[caption id="attachment_15478" align="alignleft" width="1024"] (foto: Gabrielle CEZARD/SIPA/Newscom)[/caption]
Transcurrido un año desde el inicio de la pandemia, Europa se encuentra en un nuevo punto de inflexión. El continente se está viendo afectado por nuevas olas de contagios, que exigen nuevos confinamientos. Pero, a diferencia del pasado año, ahora existen vacunas seguras y eficaces. Aunque el ritmo de vacunación todavía es lento, se vislumbra el final de la pandemia.
La recuperación económica en Europa es todavía vacilante y desigual, como reflejo de las olas cíclicas de contagios y del ritmo de las vacunaciones. Si bien la producción industrial ha vuelto a los niveles anteriores a la pandemia, el sector servicios todavía está en contracción.
Sin embargo, de cara al futuro, proyectamos que el crecimiento económico de Europa repuntará un 4,5% este año. Si se asume que, como aún se espera, este año y el próximo habrá una amplia disponibilidad de vacunas, la proyección de crecimiento para 2022 es del 3,9%. Este crecimiento situará de nuevo el producto de Europa en su nivel anterior a la pandemia, aunque no en la trayectoria que se esperaba.
Las mutaciones de los virus y los retrasos en las vacunaciones son el principal problema en este momento. La mayor preocupación a mediano plazo son las secuelas económicas, es decir, el producto que nunca llega a recuperarse porque quienes han perdido su empleo durante la pandemia no pueden encontrar uno nuevo. Este fenómeno se debe a que las desviaciones que se producen en educación y capacitación de los trabajadores no se recuperan nunca, a que las inversiones productivas aplazadas se mantienen aparcadas o a que los recursos siguen en sectores en declive en lugar de moverse hacia sectores en expansión.
En este contexto, la prioridad número uno es estimular la producción de vacunas. Esto es fundamental, no solo para Europa, sino también para el mundo, ya que Europa es un centro de producción y exportación de vacunas. Invertir en este esfuerzo dará sus frutos. Por supuesto, el aumento del ritmo de producción de vacunas tendrá que ir acompañado de esfuerzos a nivel nacional para distribuir con rapidez estas vacunas, desde las fábricas hasta la gente.
La solución
Al mismo tiempo, las autoridades económicas deben continuar el apoyo a la recuperación económica. Cuanto más rápida sea la recuperación, menores serán las secuelas que sufran las personas y las empresas. Además, la política fiscal debe desempeñar un papel cada vez mayor en las economías en las que la política monetaria —con tasas de interés en sus niveles más bajos— es menos eficaz para impulsar el producto.
Pero el tipo de apoyo tendrá que cambiar:
- Las políticas del mercado laboral han suministrado ayudas de emergencia sin precedentes a los desempleados o subempleados. En su punto máximo, las políticas de conservación del empleo mantuvieron 68 millones de puestos de trabajo. Estas políticas deben seguir en vigor mientras la actividad económica siga débil, pero deben desplazarse de forma gradual hacia la ayuda a los trabajadores en la búsqueda de nuevas oportunidades en sectores emergentes. Algunos ejemplos son las políticas que fomentan la búsqueda de empleo, mejoran los programas de capacitación y reconversión profesional, y ofrecen subsidios focalizados a la contratación.
- Las políticas de apoyo al sector empresarial deben estar más dirigidas a las empresas viables y centrarse en fortalecer la solvencia de las empresas, en lugar de simplemente proporcionar liquidez. Sobre la base de los datos disponibles a lo largo del cuarto trimestre de 2020, estimamos que, para seguir siendo solventes, las empresas viables requerirán un aumento de capital equivalente al 2-3% del PIB, con 15 millones de empleos en riesgo.
- Las políticas financieras deben seguir facilitando que los bancos mantengan el flujo de crédito. Sin embargo, de cara al futuro, deben aprovisionarse adecuadamente los préstamos en mora, mientras se da tiempo a los bancos para reponer las reservas de capital a medida que finalizan las medidas relacionadas con la crisis.
Una inyección de refuerzo fiscal
En nuestra última Actualización de Perspectivas económicas regionales para Europa, analizamos el impacto de nuevas medidas fiscales de apoyo a este cambio en las políticas. Estas medidas podrían incluir nuevas transferencias dirigidas a hogares necesitados, subsidios a la contratación para reintegrar a los desempleados con mayor rapidez, créditos fiscales temporales a la inversión para adelantar la inversión privada y mecanismos de apoyo en forma de capital para empresas viables que necesiten capital. No se trata de aplicar un programa de medidas que aumente el gasto de forma indiscriminada y permanente, sino de una inyección de energía bien focalizada y temporal tanto de la demanda como de la oferta.
Concluimos que este apoyo adicional —fijado en un nivel del 3% del PIB en 2021−22— podría aumentar el PIB aproximadamente un 2% de aquí a finales de 2022. A mediano plazo, los importantes efectos colaterales sobre la oferta de estas medidas podrían recortar en más de la mitad el impacto de las secuelas. Los costos serían bajos en comparación con los beneficios. Este paquete de medidas también ofrecería un mayor apoyo a los hogares de bajo ingreso e implicaría menores efectos colaterales que un estímulo monetario adicional. Además, situaría la inflación más cerca de su meta en muchos países y contribuiría a reconstruir el espacio de la política monetaria.
Por último, también debe reorganizarse el apoyo fiscal para acelerar la transformación de la economía, entre otras cosas, mediante la inversión en infraestructuras, sobre todo en tecnologías verdes y digitales. La Unión Europea ha abierto nuevas vías con la creación del instrumento Next Generation EU, que proporcionará apoyo centralizado a los Estados miembros, más de la mitad en forma de donaciones. Este programa acelerará el crecimiento y aumentará la productividad, en especial si se combina con reformas estructurales que promuevan el crecimiento.
En resumen, con un esfuerzo en la producción y distribución de vacunas, el apoyo continuado para salvar vidas y proteger medios de subsistencia, y políticas innovadoras para luchar contra las secuelas económicas, Europa puede tener una «recuperación en forma de V» que sea más justa, más verde, más inteligente y más resiliente.