La creciente integración del sector financiero en la economía: retos de política económica, Discurso pronunciado por Rodrigo de Rato, Director Gerente del Fondo Monetario Internacional

23 de noviembre de 2006

Discurso pronunciado por Rodrigo de Rato
Director Gerente del Fondo Monetario Internacional
Ante el Colegio de Economistas
Madrid, España
23 de noviembre de 2006

Excma. Sra. Presidenta de la Comunidad de Madrid,
Excmo. Sr. Rector Magnífico de la Universidad Complutense,
Excmo. Sr. Decano-Presidente del Colegio de Economistas de Madrid,
Ilmos. Srs. Vicedecanos,
Señoras y Señores,

Es para mi un placer y un gran motivo de satisfacción que el Colegio de Economistas se haya acordado de mí y me haya invitado a formar parte de manera honorífica en esta Corporación. Quisiera, por tanto, en primer lugar agradecer a su Presidente y al resto de la Junta de Gobierno el alto honor que hoy me hacen. Muchas gracias también al Vicedecano, Juan Iranzo, por sus calurosas palabras.

El tema de mi charla de hoy es la creciente integración del sector financiero y el sector real de la economía. Aunque tal vez no sea un tema de debate público tan difundido como el de la globalización, la integración entre el sector financiero y la macroeconomía en sentido amplio no es menos importante. La evolución financiera y macroeconómica están íntimamente relacionadas a nivel nacional e internacional, aunque el grado de integración varía según el país y la región en función de los niveles de desarrollo financiero y económico. Es esencial entender las complejas relaciones que existen entre el sector financiero y la economía real a la hora de diseñar y poner en práctica políticas que fomenten la estabilidad macroeconómica y el crecimiento.

Es también importante que el sector financiero valore adecuadamente e incorpore en sus análisis y procesos de toma de decisión, los profundos cambios y transformaciones que la economía global esta experimentando y que plantean paradojas, en ocasiones difíciles de explicar. Transformaciones como son el rápido incremento de productividad en el mundo en los últimos años, el shock en las relaciones reales de intercambio que han supuesto los aumentos de precios de las materias primas, vinculados en parte a la incorporación y crecimiento de países emergentes a la economía global o también la rápida institucionalización e innovación en los mercados financieros con la proliferación de los mercados de derivados y su espectacular capacidad de transferir riesgos.

Sin embargo los mercados financieros parecen mostrar la dificultad de valorar estos fenómenos y envían mensajes aparentemente contradictorios: la evolución de tipos de interés de los bonos en relación a la evolución de los mercados de renta variable y a los cambios en la política monetaria, la baja volatilidad de los mercados ante los cambios tan profundos que se están produciendo y la estructura de flujos de capitales en la que los países emergentes reciben inversiones, con primas de riesgo históricamente bajas, que se unen a sus ingresos derivados de los excedentes de cuenta corriente y que luego reciclan a los mercados desarrollados mediante sus inversiones a través de su acumulación de reservas. Estos son tres ejemplos sobre los que merece meditar y sobre los que luego volveré.

Pero antes algunas cifras que ayuden a centrar la magnitud de estos fenómenos.

A nivel mundial, el desarrollo financiero ha sido mucho más rápido que el de la economía real. Entre 1990 y 2005, la suma estimada de capitalización en los mercados bursátiles, el total de bonos en circulación (emitidos tanto por el gobierno como por empresas privadas) y los activos bancarios de la economía mundial crecieron del 81% al 137% del PIB.

Mucho más rápido ha sido el crecimiento de los mercados de derivados. El valor nocional de los derivados en circulación en los mercados OTC se triplicó en los últimos 5 años, hasta llegar a US$285 billones, es decir más de 6 veces el producto mundial y cerca de 50 veces el mercado de deuda publica de los EEUU. Aunque estas cifras de valores nocionales exageran mucho el riesgo subyacente, son indicativas del acelerado proceso de innovación que se esta produciendo en el sector financiero.

Las crisis financieras, como la de Asia, fueron llamadas de atención sobre la necesidad de entender mejor las interrelaciones entre el sector financiero y la economía en general. Estas crisis nos hicieron conscientes de que, si no se desarrolla y fortalece el sector financiero, podrían frenarse gravemente la estabilidad macroeconómica y el crecimiento económico. Demostraron que, en un mundo en el que los mercados de capitales crecen rápidamente, las fragilidades de los sistemas financieros no solo pueden desatar retiradas apresuradas de los depósitos de los sistemas bancarios, sino también la conversión masiva de instrumentos a monedas más seguras, cambios bruscos en los flujos privados de capitales y que las crisis financieras, cambiarias y fiscales pueden reforzarse mutuamente.

