Cuando hablamos de crecimiento autosustentable, lo que importa es la calidad del crecimiento. No se trata solo de una cifra de crecimiento del PIB; se trata de la calidad del crecimiento que puede elevar las condiciones de vida de todo un espectro de personas en la sociedad.
Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo hacer frente a un desafío que no es solo una consecuencia de la crisis sino toda una nueva fase en la economía mundial en que la tecnología ha absorbido algunos trabajos y en que la propia globalización, en particular en países más avanzados o de mediano ingreso, está eliminando trabajos al redistribuirlos a otras regiones?
Me parece que la clave es algo que mencionó mi colega de México, algo que llamó la redistribución de la productividad. Consiste en mejorar las aptitudes y el potencial productivo de todos, no solo de los que están en los sectores más modernos y avanzados, no solo de los profesionales o los trabajadores del conocimiento; hay que mejorar las aptitudes y el potencial productivo de todos para que puedan ganar un mejor sueldo y labrar su propio éxito. Esa es la manera más sustentable de combatir la desigualdad.
Para lograrlo hay que sesgar nuestras políticas a favor de las amplias bases de nuestra sociedad, y hacerlo pensando no solo desde el punto de vista de la redistribución tradicional, sino en términos del potencial productivo de las personas, de su capacidad para contribuir. Es una tarea compleja. En la actualidad en el mundo no existe un solo modelo que funcione a la perfección. Tenemos que escucharnos mutuamente y aprender unos de otros.