Por IMFBlog
¿Ha pensado en la cantidad de basura que genera a diario? Los economistas han analizado los datos, y resulta que los países de mayor ingreso —como Estados Unidos, Dinamarca y Nueva Zelandia— generan por lo menos el doble de desperdicios per cápita que los países en desarrollo.
Nuestro gráfico de la semana, extraído de un estudio reciente, muestra la cantidad de desperdicios generados por persona en diferentes economías avanzadas.
El consumo general de bienes no solo es mayor en las sociedades con ingresos más altos, sino que está más concentrado en bienes duraderos elaborados y complejos, como vehículos, electrodomésticos y equipos electrónicos. Además, la mayor parte de los desechos en los países de ingreso mediano y alto está compuesta de materiales inorgánicos, sobre todo papel y plástico.
Mientras que los países de alto ingreso generan más desperdicios per cápita, en términos de volumen agregado, los países en desarrollo producen más de la mitad de los desechos sólidos totales.
Muchas de las tasas más altas de generación de desperdicios por persona en el mundo corresponden a naciones insulares en desarrollo, en las que el turismo tiene una gran incidencia. La escasez de tierra —el recurso fundamental para los vertederos (o botaderos)— significa que la eliminación de desechos es una cuestión especialmente problemática en estos países. La subida del nivel de mar debida al calentamiento mundial sin duda hace más aguda esta escasez.
La mayor parte de los desperdicios generados en los países de bajo ingreso consiste en materiales orgánicos biodegradables, pero esa proporción va reduciéndose conforme aumenta el ingreso.
Cobrar por los desperdicios
¿Qué pueden hacer los gobiernos para cambiar la conducta de la gente respecto a la generación de desperdicios?
El tipo de política más conocido es el del impuesto a las bolsas de plástico. Es lo que se denomina un cargo anticipado por eliminación de desechos, es decir, pagar por adelantado por el desperdicio que se va a generar. Hasta la fecha, 30 países han adoptado un impuesto de este tipo para ayudar a reducir los desperdicios y proteger el medio ambiente.
Otra forma de modificar el comportamiento de la gente es mediante los impuestos de “pago en función de la cantidad de desechos”. Con este sistema uno paga por cubo o tacho de basura, por bolsa plástica o, en términos más sofisticados, según el peso de la basura. Hay estudios que demuestran que estos sistemas pueden reducir considerablemente el monto de desperdicios que genera la gente.
Corea del Sur ofrece un ejemplo interesante. En ese país, la generación de residuos sólidos se disparó debido al aumento de los ingresos y a cambios en el consumo. En 1995, el gobierno introdujo un sistema en virtud del cual la gente tenía que pagar por bolsas de basura oficiales. El precio variaba según la municipalidad y reflejaba el costo local de eliminación de los desechos. Si bien el sistema no cobraba a las personas el costo total, la generación de desperdicios se redujo de 1,3 kg por persona en 1994 a 0,95 kg en 2014, y la tasa de reciclaje subió de 15,4% a 59% en el mismo período. En 2013 se agregó un programa de producción de compost para separar los residuos orgánicos. El porcentaje de estos residuos en los vertederos se redujo de 97% en 1994 a alrededor de 2% en 2014.
Considerando que para 2025 se proyecta que el volumen mundial de desechos se habrá duplicado a 2.300 millones de toneladas, los gobiernos pueden recurrir a políticas fiscales adecuadas para modificar la conducta de las personas.