(Versión en English)
Al prepararse para modificar el código fiscal de la nación, los legisladores de Estados Unidos deben responder una pregunta fundamental: ¿Cuáles son las prioridades de una reforma impositiva? ¿Se busca un crecimiento más rápido? ¿Menor desigualdad del ingreso? ¿Una reducción de impuestos que no eleve el déficit presupuestario? En un reciente documento de trabajo señalamos que, según cómo se focalice ese recorte impositivo, es posible lograr cierto avance hacia los primeros dos objetivos. La reducción del impuesto sobre la renta de las personas físicas puede contribuir a respaldar el crecimiento y, si está bien orientada, también puede ayudar a mejorar la distribución del ingreso. Sin embargo, observamos que al bajar las tasas del impuesto no se potencia suficientemente el crecimiento como para compensar la pérdida de ingresos fiscales causada precisamente por la propia reducción impositiva.
El debate sobre la reforma tributaria está en curso, en momentos en que la economía de Estados Unidos atraviesa uno de los períodos de expansión más prolongados de su historia. En el mediano plazo, sin embargo, las perspectivas de crecimiento se ven limitadas por un débil aumento de la productividad, una decreciente participación de la fuerza laboral, una distribución del ingreso cada vez más polarizada y altos niveles de pobreza. Esas tendencias han reducido en alrededor de 5% la participación del trabajo en la renta nacional durante el lapso de 15 años, han reducido la clase media a su menor porcentaje de la población en 30 años y —aparte de lo ocurrido en el período inmediatamente posterior a la crisis financiera— han dado lugar a la tasa de crecimiento potencial más baja desde la década de 1940.
Para encontrar soluciones a estos problemas es preciso tomar medidas en múltiples ámbitos, como el comercio, la educación y la salud. En la última evaluación de la economía de Estados Unidos, el FMI y las autoridades estadounidenses también mencionaron la política tributaria como un instrumento importante. En nuestro documento se analiza más estrechamente la noción de que las reformas impositivas —y los recortes del impuesto sobre la renta de las personas físicas en particular— pueden ayudar mucho a resolver estos retos. Pero, ¿cuánto puede servir realmente una reducción de impuestos? ¿Puede una reducción del impuesto sobre la renta personal impulsar el crecimiento? Y si es así, ¿puede elevarlo en grado suficiente como para no generar una carga sobre el presupuesto? Lo que es aún más importante, ¿llegarán los beneficios de la reforma a los hogares de ingresos bajos y medios?
En nuestro documento evaluamos los efectos dinámicos de una reducción de la tasa efectiva del impuesto sobre la renta de las personas físicas en la distribución del ingreso y la economía de Estados Unidos. Para ello utilizamos herramientas modernas de análisis macroeconómico cuantitativo, basándonos en un modelo que recoge las características más destacadas de Estados Unidos que resultan esenciales para el tema en cuestión, a saber, distintos tipos de hogares (diferenciados por nivel educativo), diferentes sectores productivos (manufactura y servicios) interrelacionados mediante una estructura realista de insumo-producto, y el comercio internacional. Además, y a diferencia de los análisis convencionales de incidencia, nuestro enfoque incorpora dinámicas y comportamientos prospectivos, lo cual nos permite considerar los efectos a mediano plazo de los cambios de políticas.
Nuestro análisis arroja tres conclusiones fundamentales.
Primero, aunque pudimos determinar que la reducción de impuestos genera por única vez un impulso al PIB, el consumo y la inversión, estos efectos nunca son suficientemente poderosos como para impedir una pérdida de ingresos fiscales. Por lo tanto, los recortes tributarios tendrían que financiarse ya sea aumentando la deuda pública, bajando el gasto o bien recaudando ingresos a través de otros impuestos. Dado que nuestro objetivo es obtener mejores resultados distributivos preservando al mismo tiempo la posibilidad de lograr cierto aumento moderado del crecimiento, nos centramos en el traspaso de los impuestos sobre la renta de las personas físicas a los impuestos sobre el consumo como medio de financiar el recorte, combinado con una ampliación del crédito impositivo por ingreso del trabajo para proteger a los pobres.
Segundo, observamos que la reducción del impuesto sobre la renta de las personas físicas puede beneficiar a los grupos de menores ingresos, aun cuando aquellos que ocupan la posición más baja en la escala de ingresos no reciban directamente tal recorte. Nuestro modelo económico predice que cuando los recortes tributarios están dirigidos a grupos de ingresos medios (o altos), estos grupos gastarán parte de sus ahorros impositivos en servicios (no transables), que comúnmente son provistos por personas de ingresos más bajos. Los grupos más ricos, en promedio, dedican una mayor proporción de su gasto de consumo a los servicios. Por consiguiente, cuando las personas más adineradas pagan menos impuestos, su gasto en servicios aumenta, elevando así la demanda —y los salarios— de la mano de obra de baja calificación.
Tercero, nuestro análisis revela una disyuntiva fundamental entre crecimiento y desigualdad del ingreso, según quién reciba el recorte impositivo. En nuestras simulaciones, si bien las reducciones de impuestos en favor de los grupos de ingresos más altos pueden resultar más beneficiosas para el PIB al incrementar la inversión y la oferta laboral, también exacerban la polarización y la desigualdad del ingreso, variables que ya se encuentran en sus máximos históricos. Aun cuando se tenga en cuenta que los ricos podrían consumir más bienes y servicios producidos por personas situadas en el tramo inferior de la distribución del ingreso, y aun si se contempla un aumento del crédito fiscal por ingresos laborales para proteger a los pobres, la brecha de ingresos de todos modos se ampliaría sustancialmente si se redujeran los impuestos para los grupos de mayor nivel de ingreso. Por otro lado, un recorte impositivo orientado a los grupos de medianos ingresos permitiría reducir la disparidad y polarización del ingreso, pero su aporte al crecimiento podría ser menor.