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En Rwanda, drones controlados por medios digitales transportan provisión de sangre a hospitales. En Estonia, presentar la declaración de impuestos es un trámite que tarda cinco minutos y el 99% de los servicios del Estado está disponible en línea. Singapur fue la primera ciudad en implementar un sistema de cobro electrónico de peajes para controlar la congestión vial. El mundo se está digitalizando y es posible acceder a información confiable, oportuna y precisa con tan solo pulsar un botón. Los gobiernos siguen ese camino y usan herramientas digitales para gestionar la política tributaria y de gastos, administrar las finanzas públicas y prestar servicios públicos.
Con más información, los gobiernos pueden establecer mejores sistemas, además de diseñar e implementar mejores políticas. La nueva edición de Fiscal Monitor expone las oportunidades y los desafíos que hay en juego en un contexto en el que la tecnología está transformando la política fiscal.
Hagan sus apuestas
¿Qué apuesta? Ir tras los beneficios digitales pese a la posibilidad de fraude, violaciones de la privacidad y de la seguridad cibernética, y a pesar del costo que implica adoptar nuevas tecnologías.
Los innovadores no han tardado en aprovechar las herramientas digitales para facilitar las vidas de los ciudadanos. ¿Cumplimiento de obligaciones tributarias sin esfuerzo? Comprobado. Los kenianos pagan sus impuestos desde teléfonos inteligentes; las declaraciones de impuestos en Noruega vienen previamente llenadas por el Estado. ¿Mejores servicios públicos? Un hecho. Los indios reciben prestaciones sociales a través de transferencias electrónicas a cuentas bancarias vinculadas con su identificación biométrica.
Los países pueden ahora combatir la evasión fiscal con soluciones digitales. Los servicios aduaneros británicos están usando macrodatos para detectar comportamientos fraudulentos de importadores en la frontera. Estimamos que la adopción de tales métodos podría aumentar la recaudación anual de impuestos indirectos en hasta 1%-2% del PIB.
Los casos de los papeles de Panamá y del Paraíso han dejado al descubierto grandes fortunas que estaban ocultas en jurisdicciones de baja tributación—en promedio, un 10% del PIB mundial. El intercambio de información digital entre países trae aparejada la posibilidad de un rastreo más eficaz de estas fortunas antes de que se oculten.
¿Evitar la apuesta?
¿Por qué motivo podría un gobierno no invertir en nueva tecnología?
Las razones son muchas. Los ciudadanos no confían en que el Estado vaya a proteger su información personal. En Estados Unidos, menos de una tercera parte de las personas cree que el Estado puede mantener la seguridad de sus registros digitales.
Muchos hogares pobres carecen de las herramientas digitales y podrían quedar excluidos. Menos de la mitad de la población de África está abonada a un servicio de telefonía móvil.
Abundan las oportunidades de nuevos fraudes. Recientemente, las autoridades de Corea allanaron las bolsas de criptomonedas más grandes del país por supuesta evasión tributaria. Los gobiernos sin liquidez y con poca capacidad se enfrentan a mayores dificultades al tratar de gestionar estos riesgos.
Empresas digitales por todos lados
Algunos desafíos tienen que ver con las políticas. Empresas como Google, Apple, Facebook y Amazon tienen un alto perfil, pero las empresas digitales están por todos lados. Generan ventas con mínima presencia física. Se benefician del valor creado por los usuarios; la utilización de aplicaciones en teléfonos inteligentes produce información gratuita, que no deja de ser valiosa. ¿Pueden y deben los gobiernos gravar dicho valor en la jurisdicción de residencia del consumidor, aun cuando la empresa tenga presencia física en otra jurisdicción?
La gran escala de las actividades digitales ha generado preocupación en cuanto a la equidad de la distribución actual de potestades tributarias en el ámbito internacional. Algunos países —Israel, Italia— han introducido medidas tributarias especializadas dirigidas a empresas digitales, pero las soluciones sin coordinación no pueden dar una respuesta. Dado que la economía en su conjunto se está digitalizando, se necesitan soluciones a escala mundial.
De cara al futuro
Las personas están reemplazando los taxis por Uber, los hoteles por Airbnb y el efectivo por PayPal. ¿Pueden los gobiernos mantenerse ajenos a tales transformaciones?
Probablemente no. Para superar los desafíos se requiere:
- Una agenda de reforma integral y proactiva que resuelva las deficiencias políticas e institucionales para controlar los riesgos digitales y garantizar la inclusión. En India, esto incluyó no solo la introducción de parámetros de identificación biométrica para entregar la ayuda económica a los beneficiarios correctos, sino también una reforma del diseño del programa.
- Recursos adecuados en el presupuesto. Corea asignó recursos presupuestarios para planes plurianuales desde un comienzo en su proceso de digitalización.
- Cooperación internacional. En algunos casos, para hacer frente a estos desafíos se requiere decisión internacional. Por ejemplo, para reducir la evasión hacia jurisdicciones de baja tributación o llegar a un consenso sobre la tributación de la economía digital se requieren iniciativas multilaterales.
La digitalización no resolverá todos los problemas que enfrentan los responsables de la política económica; incluso podría crear algunos nuevos. Pero los gobiernos no pueden apostar en contra de esta tendencia. Resistir con el riesgo que eso implica, o embarcarse en una travesía para configurar el camino a seguir.