Estas crisis despertaron el interés de investigadores y autoridades por la estabilidad financiera y su relación con la estabilidad macroeconómica general. No obstante, si bien en los últimos años se han identificado mejor los vínculos entre lo financiero y lo macroeconómico, todavía queda mucho trabajo por hacer. Hoy quisiera ahondar en este tema, y también alentar a todos ustedes a seguir estudiándolo.

En primer lugar, quisiera hacer un breve repaso de la actual situación económica y financiera, que ilustrará la estrecha interacción entre la evolución financiera y la evolución macroeconómica. Luego destacaré algunos ámbitos en los que serían útiles mayor análisis e investigación. Por último, me referiré a algunos de los retos que la integración del sector financiero y el sector real plantea a las autoridades de política económica, y mencionaré brevemente qué está haciendo el FMI para ayudar a sus países miembros a hacer frente a esos retos.

Evolución y tendencias mundiales recientes

Comenzaré con un repaso de la situación mundial.

La economía mundial sigue disfrutando de un rápido crecimiento, inflación baja y estable y condiciones benignas en los mercados financieros. Incluso con la desaceleración de la economía de Estados Unidos, la expansión económica mundial se ha vuelto más equilibrada y amplia, la recuperación en la zona euro es ahora más sostenida, continúa la expansión de Japón y muchos mercados emergentes están creciendo a un ritmo rapido.

La solidez de la economía mundial ha proporcionado un amplio soporte para la resistencia del sistema financiero internacional. Durante la fase de expansión del ciclo económico, el alto nivel de precios de los activos, los bajos niveles de préstamos fallidos y la mayor actividad de los mercados de capital han contribuido a mejorar la rentabilidad de las instituciones financieras en muchos países, tanto de mercados maduros como de emergentes. Han mejorado considerablemente los balances de las empresas e instituciones financieras, y muchas de ellas han acumulado cuantiosos activos líquidos, en tanto que los índices de quiebras se mantienen cercanos a los niveles mínimos históricos en todo el mundo. Todo esto ha ayudado a colocar al sector financiero en una posición firme para hacer frente a períodos de correcciones y volatilidad en los mercados así como para afrontar mejor los desafíos que plantea el ciclo económico.

Sin embargo, existen varios riesgos que pueden comprometer las perspectivas de la economía mundial. En primer lugar, el rápido enfriamiento del mercado inmobiliario de Estados Unidos podría provocar una pronunciada desaceleración en la economía de ese país. Segundo, si se intensifican las presiones inflacionistas en el contexto de una restricción en la utilización de la capacidad productiva y una posible desaceleración del aumento de la productividad, podría ser necesario adoptar una política monetaria más restrictiva que la que se prevé en la actualidad. Tercero, si bien las recientes correcciones de los precios del petróleo pueden mitigar la presiones inflacionistas, esos precios siguen siendo vulnerables a shocks de la oferta y a la incertidumbre política debido a que en el sector petrolero la capacidad ociosa sigue siendo limitada. Cuarto, persiste la posibilidad de que se produzcan ajustes cambiarios desordenados en relación con la financiación de los desequilibrios mundiales.

En estos escenarios de riesgo, los mercados financieros internacionales podrían verse sometidos a prueba en el futuro, como ocurrió en mayo y junio de 2006, cuando los inversores redujeron su exposición a activos de alto rendimiento. Los riesgos macroeconómicos se pueden ver intensificados por algunos elementos de inquietud en los propios mercados financieros. Los mercados parecen estar determinando los precios de los activos únicamente en función del escenario benigno de referencia, sin que, en sus valoraciones, parezcan incorporar suficientemente los riesgos existentes. La estructura de plazos de los tipos de interés y las primas de riesgo crediticio históricamente bajas parecen atestiguarlo. Además, dada la complejidad y tamaño de los nuevos mercados de derivados y productos estructurados, situaciones de falta de liquidez o la presencia de problemas operativos podrían exacerbar las perturbaciones en los mercados. Pese a que estos instrumentos han ayudado a distribuir más ampliamente los riesgos crediticios y en tiempos normales, han contribuido a la estabilidad financiera, todavía nos falta información para determinar su comportamiento en situaciones de graves turbulencias.

