(Versión en English)
Este fin de semana Shanghái acogerá a los ministros de Hacienda y gobernadores de bancos centrales para la primera reunión ministerial del Grupo de los Veinte bajo la presidencia de China. El encuentro tiene lugar en un momento crítico para la economía mundial. En una nota sobre las perspectivas y los desafíos de política mundiales (Global Prospects and Policy Challenges) elaborada como antecedente para la reunión del G-20, el personal técnico del FMI apunta a una recuperación tenue, y advierte que un crecimiento mundial más débil bien podría estar en el horizonte. Esto exige una respuesta firme en materia de políticas, a escala nacional y multilateral, lo cual incluye al G-20.
¿A qué se debe el crecimiento más débil? La Nota de supervisión del G-20 cita una interacción de diversos factores: preocupación por el impacto mundial de la transición de China a un modelo de crecimiento más equilibrado; señales de dificultades en otros importantes mercados emergentes, incluidas las debidas a la caída de los precios de las materias primas; y un aumento de la aversión mundial al riesgo, que traería consigo descensos sustanciales en los mercados de acciones. Y hay más: otros shocks de origen no económico —relacionados con conflictos geopolíticos, refugiados, terrorismo y epidemias mundiales— también podrían tener un fuerte impacto en la actividad económica.
Qué hacer con respecto a los crecientes riesgos que amenazan la recuperación quizá sea la cuestión más importante a la que se enfrenten las autoridades financieras reunidas en Shanghái. En este sentido, la Nota de supervisión del G-20 es muy clara: hay menos margen para la pasividad. Las autoridades pueden y deben actuar rápidamente para estimular el crecimiento y elaborar planes para contener los riesgos.
¿Cómo? Pues para esto la combinación de políticas reviste importancia. Para muchos países el FMI recomienda una combinación de apoyo a la demanda y reformas estructurales. Bien aplicadas, estas políticas se reforzarán entre sí y generarán un crecimiento más vigoroso y sostenible. Otra cuestión importante es reconocer que la política monetaria acomodaticia, si bien sigue siendo muy necesaria, no basta. Se precisa un enfoque integral, que incluya política fiscal (en los casos en que haya espacio fiscal) y saneamiento de los balances. En la medida de lo posible, los mercados emergentes exportadores de materias primas afectados por la baja de los precios de esos productos deben recurrir a las defensas fiscales y dejar que sus tipos de cambio faciliten el ajuste.
Igualmente urgente es la coordinación de una respuesta firme en materia de políticas a nivel del G-20. El G-20 tiene que planificar ahora y definir desde ya políticas que puedan activarse de inmediato si los riesgos a la baja llegaran a materializarse. La Nota de supervisión del G-20 recomienda además iniciativas colectivas, como reforzar la red mundial de seguridad financiera y contener los efectos de contagio derivados de shocks no económicos.