La transformación de la economía peruana durante el último cuarto de siglo ha sido notable. Perú es un excelente ejemplo de cómo poner en práctica un programa de estabilización conjuntamente con un plan integral de reforma estructural para mejorar de modo significativo los niveles de vida de la población.
En un nuevo libro del FMI, Perú: Manteniéndose en el camino del éxito económico (publicado con motivo de las Reuniones Anuales del FMI y el Banco Mundial que se celebrarán en Lima la próxima semana), presentamos los notables logros de Perú durante las últimas dos décadas y media. Si bien se ha logrado mucho en Perú, aún queda mucho por hacer.
Grandes resultados
Esta notable transformación se sintió en la totalidad de la economía peruana.
• Crecimiento. Si bien la economía de Perú se contrajo aproximadamente un 25% en los tres años previos a la adopción del programa de estabilización a principios de los años noventa, poco después la economía tuvo un crecimiento robusto y registró la segunda tasa de crecimiento económico de América Latina en la última década.
• Inflación. El banco central pudo controlar la hiperinflación de principios de los años noventa mediante un hábil manejo de los agregados monetarios, y luego logró generar el índice de inflación más bajo de América Latina durante la última década empleando un régimen de metas de inflación moderno.
• Deuda pública. Una política fiscal bien concebida redujo la deuda pública de alrededor del 70% del PIB a principios de los años noventa (cuando el país entró en cesación de pagos con todos sus acreedores, incluido el FMI) a aproximadamente el 20% en la actualidad (con calificación crediticia de grado de inversión y acceso irrestricto a los mercados de capitales). Además, el sector público acumuló activos equivalentes a alrededor del 15% del PIB. Todo esto se vio facilitado por la adopción de un marco fiscal sólido y reglas fiscales que limitaron el crecimiento del gasto corriente.
• Reservas internacionales. Las reservas crecieron de un nivel negativo en cifras netas a principios de los años noventa a aproximadamente el 30% del PIB en la actualidad. Los shocks positivos de los términos de intercambio y la afluencia de capitales fueron administrados con vistas a fortalecer la posición de reserva del banco central.
• Pobreza. Si bien los datos no son precisos, se estima que el índice de pobreza a principios de los años noventa se encontraba por encima del 60%, y hoy se ubica un tanto por encima del 20%, gracias a un crecimiento económico robusto y a políticas sociales que mitigaron la pobreza (incluida la creación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social).
• Trabajo conjunto con el FMI. Todos estos notables resultados fueron de la mano de una continua participación del FMI, que incluyó programas durante las (casi) dos décadas posteriores a la estabilización de principios de los años noventa y un enorme programa de asistencia técnica. La relación de Perú con el FMI cambió radicalmente: de tener atrasos en sus pagos al FMI (y estar inhabilitado para recibir préstamos), Perú pasó a tener acceso a los préstamos del FMI, a saldar todo su crédito del FMI pendiente de reembolso, y luego a contribuir a las reservas del FMI en calidad de acreedor.
La historia hasta ahora
La historia del exitoso desempeño de Perú comienza con un amplio programa de estabilización durante 1990–92, que abordó numerosos problemas macroeconómicos e inició un largo proceso de reformas estructurales que sentaron las bases para un fuerte crecimiento económico en el futuro. El programa contribuyó a unos cuantos logros: i) reducción drástica del déficit presupuestario; ii) eliminación de los controles de precios y liberalización de los mercados financieros; iii) apertura a la actividad económica; iv) fortalecimiento del marco para la ejecución de la política monetaria, y v) refuerzo de la supervisión financiera y la regulación prudencial.
El período 1993–98 marcó la reanudación del crecimiento sostenido, algo que no se observaba desde principios de los años setenta. Sin embargo, este período también incluye 1998, el único año de contracción económica en el período posterior a la estabilización, y un recordatorio de las vulnerabilidades de Perú ante los shocks externos. Durante este período se adoptaron unas cuantas reformas estructurales adicionales (que incluyeron la reforma tributaria, la reestructuración del sistema de pensiones, la privatización de empresas públicas y el fortalecimiento del sistema financiero). Además, Perú finalmente normalizó relaciones con todos sus acreedores externos.
Los nueve años siguientes (1999–2007) coincidieron con una desaceleración temporal del crecimiento, un giro positivo en las cuentas fiscales, mejoras en las condiciones externas y una profundización de las reformas. En particular, el proceso de reforma continuó con dos hitos macroeconómicos: i) la introducción de una regla fiscal en 1999, y ii) la adopción de un régimen de metas de inflación en 2002. La economía creció en promedio a una tasa anual de 4½%, en tanto que finalmente se logró reducir la inflación a niveles similares a los observados en economías avanzadas, con un promedio del 2½%.
A principios de 2008, Perú estaba experimentado un período de auge, pero había señales claras de sobrecalentamiento, con un nivel de inflación de casi 6%, pese a que el superávit fiscal era uno de los más elevados de la historia. La deuda pública presentaba una continuada trayectoria descendente y en el primer semestre de 2008 Perú recibió el grado de inversión (el tercer país de la región en obtenerlo). No obstante, el mundo cambio en septiembre de 2008 con el comienzo de la crisis financiera mundial. Afortunadamente, el contagio financiero de la crisis mundial fue limitado gracias a la rapidez con que se adoptaron las medidas de respuesta, que incluyeron un vigoroso estímulo monetario y fiscal.
La eficacia de la respuesta contracíclica y la rápida recuperación económica pronto hicieron que el debate sobre las políticas girara en torno al ritmo óptimo de retiro del estímulo en el período posterior a la crisis financiera mundial. El PIB real creció en promedio en un 6¾% durante el período 2010–13, en tanto que la inflación básica se mantuvo bajo control. Para evitar riesgos de sobrecalentamiento, las autoridades dieron inicio al ciclo de ajuste en 2010–11. Sin embargo, el problema de la afluencia de capitales tuvo un final abrupto después de que la Reserva Federal de Estados Unidos anunciara en mayo de 2013 un posible repliegue gradual de la política monetaria no convencional. La noticia generó incertidumbre en los mercados y la magnitud de las entradas de capital disminuyó de modo sustancial. En el primer semestre de 2014, la economía peruana experimentó su más pronunciada desaceleración desde la crisis financiera mundial. El PIB real creció 2½% en 2014 debido a incertidumbres acerca de las condiciones externas en vista de que el crecimiento de la economía mundial era mediocre. Se prevé que el crecimiento del PIB real en 2015 continúe siendo moderado.
Consolidar el éxito
Para pasar a una etapa más avanzada de desarrollo, Perú debe preservar la estabilidad macroeconómica y profundizar sus reformas estructurales a fin de mejorar la competitividad y potenciar la productividad. En tal sentido, sería importante eliminar los abundantes trámites burocráticos para continuar fomentando un entorno atractivo para la inversión. Los mercados laborales deben ser más flexibles para facilitar una asignación de recursos y reducir la informalidad, en tanto que los mercados de capitales tienen que continuar desarrollándose para apoyar a la inversión. Si la adopción de políticas en el pasado es un presagio del futuro, no hay duda de que Perú continuará en su camino hacia el éxito.