Si se materializase el riesgo de deterioro de los mercados financieros, sus efectos podrían diseminarse rápidamente por toda la economía mundial, habida cuenta del alto grado de integración de los mercados financieros mundiales. Es importante que los mercados tengan capacidad de incorporar en sus decisiones situaciones de baja probabilidad pero de importantes potenciales implicaciones, especialmente ante los profundos cambios que esta experimentando la economía mundial a los que hice referencia al inicio de mi intervención, también señalaba entonces la presencia de aparentes paradojas difíciles de explicar.

Ante los riesgos existentes, en cierta medida resulta sorprendente la persistencia de primas de riesgo tan reducidas como las observadas y la baja volatilidad de los mercados. Es más, se perciben aparentes inconsistencias en el entorno actual de los mercados financieros que requieren reflexión.

En primer lugar, los bajos rendimientos a largo plazo, especialmente cuando la curva de tipos se invierte, suelen ser indicadores de expectativas de desaceleración del crecimiento, en tanto que el alza de la bolsa y los estrechos diferenciales crediticios suelen indican lo contrario. Segundo, la volatilidad tan baja de los mercados contrasta con algunas incertidumbres, incluidas la relativa a la orientación de las políticas de tipos de interés de los bancos centrales para 2007. Por último, la reducción de los diferenciales de los créditos soberanos en varios países emergentes, reconociendo las mejoras experimentadas en la gestión macroeconomica y en sus estructuras de deuda, no parecen poder explicarse totalmente en las mejores de sus fundamentales. Además los patrones de financiación de la economía global indican que son los países emergentes (exportadores de petróleo + 335 miles de mill. de $ y China + 160) y Japón (+ 167) los que financian el déficit por cuenta corriente de los EEUU (-800 miles mill. de $).

Algunos de estos fenómenos mencionados, pueden explicarse en parte por factores como la amplia liquidez que existe actualmente en los mercados mundiales y la búsqueda de rentabilidad en un entorno de bajos tipos de interés. Sin embargo, la explicación de todo ello, requiere el análisis de una serie de cambios estructurales que tienen lugar en la economía mundial y en los mercados financieros mundiales. Estos cambios pueden agruparse en tres categorías.

Una categoría de cambio estructural es la creciente integración y nuevo papel de los países de mercados emergentes, en particular China e India, en la economía mundial. El rápido crecimiento de China e India posiblemente también esté contribuyendo a crear expectativas de baja inflación mundial y, por lo tanto, puede haber reducido los riesgos a largo plazo en los mercados financieros, debido a la abundancia de mano de obra en estos países. Sin embargo, este efecto puede verse contrarrestado por una presión al alza de los precios de los productos básicos, resultante del rápido crecimiento de la demanda de productos primarios y energía en estos países.

Las economías de mercados emergentes, especialmente las asiáticas con fuertes tasas de ahorro, junto con las economías del Oriente Medio, también han contribuido a forjar nuevas tendencias de los flujos financieros mundiales, tanto en lo que respecta a la inversión directa como al reciclaje de fondos a través de la acumulación de reservas. En una reciente conferencia sobre flujos de capitales celebrada en Washington se estimaba que la acumulación de reservas por parte de bancos centrales de países productores de petróleo y otros emergentes tenia una influencia relevante en el comportamiento de los tipos de interés de los bonos americanos (y podría haber contribuido a una reducción de los tipos de interés en torno a 90 puntos básicos). Si bien se enfatizaba que la principal variable explicativa del comportamiento de los bonos era la mayor credibilidad de las políticas de los bancos centrales.

Me gustaría insistir aquí que buena parte de los patrones de ahorro e inversión que se están produciendo en el mundo y que tienen como consecuencia este peculiar patrón de flujos de capitales tiene como una de las causas importantes el diferente grado de desarrollo de los sistema financiero. Por ello mejorar los sistemas financieros, hacerlos mas sólidos y resistentes se convierte en una de las políticas de reformas estructurales más importantes.

Otro grupo de tendencias estructurales es el creciente grado de sofisticación de los mercados financieros y de la gestión del riesgo. El rápido crecimiento de los instrumentos de transferencia de riesgo crediticio, como los derivados de crédito, ha permitido a los bancos manejar más activamente el riesgo crediticio y distribuir el riesgo en una gama diversa de inversores. Paralelamente, los fondos de cobertura (los llamados hedge funds) también han crecido con rapidez y han estimulado el desarrollo de mercados de transferencia de riesgos al proveer liquidez. Esta mayor dispersión del riesgo crediticio ha fortalecido la capacidad de todo el sistema financiero para absorber shocks potenciales, lo que puede haber mejorado la estabilidad financiera.

