(Versión en English)
Habiendo rescatado a Grecia con éxito del borde del abismo el verano pasado y luego estabilizado la economía, el gobierno de Alexis Tsipras está considerando con sus socios europeos y el FMI un programa plurianual integral capaz de lograr una recuperación perdurable y la sostenibilidad de la deuda. Si bien las conversaciones están en curso, ha habido algunas interpretaciones erróneas sobre las opiniones del FMI y el papel que desempeña en el proceso. Pienso que sería útil hacer algunas aclaraciones.
Se alega que el FMI participa a condición de que se adopten reformas sociales muy rigurosas, especialmente en el sistema de pensiones. Esto no es así. En última instancia, un programa debe cuadrar: la combinación de reformas más un alivio de la carga de la deuda que brinde a la comunidad internacional y a nosotros garantías razonables de que al completar su próximo programa (tras prácticamente una década de depender de la asistencia europea y del FMI), Grecia podrá finalmente valerse por sí misma. Esto implica una disyuntiva inversa entre la ambición de las reformas y el grado del alivio de la deuda: por supuesto que podemos respaldar un programa con reformas menos ambiciosas, pero inevitablemente eso entrañará un mayor alivio de la deuda.
No obstante, la sostenibilidad de la deuda griega no será posible si no hay un alivio de la carga de la misma (no importa cuánto se reforme el sistema de pensiones), y la sostenibilidad del sistema de pensiones griego no será posible si no se lleva a cabo una reforma jubilatoria (no importa cuánto se alivie la deuda). Ambos son necesarios. Indudablemente, Grecia y sus socios europeos se enfrentarán a decisiones difíciles desde el punto de vista político en los próximos meses para lograr un programa viable, es decir, un programa que cuadre.
Estas difíciles decisiones no pueden “dejarse para más adelante” en virtud de postulados poco realistas. Si bien hay mucho margen para incrementar la productividad mediante reformas, los últimos seis años han demostrado que el alcance y el ritmo de las reformas aceptables para la sociedad griega no son proporcionales a una mejora temprana de la productividad y un alto nivel de crecimiento sostenido. Por lo tanto, suponer que Grecia puede superar su problema de deuda simplemente mediante el crecimiento y sin alivio de la deuda —pasando rápidamente del nivel más bajo de crecimiento de la productividad al nivel más alto dentro de la zona del euro— no es creíble. Asimismo, el éxito muy limitado observado en la lucha contra la notoria evasión fiscal en Grecia —para que los más pudientes paguen lo que les corresponde— significa que las reformas del sistema de pensiones no pueden evitarse simplemente suponiendo que habrá una mayor recaudación de impuestos en el futuro.
¿Por qué enfocarse en las reformas jubilatorias? Pese a las reformas del sistema de pensiones de 2010 y 2012, el sistema jubilatorio de Grecia continúa siendo generoso a un nivel imposible de costear. Por ejemplo, las pensiones estándar en términos nominales del euro son bastante similares en Grecia y Alemania, si bien Alemania —conforme al sueldo medio— es dos veces más rica que Grecia. Agreguemos a este dato que los griegos se jubilan mucho antes que los alemanes, y que Alemania tiene una recaudación de contribuciones a la seguridad social mucho mejor que la griega. El resultado es que el presupuesto griego debe transferir en torno a 10% del PIB para cubrir el enorme agujero en el sistema de pensiones, comparado con un promedio europeo de alrededor de 2½%. Claramente, esta situación es insostenible.
Pero, ¿no puede Grecia proteger a los jubilados haciendo un recorte en otro sitio o aumentando la tasa impositiva? Si bien hay cierto margen para estas medidas, este es muy limitado. Ya se han recortado al máximo otros tipos de gastos a fin de proteger las pensiones y los pagos sociales, en tanto que la imposibilidad de ampliar la base y mejorar el cumplimiento ya ha causado demasiada dependencia en tasas impositivas elevadas. Para alcanzar su ambiciosa meta a mediano plazo de un superávit primario de 3½% del PIB, Grecia deberá adoptar medidas por alrededor de 4%-5% del PIB. Nos es difícil imaginar cómo podría hacerlo sin ahorros significativos en las pensiones.
Las reformas jubilatorias serán sin duda un desafío social para el pueblo griego, que ha sufrido enormes privaciones en los últimos años. En realidad, la presión social ya ha obligado a cambiar el rumbo —tanto bajo la administración previa como la actual— y lamentablemente Grecia hoy está mucho más lejos de sus metas a mediano plazo de lo que estaba a mediados de 2014, antes de que una importante liberalización fiscal acabara con lo que solo demostró ser un superávit primario temporal. En tal sentido, el gobierno está en lo correcto cuando señala que las pensiones en Grecia cumplen una función social más amplia. Pero emplear las pensiones de este modo no es una solución duradera. Lo que se requiere —y por lo que el FMI ha abogado— es una red de protección social moderna y sostenible a mediano plazo.
¿Podría una meta de un superávit primario muy por debajo del 3½% del PIB hacer que la reforma jubilatoria que se necesita sea menos difícil? Tal vez, pero requeriría un mayor alivio de la carga de la deuda. Es entendible que este tema sea controversial entre los socios europeos de Grecia, en parte porque varios de ellos, en forma similar, deben lograr superávits de un nivel elevado para preservar la sostenibilidad de la deuda; y, en parte, porque algunos de los países que en realidad pagarían el alivio de la deuda de Grecia son más pobres que Grecia y pagan pensiones mucho menos generosas a su propio pueblo. Dado que la zona del euro aún dista mucho de ser una unión política, el acuerdo que se alcance tendrá que reflejar tales limitaciones políticas. El FMI está dispuesto a trabajar con la combinación de reformas y alivio de la carga de la deuda que acuerden Grecia y sus socios europeos. Pero, nuevamente, la combinación debe cuadrar.
El FMI no desea que Grecia adopte un ajuste fiscal muy riguroso en una economía severamente deprimida. De hecho, una y otra vez hemos abogado por una trayectoria de ajuste fiscal que respalde en mayor medida la recuperación a corto plazo y sea más realista a mediano plazo. Aún no hemos visto un plan creíble de cómo Grecia alcanzará la meta muy ambiciosa de superávit a mediano plazo, que es clave para los planes del gobierno encaminados a lograr la sostenibilidad de la deuda. Se hace hincapié en la credibilidad, dado que es esencial para generar confianza en los inversionistas, lo cual es crucial para la recuperación de Grecia. Un plan basado en supuestos excesivamente optimistas pronto provocará un resurgimiento de los temores sobre la salida de Grecia de la zona del euro y sofocará el clima de inversión.
El objetivo primordial de la labor del FMI con Grecia consiste en ayudar al país a volver por sí mismo a una trayectoria de crecimiento sostenido que beneficie al pueblo griego. El FMI respaldará a las autoridades griegas y sus socios europeos en la formulación de un programa de reformas y alivio de la carga de la deuda que cuadre. Hay que tomar decisiones difíciles, pero es importante hacerlo de modo que no se desperdicien los esfuerzos realizados por Grecia durante los últimos seis años.