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El apoyo a las reformas económicas depende de la comunicación, la interacción y la confianza

La comunicación eficaz, la participación cívica y la generación de confianza entre el público son fundamentales para impulsar las reformas a favor del crecimiento

La economía mundial está atascada en una baja velocidad de crecimiento, en gran medida a causa del envejecimiento demográfico, el flojo entorno de inversión y fricciones estructurales que impiden que el capital y la mano de obra fluyan adonde puedan ser más productivas.

A medida que las presiones demográficas se intensifican y las transiciones verde y digital exigen cuantiosas inversiones y reasignaciones de recursos entre empresas y sectores, algunos países corren el riesgo de quedar aún más rezagados.

Por esta razón, resulta aún más urgente actualizar las reglas que determinan cómo funcionan las economías. Si bien las prioridades en materia de políticas varían de un país a otro, muchas economías tienen la misma necesidad de facilitar la entrada de nuevas empresas al mercado, promover la competencia en el suministro de bienes y servicios, incentivar a los trabajadores a permanecer en la fuerza laboral e integrar mejor a los trabajadores inmigrantes.

Este tipo de reformas requieren un amplio respaldo de la sociedad, pero el descontento público ha ido aumentando desde la crisis financiera mundial.

Para generar confianza y apoyo público, las autoridades tienen que mejorar la comunicación, consultar con el público a la hora de trazar las reformas y reconocer que es posible que algunas personas necesiten ayuda si las reformas les resultan perjudiciales. Así lo revela nuestro estudio destacado en uno de los capítulos de la última edición de Perspectivas de la economía mundial.

Comprender la resistencia social

Nuestro análisis de los factores que determinan las actitudes del público con respecto a las reformas revela que la resistencia a menudo va más allá del interés económico de las personas. Las opiniones personales, las percepciones y otros factores conductuales están detrás del 80% del apoyo que reciben las reformas, según nuestra encuesta de más de 12.000 personas en seis países representativos.

Los conocimientos y las concepciones erróneas acerca de la necesidad de reforma y los efectos de las políticas son, crucialmente, los principales factores que predicen las diferencias en el grado de respaldo que concitan las políticas públicas. Esto es importante —y a la vez alentador— porque presenta a las autoridades un claro ámbito de acción.


Las percepciones sobre la distribución y la equidad también son de crucial importancia. Quienes se oponen a las reformas a menudo se preocupan más por el impacto en sus comunidades, en especial los más vulnerables, que en el impacto en ellos mismos. Por ejemplo, los opositores temen que un aumento de la participación del sector privado en los sectores de la electricidad y las telecomunicaciones encarecería estos servicios y limitaría el acceso de las personas más pobres.

La falta de confianza también puede avivar la oposición a las reformas. Las personas que dicen oponerse a las reformas, aun cuando sus inquietudes están debidamente paliadas por medidas adicionales, en su mayoría citan una desconfianza general de las partes interesadas y dudas acerca de la capacidad del gobierno para modificar las políticas y mitigar los posibles perjuicios.

Estrategias y herramientas para estimular el apoyo

De nuestro análisis se desprende que una estrategia de varios frentes puede atenuar la resistencia a las reformas estructurales:

  • Información: La comunicación eficaz es uno de los ejes de una estrategia de reforma eficaz, y es algo que no se ha de reducir a la promoción de las reformas. Las autoridades tienen que explicar de manera convincente la necesidad de cambio, los efectos esperados y la forma de conseguirlos. Se observa que el respaldo público es mayor cuando se proporciona información clara e imparcial que corrige las percepciones equivocadas. Por ejemplo, según nuestra encuesta, esto llevó a cambiar de opinión a más del 40% de las personas que se oponían a las políticas de integración de los inmigrantes.

  • Participación: El diálogo entre las autoridades y el público debe ser genuinamente bidireccional. Al permitir que las personas ayuden a formular las políticas y que expresen sus inquietudes se logra que la comunidad sienta como propias las reformas, y así es más probable lograr que cada persona apoye los cambios propuestos.

  • Mitigación: Reconocer que las reformas pueden perjudicar a ciertos grupos y aliviar estas preocupaciones con medidas de mitigación concretas es esencial para lograr el apoyo público. Esta tarea se ha de basar en los pilares previos. Las medidas de mitigación, como las transferencias temporales de efectivo, deben ser comunicadas mediante el diálogo entre las autoridades y la ciudadanía.

  • Confianza: El pilar fundamental del que dependen los otros tres es la confianza. Para una comunicación eficaz es necesario que haya confianza en el mensaje y en el mensajero. Para generar confianza en el proceso, la interacción con la ciudadanía ha de empezar temprano, en la etapa de diseño de las políticas. Y los mecanismos de diseño de la reforma deben garantizar al público que el gobierno será capaz de cumplir con los compromisos de mitigación cuando ejecuten las reformas. Establecer órganos gubernamentales creíbles e independientes para que realicen y validen análisis de las políticas puede ser particularmente útil. Las reformas de primera generación para abordar la corrupción y mejorar la gobernanza son fundamentales para recobrar la confianza en las instituciones.

Las autoridades tienen que reforzar su batería de herramientas para desarrollar esta estrategia y hacerla más aceptable para el público. Los foros públicos, los programas experimentales y las encuestas de opinión pueden fundamentar el diálogo con la ciudadanía. Las encuestas a gran escala, los grupos de enfoque y otras herramientas de participación pueden servir para detectar las inquietudes, diseñar medidas adecuadas de mitigación y forjar consenso en torno a las reformas. Las nuevas tecnologías cívicas, como las plataformas de interacción comunitaria, también deberían facilitar la participación de más ciudadanos.

Para diseñar reformas eficaces se necesita una estrategia integral de consulta, comunicación y mitigación para compensar a quienes puedan salir perjudicados. Con mejores herramientas para incentivar la participación se ayudará a las personas a comprender mejor las propuestas y así se generará la confianza del público que es necesaria para llevar a cabo reformas económicas vitales. Estos principios también deben verse reflejados en los exámenes periódicos que el FMI realiza sobre sus programas y en sus iniciativas de supervisión y desarrollo de las capacidades.

—Este blog se basa en el capítulo 3 de la edición de octubre de 2024 de Perspectivas de la Economía Mundial, “Comprenderla aceptabilidad social de las reformas estructurales”.

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