No obstante, como ya he indicado anteriormente, aún no se ha puesto a prueba el impacto que estos mercados de transferencia de riesgos tendrían sobre la estabilidad durante fases intensas de desaceleración económica y perturbaciones importantes en los mercados. Asimismo, estos mercados introducen otros tipos de riesgo en el sistema financiero, como el riesgo de contraparte y el riesgo operacional, resultantes de la falta de capacidad suficiente para manejar la rápida multiplicación de las operaciones.

La última categoría de tendencias estructurales a la que quiero referirme es el envejecimiento de la población. El crecimiento demográfico es un tema de gran importancia en algunas partes del mundo, especialmente en países en desarrollo. Por otro lado, el envejecimiento de la población es un reto en muchos otros países, sobre todo en los industriales. El envejecimiento de la población eleva las necesidades de ahorro de los hogares debido a la mayor esperanza de vida y al aumento de los costes de atención médica asociado al envejecimiento. Al mismo tiempo, los expone a un mayor riesgo de longevidad, es decir, el riesgo de vivir más tiempo del que pueden cubrir los recursos propios.

Para que los hogares puedan hacer frente a esos retos es necesario contar con diferentes instrumentos financieros que ayuden a incrementar el ahorro y la inversión a largo plazo y a manejar el riesgo de longevidad, por ejemplo los contratos de renta vitalicia y los bonos a vencimientos muy largos (50 años). Sin embargo, muchos de estos instrumentos y los mercados financieros en los que se negocian no están aún desarrollados o tendrán que crearse, incluso en economías maduras. Por lo tanto, para afrontar el problema del envejecimiento de la población se requieren más innovaciones y un mayor desarrollo de los mercados financieros. La demanda de productos de inversión a largo plazo es otro de los factores especiales que esta presionando la estructura de tipos y que ayuda a explicar su paradójico comportamiento.

Además, el envejecimiento de la población puede tener importantes efectos en los precios de los activos, la estructura financiera y la estabilidad financiera a través de los cambios en los patrones de ahorro e inversión y en las preferencias de riesgo de los hogares y los administradores de activos.

Una visión más clara de la integración de las cuestiones financieras y macroeconómicas

Acabo de explicar cómo la evolución del sector financiero interactúa de manera directa con la evolución del resto de la economía. Como ya mencioné, no existe aún una comprensión suficiente de estas interacciones. Quisiera analizar ahora señalar algunos campos adicionales en los que se podría esclarecer el tema mediante nuevas investigaciones. Se trata de un tema de importancia central para el FMI y las autoridades de política económica, y en el FMI estamos asignando una creciente prioridad a los estudios en este ámbito.

Una gran dificultad es que la función de las instituciones y los mercados financieros en la actividad económica no suele ser una parte integrante de los modelos macroeconómicos estándar. Resulta difícil incorporar en las ecuaciones macroeconómicas corrientes factores tales como la estabilidad financiera, los efectos en el balance y la credibilidad de las políticas. No se cuenta con un cuerpo unificado de teoría económica que permita explicar la relación entre el sector financiero y la macroeconomía en general y elaborar modelos al respecto. De hecho, no se dispone de un marco ampliamente aceptado para evaluar la estabilidad del sector financiero. La necesidad de usar una diversidad de métodos en lugar de un solo modelo económico normalizado de aplicación general complica nuestra labor. Se trata sin duda de un ámbito en el que aún deben realizarse muchos estudios.

Como he señalado, el grado de sofisticación de los sistemas financieros varía mucho. A la hora de formular marcos conceptuales sería importante saber si esas diferencias en la estructura financiera afectan a la política económica. Quizá sea necesario adaptar los marcos conceptuales de acuerdo con las condiciones financieras reinantes en cada país.

