América Latina tiene una larga historia de accidentes ocurridos en turbulentas aguas financieras internacionales. Dados los riesgos que se ciernen sobre la economía mundial cabe preguntarse hasta qué punto los países de la región deberían preocuparse ante la posible llegada de nuevas oleadas de estrés originadas en el sistema financiero internacional.
Desde el año 2008 los mercados financieros mundiales han experimentado fuertes vaivenes, aunque esto no es nada nuevo para la región. Desde 1990 ha habido, en promedio, fuertes shocks financieros internacionales cada 2½ años, afectando de forma sustancial a las economías de América Latina.
Pero ¿Cuál es el costo en términos de producto doméstico en la región que traen consigo estos shocks? Y ¿Está América Latina mejor preparada esta vez para enfrentar estos shocks?
En el capítulo 3 de la última edición del informe Perspectivas económicas: Las Américas del FMI, analizamos si cambios en los fundamentos económicos subyacentes a lo largo de las últimas dos décadas han hecho a la región más o menos vulnerable a estos shocks. Este trabajo, el cual complementa nuestros estudios previos sobre el efecto de los shocks de términos de intercambio, evalúa que características y políticas de los países hacen la diferencia. En esta ocasión nos centramos exclusivamente en el impacto de los shocks financieros, aislando este efecto de aquellos generados por los shocks de demanda mundial y de precios de materias primas.
Fuerzas contrapuestas
En general, el impacto de los shocks financieros externos sobre el producto interno de las economías emergentes depende de dos factores: el grado de integración financiera del país con el resto del mundo, y la solidez de sus fundamentos económicos. Cabe suponer que una mayor integración financiera incrementa la sensibilidad de un país a los shocks financieros externos. Por otra parte, la mayor solidez de los fundamentos tiende a mitigar el impacto de esos shocks (ya sea porque ayuda a promover la confianza en la gestión macroeconómica nacional —desalentando la salida de capitales— y/o porque facilita el ajuste económico tras un shock externo).
Para evaluar el efecto de estos shocks sobre América Latina es necesario, entonces, examinar donde se encuentra la región respecto a éstas dos dimensiones.
A lo largo de las dos últimas décadas, los países de la región han profundizado considerablemente su integración financiera con el resto del mundo. Al mismo tiempo, se ha producido una marcada mejora de los principales fundamentos económicos, sobre todo los relacionados con la sostenibilidad externa y fiscal. Por ende, y dado que estas fuerzas actúan en contraposición, no es del todo claro si en la actualidad América Latina es más o menos vulnerable que en el pasado a shocks financieros globales.
¿Qué hace la diferencia?
Para dilucidar este interrogante, estudiamos el comportamiento de 40 economías emergentes y 9 economías pequeñas avanzadas durante 7 episodios de estrés financiero mundial desde 1990, y evaluamos en qué medida distintos fundamentos económicos amplificaron o mitigaron el impacto de esos shocks. De este análisis se desprenden algunas observaciones interesantes:
- La flexibilidad cambiaria es fundamental para amortiguar estos shocks, sobre todo para economías financieramente integradas.
- La solidez de la posición externa (por ejemplo, su saldo en cuenta corriente y su deuda externa) también juega un papel importante en determinar que tanto sufren los países el impacto de estos shocks.
- Un mayor grado de integración financiera no siempre incrementa la vulnerabilidad de un país a shocks financieros externos. El régimen cambiario es crítico para esta relación: la integración financiera amplifica los shocks financieros en las economías con tipos de cambio fijos, pero los mitiga en las economías con regímenes más flexibles.
En términos generales, esto significa que las economías financieramente integradas que tienen fundamentos sólidos (especialmente las que cuentan con un tipo de cambio flexible) están en mejores condiciones para hacer frente a shocks financieros mundiales que aquellas con fundamentos débiles o con vínculos financieros limitados.
¿En qué situación se encuentra América Latina?
Nuestra investigación muestra que el fortalecimiento de los fundamentos económicos de la región parece haber dado frutos.
Simulaciones obtenidas del modelo estimado muestran que, pese a la creciente integración financiera, los costos asociados a los shocks financieros mundiales sobre el producto de América Latina han disminuido en los 15 últimos años. Por supuesto, los avances realizados hasta hoy no significan que la región sea inmune, pero si han ayudado a que navegue con menos vaivenes sobre las recientes olas financieras mundiales.
Si bien, y como indicamos con anterioridad, la región debe continuar tomando precauciones ante la posibilidad de que se materialice un escenario mundial más adverso, hasta ahora, puede tomar crédito de sus esfuerzos en materia de mejores políticas económicas.