Por IMFBlog
Los costos de la corrupción son profundos. Los impuestos que usted paga se malversan de varias maneras, y en lugar de destinarse a escuelas, carreteras y hospitales van a llenar los bolsillos de inescrupulosos.
Igualmente perjudicial es la forma en que la corrupción mina la capacidad del gobierno para ayudar a fomentar la actividad económica de una manera que beneficie a todos los ciudadanos.
Y ningún país es inmune a la corrupción. En nuestro gráfico de la semana, extraído del Monitor Fiscal , analizamos más de 180 países y determinamos que los más corruptos recaudan menos impuestos, ya que la gente paga sobornos para eludirlos, por ejemplo mediante lagunas tributarias concebidas a cambio de coimas. Además, cuando los contribuyentes creen que el Estado es corrupto, la evasión impositiva se hace más probable.
El gráfico indica que, globalmente, los gobiernos menos corruptos recaudan 4% más del PIB en ingresos tributarios que los países en el mismo nivel de desarrollo que tienen los niveles más altos de corrupción.
En algunos países, las reformas produjeron ingresos fiscales aún más altos. Georgia, por ejemplo, redujo la corrupción significativamente y el ingreso fiscal aumentó a más del doble: entre 2003 y 2008, se incrementó 13 puntos porcentuales del PIB. Las reformas emprendidas por Rwanda desde mediados de la década de 1990 para combatir la corrupción dieron fruto, y los ingresos tributarios subieron 6 puntos porcentuales del PIB.
Estos son apenas dos ejemplos que demuestran que la voluntad política dedicada a crear instituciones sólidas y transparentes puede hacer que la corrupción pierda terreno. El informe Monitor Fiscal pone de relieve las instituciones y las políticas fiscales, como la administración tributaria y las prácticas de contratación pública, y muestra cómo pueden luchar contra la corrupción.
Políticamente, querer es poder
La lucha contra la corrupción requiere voluntad política para crear instituciones fiscales sólidas que promuevan la integridad y la rendición de cuentas a lo largo y a lo ancho del sector público.
En base a nuestro estudio, estas son algunas de las lecciones que los países pueden aprovechar para crear instituciones eficaces que mitiguen las vulnerabilidades frente a la corrupción:
Invertir en elevados niveles de transparencia y vigilancia externa independiente para que los organismos de auditoría y el público en general puedan realizar una supervisión eficaz. Por ejemplo, Colombia, Costa Rica y Paraguay están usando una plataforma digital que le permite a la ciudadanía monitorear el avance físico y financiero de proyectos de inversión. Noruega ha creado una estricta norma de transparencia para administrar los recursos naturales. Nuestro análisis muestra también que la libertad de prensa realza los beneficios de la transparencia fiscal. En Brasil, los resultados de auditorías influyeron en las perspectivas de reelección de funcionarios sobre los que recaían sospechas de malversación de fondos públicos, y el impacto fue más marcado en las zonas con estaciones de radio locales.
Reformar las instituciones . Las posibilidades de éxito son mayores cuando los países estructuran las reformas para atacar la corrupción desde todos los ángulos. Por ejemplo, las reformas de la administración tributaria redituarán más si las leyes impositivas son más sencillas y si reducen la discrecionalidad de los funcionarios. Para ayudar a los países, el FMI ha creado herramientas de diagnóstico integral de la calidad de las instituciones fiscales, como la gestión de la inversión pública , la administración de los ingresos públicos y la transparencia fiscal .
Crear una función pública profesional . Los procedimientos de contratación y remuneración transparentes y meritocráticos reducen las oportunidades de corrupción. Los titulares de los organismos, los ministerios y las empresas estatales deben promover un comportamiento ético dando la pauta desde las esferas más altas.
Mantenerse informado sobre los nuevos retos a medida que evolucionan la tecnología y las oportunidades delictivas . La atención debe estar puesta en los ámbitos de mayor riesgo —como la contratación pública, la administración de los ingresos públicos y la gestión de los recursos naturales—, así como en controles internos eficaces. En Chile y Corea, por ejemplo, los sistemas electrónicos de contratación pública son herramientas poderosas para frenar la corrupción, ya que promueven la transparencia y mejoran la competencia.
Mayor cooperación en la lucha contra la corrupción . Los países también pueden mancomunarse para prevenir la difusión transfronteriza de la corrupción. Por ejemplo, más de 40 países tipifican como delito el pago de sobornos por parte de una empresa del país para hacerse con un negocio en el extranjero, dentro del marco del convenio de la OCDE de lucha contra la corrupción . Los países también pueden perseguir enérgicamente el lavado de dinero y reducir las oportunidades transnacionales para ocultar el fruto de la corrupción en centros financieros opacos.
Poner freno a la corrupción constituye un reto que requiere perseverancia en muchos ámbitos, pero que promete enormes dividendos. Comienza con voluntad política, un constante fortalecimiento de las instituciones para promover la integridad y la rendición de cuentas, y cooperación internacional.