En este sentido, los datos indican que las diferencias en la estructura financiera sí son influyentes. Por ejemplo, se ha observado que los sistemas financieros en los que predominan las transacciones de tipo impersonal (mercados menos bancarizados y más desintermediados) son más adaptables que los sistemas basados en las relaciones personales a la hora de reasignar los recursos de los sectores en declive a los sectores en expansión. Dado que las transacciones impersonales suelen ser más comunes en los mercados de capitales que en los bancos, cabe pensar que las economías en las que los mercados de capitales están más desarrollados pueden ser más flexibles y dinámicas, y por lo tanto más propensas a lograr mayor productividad y crecimiento, que las economías con sistemas financieros de tipo bancario. Les invito a pensar si este factor podría explicar el mayor nivel de productividad y crecimiento de Estados Unidos en comparación con las economías europeas.

Quisiera centrar la atención, en particular, en el vínculo entre el desarrollo financiero y la estabilidad macroeconómica. Los analistas han puesto de manifiesto que la frecuencia y la amplitud de los ciclos económicos parecen estar disminuyendo en todas las economías avanzadas, una tendencia que algunos han atribuido en parte a la creciente importancia relativa de los mercados financieros. Existen varias maneras en que el desarrollo financiero puede conducir a este resultado.

En primer lugar, a través de la estabilidad financiera. Ya he explicado que el desarrollo de los mercados de transferencia del riesgo de crédito puede haber generado mayor estabilidad y resistencia en el sistema financiero internacional. Merecería la pena investigar más a fondo si el carácter pro cíclico de la relación entre el sistema financiero y la economía real disminuye conforme se desarrollan los mercados financieros.

En segundo lugar, mediante una política monetaria eficaz y creíble. El desarrollo de los mercados monetarios les permite a los bancos centrales utilizar instrumentos de política monetaria basados en el mercado y establecer metas con respecto a las variables monetarias de manera más eficaz. Esto refuerza el control monetario e incrementa la eficacia de la política monetaria. En los bancos centrales modernos, la mejora del marco institucional, su claridad en cuanto a objetivos y estrategias y la mayor atención prestada a la transparencia y comunicación, están siendo cruciales para afianzar la credibilidad y la eficacia de las políticas. Es muy posible que esto haya creado las condiciones propicias para una menor volatilidad en los mercados financieros y una actividad económica más estable. Este es un tema que debe analizarse con más detenimiento.

En tercer lugar, mediante la nivelación del consumo a lo largo del ciclo económico. Me refiero a la capacidad de las personas para mantener el nivel de consumo cuando el ingreso disminuye y para incrementar el ahorro cuando el ingreso sube. El desarrollo financiero dota a las personas de los medios para hacer esto. Las investigaciones demuestran que en los sistemas financieros basados más en el mercado, los hogares tienen acceso a niveles de financiación más elevados y parecen contar con una mayor capacidad para preservar el consumo cuando su ingreso sufre cambios transitorios. Por supuesto, contrarrestan este efecto los datos que muestran que el acceso de las empresas al crédito durante la fase descendente del ciclo económico es más seguro en los sistemas bancarios basados en las relaciones personales, lo cual sería un argumento a favor de los sistemas financieros de tipo bancario. Este es otro tema que conviene estudiar más a fondo.

En cuarto lugar, mediante el desarrollo de los mercados de capitales. Este fenómeno permite a los países depender menos del endeudamiento externo, lo cual es de especial importancia en los países de mercados emergentes. Como es bien sabido, la deuda externa es una de las principales fuentes de vulnerabilidad en esos países, y por lo tanto el desarrollo del mercado de capital podría ser una fuerza estabilizadora.

Me parece que el caso de España ilustra bien todos estos mecanismos que relacionan la solidez y eficiencia del sector financiero y el dinamismo de la economía. El sector financiero de este país ha sido capaz de brindar oportunidades de inversión a los ahorradores y de financiar eficientemente el rápido desarrollo de la economía. Ha contribuido a una distribución más eficiente de los riesgos y, en términos más generales, al fortalecimiento del buen gobierno de las empresas y a reforzar el desarrollo institucional.

Retos de política económica a escala mundial y nexo entre la macroeconomía y el sector financiero

Quisiera referirme ahora a mi último tema: los retos que afrontan las autoridades económicas como consecuencia de la integración del sector financiero y el sector real. Ya he analizado un gran desafío: la necesidad de comprender mejor la interacción entre el sector financiero y el resto de la economía. Hay, sin embargo, otros desafíos, tanto en la política macroeconómica como en la regulación y supervisión del sector financiero.

En el ámbito macroeconómico, uno de los principales retos consiste en reforzar la supervisión del sector financiero e integrarla en la supervisión macroeconómica global. Los factores de vulnerabilidad del sector financiero podrían iniciar o agravar los shocks macroeconómicos y obstaculizar las respuestas de la política económica. La temprana identificación de estas vulnerabilidades será esencial para evitar crisis macroeconómicas. Esto requerirá formular y utilizar los instrumentos analíticos adecuados, como el análisis del balance y los sistemas de alerta temprana, y la compilación de datos estadísticos actualizados y de alta calidad.

La política monetaria deberá adaptarse continuamente a la evolución del sistema financiero a fin de mantener la estabilidad macroeconómica. El mecanismo de transmisión monetaria evolucionará con el tiempo. El impacto de las variaciones de los tipos de interés en el precio de los activos y, a través de estos precios, en el consumo y la inversión residencial será cada vez más importante. Además, en la medida en que los cambios estructurales en la economía ejercen un efecto estabilizador en el sistema financiero, y posiblemente en la economía en general, los bancos centrales deberán comprender adecuadamente las repercusiones que estos cambios tendrán en la ejecución de la política monetaria.

Las correcciones bruscas de los precios de los activos, incluidos los tipos de cambio, podrían tener un impacto negativo en las principales variables macroeconómicas. A nivel más general, estos precios se están convirtiendo en un indicador cada vez más importante en la transmisión de los ciclos económicos nacionales y mundiales, y es probable que cobren más importancia en la evaluación de las condiciones de la demanda y en las decisiones de política macroeconómica. Por lo tanto, es necesario que comprendamos mejor los vínculos entre los movimientos de los precios de los activos y la macroeconomía.

El aumento sin precedente de los flujos internacionales de capital en el contexto de la creciente integración de los mercados mundiales de capital también tendrá repercusiones en la política monetaria a escala nacional y la coordinación internacional de las políticas económicas. Estos flujos de capital han fomentado el crecimiento mundial, pero también exponen a las economías receptoras a vulnerabilidades considerables porque una interrupción o cambio de sentido de estos flujos podría tener repercusiones importantes en la estabilidad macroeconómica y el crecimiento.

A escala nacional, los flujos transfronterizos pueden imponer restricciones considerables en cuanto a las opciones de política disponibles. Por ejemplo, las entradas de capital extranjero pueden generar o intensificar los auges de crédito interno, y las opciones de política monetaria para reducir dichos auges pueden verse restringidas por la vulnerabilidad a un cambio de sentido de los flujos de capital. En el caso de la afluencia de capitales relacionados con la deuda, la posibilidad de que se produzcan desajustes de los tipos de cambio o los tipos de interés en los balances puede limitar la capacidad de los países para ajustar los tipos de cambio y/o los tipos de interés para hacer frente a los shocks externos.

A escala internacional, como todos ustedes saben, los flujos mundiales de capital han sido esenciales para preservar la estabilidad macroeconómica mundial. Los grandes desequilibrios mundiales que vemos hoy han podido mantenerse solamente porque están respaldados por los flujos mundiales de capital. El ajuste ordenado de estos desequilibrios es uno de los mayores desafíos en la coordinación internacional de las políticas económicas. Hay consenso en que es necesario corregir estos desequilibrios mediante la aplicación de medidas orientadas a reequilibrar el ahorro, la inversión y el consumo mundiales. Lo importante es determinar la magnitud del ajuste y la rapidez con que se llevará a cabo. Las preferencias en la asignación mundial de los activos son un aspecto esencial del debate. El ajuste gradual dependerá en parte de que se mantenga la demanda de activos estadounidenses desde el exterior mientras se toman medidas correctivas a escala mundial. De lo contrario, se corre el riesgo de que se produzca un cambio repentino de dirección de los flujos de capital hacia otros mercados fuera de Estados Unidos, lo que sería muy perjudicial para la economía mundial.

Desde el punto de vista del crecimiento, los países deberán hacer frente a las deficiencias estructurales en el sector financiero que obstaculizan el ahorro, la inversión y la asignación eficiente de recursos. Entre estas deficiencias figuran las de carácter institucional y jurídico que dificultan la evaluación crediticia, el uso de activos como garantía, el cumplimiento de los contratos y los derechos de los acreedores. Todas ellas pueden limitar el acceso de posibles prestatarios al crédito y restringir la inversión.

Las estrechas interrelaciones entre el sector financiero y el resto de la economía también tienen repercusiones importantes para la solidez de las instituciones financieras y, por lo tanto, las autoridades y supervisores bancarios deberán tenerlas en cuenta. En los últimos años se ha prestado cada vez más atención a estas relaciones y se han puesto de manifiesto varias cuestiones regulatorias. Me referiré brevemente a una de ellas.

Se trata de la necesidad de reforzar aún más la regulación y supervisión macroprudenciales. La regulación y supervisión bancarias con frecuencia se centran en limitar las dificultades de los bancos, en parte para proteger los ahorros de los depositantes. Si bien este enfoque microprudencial es importante, las autoridades también deberían pensar más en limitar la posibilidad de que las dificultades financieras a nivel sistémico afecten negativamente a la macroeconomía, o viceversa, que la evolución macroeconómica cree dificultades en el sistema financiero. Dicho en otras palabras, el enfoque macroprudencial se centra en la relación entre el sistema financiero y la economía en general. El objetivo final es evitar que las dificultades financieras repercutan negativamente en el producto.

El análisis macroprudencial complementa estrechamente y refuerza las señales de alerta temprana y otros instrumentos analíticos para realizar un seguimiento de los factores de vulnerabilidad y evitar las crisis financieras. Un requisito esencial para realizar este análisis es la disponibilidad de un conjunto de indicadores de solidez del sistema financiero. El FMI ha encabezado los esfuerzos por aplicar el análisis macroprudencial y establecer indicadores de solidez financiera en los países miembros, en el contexto del Programa de Evaluación del Sector Financiero (FSAP). Insto vivamente a los países a asignar prioridad al desarrollo de indicadores de solidez financiera; como mínimo, sería conveniente establecer un conjunto de indicadores básicos para el sector bancario.

Conclusiones

Por último, es necesario seguir examinando las diversas cuestiones relacionadas con el sector financiero como base para las decisiones de política macroeconómica. La creciente importancia de los mercados financieros como mecanismo para lograr los objetivos macroeconómicos es una de las características principales del desarrollo financiero y la globalización. Dado que no existe un modelo teórico unificado para integrar el análisis financiero y económico, deberá adoptarse un enfoque pragmático. Un enfoque de este tipo debe hacer hincapié, entre otras cosas, en métodos modernos de supervisión y regulación, el uso de los instrumentos analíticos apropiados, una interacción más estrecha con los participantes del mercado y la aplicación de criterios sólidos a la hora de tomar decisiones.

Si bien he insistido en la necesidad de profundizar los estudios para alentar a algunos de ustedes a abordar esta línea de investigación, muchas instituciones están destinando recursos abundantes a este fin y ya se han registrado avances importantes. Como señalé antes, la labor en esta materia es una de las prioridades fundamentales en el FMI. Hemos intensificado nuestros esfuerzos para trabajar con los países miembros a fin de mejorar la integración del sector financiero en la labor de supervisión macroeconómica. La supervisión del sector financiero se ha convertido en un ámbito esencial de la función de supervisión que ejerce el FMI, y se ha centrado en cuestiones relacionadas con la estabilidad y la eficiencia. En un mundo de mercados financieros integrados y flujos de capital a gran escala, el FMI solo puede supervisar eficazmente el sistema monetario internacional y la economía mundial si esta supervisión se basa en un análisis sólido de los vínculos macrofinancieros y la propagación de efectos de un país a otro.

La importancia esencial del sector financiero se ha incorporado oficialmente en la Estrategia a Medio Plazo del FMI, en la cual se refuerza la atención en la ayuda a los países miembros para hacer frente a los desafíos que plantea la globalización.

Se han tomado medidas específicas en una variedad amplia y compleja de temas, como las consultas multilaterales con países o grupos de países de importancia sistémica a fin contribuir al análisis y corrección de los desequilibrios mundiales, los análisis de vulnerabilidad para prevenir crisis financieras, y la colaboración con los países para desarrollar su capacidad institucional y conseguir mercados financieros mas resistentes e integrados, que contribuyan a la estabilidad y crecimiento. La regulación y supervisión bancarias con frecuencia se centran en limitar las posibles dificultades en que puedan incurrir los bancos, en parte para proteger los ahorros de los depositantes. Aliento a los economistas como ustedes, en los ámbitos académicos y en las instituciones de política económica, a sumarse a nosotros en esta tarea. Hay mucho en juego. Si tenemos éxito, hay buenas perspectivas de que la economía mundial sea más estable y productiva.

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